Lana Corujo: «Me gustan las imperfecciones y las contradicciones»


La polifacética artista Lana Corujo (Lanzarote, 1995) presenta su nueva creación literaria, una novela que lleva por nombre Han cantado bingo y que edita Reservoir Books.

Una cara poco amable de Lanzarote, un volcán, un terreno agreste, un lugar con pocas opciones. Han cantado bingo tiene su punto de partida en un entorno de esos que condicionan irremediablemente cualquier infancia.

Tenía claro que Lanzarote tomaría un papel protagonista. Me parecía muy interesante el cómo podía nombrar la isla sin hacerlo por su nombre, de hecho, creo que apenas se menciona un par de veces en toda la novela y es hacia el final, por lo que no es una información que se deje clara desde el inicio. En cambio, la descripción de Lanzarote desde sus formas ariscas, secas, tiernas, calurosas y aisladas, es la cualidad protagonista que quería sacar de la isla por encima de su nombre.

Mediada tu novela se conoce un suceso totalmente clave que a buen seguro va a sacudir a cualquier persona lectora y que provoca que a partir de ese punto la forma de asumir la historia —incluso lo ya leído hasta ese punto— cambie. Sin embargo, es de suponer que ese hecho tan importante no se debería desvelar en una entrevista. ¿Cómo se lleva eso de estar promocionando un libro y tener que mantener el secreto de lo que más podría dar que hablar de él?

A veces es un poco complicado porque creo que es lo que explica muchas tensiones de la novela. Si bien el “hecho” no es, para mí, lo más importante de la novela, sí que lo es la consecuencia. Sin embargo, creo que es un punto que me gusta cuidar cuando hablo de ella. Me parece que la mejor manera de meterse en Han cantado bingo es no saber ni esperar nada ¡salvo que los números que hay encima de cada capítulo indican la edad de la protagonista! Que con esto mucha gente se ha perdido.

En relación con la pregunta anterior y teniendo en cuenta esos números que al comienzo de cada capítulo indican la edad de la protagonista, ¿se podría decir que Han cantado bingo permite una segunda lectura con un orden alternativo?

Yo la escribí pensando en ello, pero creo que nadie lo ha hecho por el momento. Está planteada para que si lees la novela buscando el orden de los números desde el más pequeño al más grande, puedas leerla en orden cronológico.

Y aunque conocemos, como decíamos, diferentes edades de la protagonista, en concreto es la de los doce años la más decisiva y en la que más se profundiza. ¿Esa edad también te marcó en lo personal?

Yo no recuerdo casi nada de mis doce. Mi época más viva es mi infancia y la viví rodeada de cuentos y juegos con mi hermana. No recuerdo mi paso de la infancia a la adolescencia muy marcado por nada importante. Por suerte, la novela es ficción y puedo estar en la parte segura de no haber vivido lo que se relata en Han cantado bingo.

Ya sea aceptando o no la etiqueta de novela de crecimiento o coming-of-age, en los libros que pivotan en torno a esas edades parece casi una obligación que el descubrimiento de la sexualidad se erija como un tema principal. Sin embargo, en el tuyo no es así, lo cual lo acaba haciendo más original también en este sentido.

Si te soy sincera, mientras escribía la novela no tenía en mente bajo qué etiqueta entraba y de hecho no tenía mucho conocimiento sobre las novelas de aprendizaje. La novela se fue construyendo bajo mi intuición. Es cierto que en la vida de la protagonista ocurrirían muchas cosas más (primeras relaciones, amores, otras amistades). Caben muchas cosas en una vida. Pero yo quería centrarme exclusivamente en las hermanas y el don.

En las tres generaciones que conocemos de la familia protagonista se advierte una especie de torpeza —aunque entrañable, en cierto modo— para saber cuidar de los seres queridos. Esa imperfección es uno de los temas de tu novela, ¿no es así?

Me gustan las imperfecciones al igual que las contradicciones. Me parecen difíciles las estructuras familiares y cómo dan hueco para el amor y la incomprensión. Quería crear personajes reales ante todo, personajes dibujados en escala de grises, sin posicionarse en “soy bueno/soy malo”. Son, como bien dices, torpes. Ambiguos. Me fascina llevar esos planteamientos a la creación artística.

En tu libro se pueden encontrar algunas trazas que recuerdan a la literatura hispanoamericana, como la presencia de lo real maravilloso. ¿Tendrá algo que ver el hecho de que hayas pasado una etapa de tu vida en Argentina, o simplemente que en la literatura canaria siempre hay algo de esa esencia entre los dos mundos?

Ambas cosas. Mi estancia en Buenos Aires me nutrió mucho, siempre digo que me enseñó a dejar de separar quién soy cuando escribo y quién soy cuando pinto y unirme bajo la misma identidad de lo que soy. Con todas sus cosas y barullos. Mi abuela me contaba muchos cuentos, me hizo creer en las hadas y en los gnomos, inventamos un idioma nuevo. Con mi hermana nos intercambiábamos a nuestros amigos imaginarios o inventábamos conjuros. Todo pasa por mi cuerpo y se transforma en esto que escribo.

Lanzarote podría resultar adecuado como retiro para que viva sus últimos años y se dedique a sus últimos libros una escritora o un escritor (como fue el caso de Saramago), pero ¿cómo es comenzar una trayectoria literaria en la isla?

Con la democratización de internet creo que es más fácil poder escribir “sin pedir permiso”. Compartimos lo que escribimos con más personas y leemos a otras. Eso me encanta. Pero es cierto que como isla tiene sus limitaciones, aunque el panorama insular es muy rico, sí que es cierto que a veces el coste de traslado y alojamiento para ir a eventos o presentaciones, reduce algunas posibilidades.

Precisamente en tu isla organizas el encuentro literario anual que lleva por nombre Verbena. ¿En qué consiste este evento?

Verbena tiene como propósito mostrar una literatura universal en un ambiente donde se destruya a veces ese muro que algunas personas encuentran con la literatura. Me interesa un espacio abierto donde cada año se invita a escritores de fuera y dentro de Canarias y conversan bajo temas contemporáneos que orbitan en sus obras literarias. Se combinan charlas con talleres y una verbena musical que se realiza el último día en el Bar Picasso de El Almacén.