Antonio Gálvez: «La novela es poesía en prosa»


Viene a visitarnos en el espacio de entrevistas del miércoles Antonio Gálvez, periodista, poeta, novelista… Su primera novela es El Paseo de los Caracoles.

¿Escribes desde siempre?

Casi desde siempre. Arranqué a los dieciséis años de edad. Pero lo importante no es empezar pronto. Lo importante es reconocer a los clásicos como maestros literarios, e intentar emularlos, no imitarlos, en un sano espíritu de competición. Yo me recuerdo, con diecinueve años, en Santa Cruz de Tenerife, comprando libros de Azorín.

Has escrito prácticamente de todo: novela, poesía, cuentos, artículos periodísticos, libros de viajes… ¿alguna preferencia en especial?

No habría de tener ninguna preferencia en especial, ya que en cada uno de mis escritos prevalece el lenguaje literario, algo que hay que mencionar en los tiempos insustanciales que corren. Sin embargo, he de reconocer que la narrativa de ficción me tiene maravillado, debido a la libertad que brinda, sin amarre, a la imaginación, al estilo, a la novedad, a la experimentación.

¿Qué piensas de las nuevas tecnologías? ¿Ayudan a los autores noveles o les entorpecen al generar más «ruido»?

Las nuevas tecnologías pueden ayudar o entorpecer al autor novel. Las dos cosas. Estamos hablando de literatura, y la principal herramienta de la literatura es la palabra, la elaboración del lenguaje. La mayoría de los autores noveles, por lo que he visto, apenas conocen la herramienta, y sin conocer la herramienta no pueden, no saben adentrarse en el lenguaje literario.

Como editor, ¿qué tal ves el panorama literario actual?

El Paseo de los Caracoles.pmdEl panorama de la literatura española actual, como editor, lo encuentro penoso. Me entristece. Vuelvo a recordar que la literatura es una elaboración del lenguaje. Gracias a esta elaboración del lenguaje, los escritores sobreviven al paso del tiempo, desde Homero. En líneas generales, las grandes y medianas empresas editoriales tienen la principal culpa, ya que publican obras literarias como churros, unas obras literarias encorsetadas en el registro informativo de la lengua, no en el literario. Por lo tanto, su estructura profunda es una estafa.

¿Y cómo sobrevive una pequeña editorial frente a las grandes?

Las editoriales pequeñas, más que sobrevivir, resisten. Y si resisten es por el elevado porcentaje de vocación.

¿Qué puedes decirnos de tu novela El Paseo de los Caracoles?

El Paseo de los Caracoles es mi primera novela. Le tengo mucho cariño. Acordarme de ella es acordarme de mi juventud, cuando toda mi familia vivía. La empecé con veinte años de edad, la terminé con veintisiete y se publicó nueve años después. La publicó por primera vez Alba Editorial, en 1999. El espacio de la novela no podía resultarme más próximo y sencillo, ya que se ubica en el barrio de casi toda mi vida, el que se encuentra en medio de dos cementerios, los que pertenecen a los municipios de Cornellá de Llobregat y de San Juan Despí. En la novela, la vida y la muerte se ven desde un mismo plano, con total naturalidad. A mi entender, la novela es poesía en prosa. Por esto, me llamó mucho la atención que un crítico de Babelia escribiera que la novela es “una valiente apuesta por lo horrible más allá de toda sutileza”. Nos estamos metiendo ahora en el tema de los escrúpulos, de los prejuicios, del tabú. Y la literatura es imagen de la vida. Y la vida no entiende de escrúpulos, de prejuicios, de tabúes. La vida es salvaje. Se lo dije recientemente a una amiga, sentados a una mesa. El escritor que tiene algo que contar no ha de tener ningún reparo al dar cuenta de la vida que le ha tocado vivir. Para eso está. Lo contrario sería la asepsia, la hipócrita sonrisita moral, el lenguaje informativo de la lengua en obras literarias. Esa estafa que ya he mencionado.

También realizas adaptaciones de obras clásicas al castellano moderno, ¿cómo planteas ese trabajo?

Lo planteo en términos de urgencia. Nuestros clásicos medievales, incluso los del siglo XVI, están más que muertos, están olvidados. Al lector, como es natural, le repele leer en una lengua que le ofrece muchísima dificultad. A nadie le gusta meterse en un berenjenal que no entiende, lleno de desorden sintáctico, de términos aclaratorios a pie de página que se tienen olvidados diez páginas más adelante. Este trabajo lo planteo en términos de luz. La brillantez del autor del Lazarillo, el resplandor de Fernando de Rojas, por ejemplo, se aprecia sin obstáculos.

¿Crees que es necesario hacer este tipo de cosas para acercar esas obras al lector moderno? ¿Piensas que después de leer una adaptación le resultará más fácil acercarse al original?

Es muy necesario para mí hacer estas “traducciones”. Se trata de mi aportación filológica a la literatura. Lo tengo como un deber. El lector moderno, por primera vez, puede reconocer como obras maestras, sin ninguna duda, títulos como Milagros de Nuestra Señora, La Celestina, el Lazarillo, la Danza general de la muerte, las Coplas a la muerte de su padre, etc. Al lector no le resultará más fácil acercarse al original, que seguirá siendo ilegible actualmente. Lo que le resultará al lector es la constatación de que un escritor muerto hace siglos se ha instalado en sus manos tan cercanamente como si fuese un escritor de su tiempo, vivo.

¿Iniciativas como ésta son eficaces para incentivar la lectura en un país en el que se dice que se lee muy poco?

Todo lo que aporta luz es eficaz en cualquier tema, también en lo que toca a la literatura.

Háblanos de tus proyectos más inmediatos.

En cuanto a las adaptaciones al castellano actual, terminaré El Buscón, de Francisco de Quevedo; y empezaré la Vida, de santa Teresa de Jesús, una persona extraordinaria. Por otro lado, voy a volcarme de nuevo en la narrativa de ficción. Ya he empezado a fusionarme con Francisco de Quevedo y con Federico García Lorca, en sendos libros. El de la fusión con García Lorca, será un libro de relatos; el de la fusión con Quevedo, una novela. Como es obvio, mi imaginación echa chispas. Lo insólito de estos dos libros será visible desde sus propias portadas. Hay que esperar para saber más.