Antonio Fornés, escritor y doctor en filosofía, nos presenta su ensayo Corazón ligero donde relata anécdotas de sus viajes con reflexiones filosóficas de una forma amena y con sentido del humor. El libro ha sido galardonado con el XIX Premio Eurostars Hotels de Narrativa de Viajes.
¿Cómo surgió la idea de hacer un libro de viajes intercalando pincelas de filosofía?
Al final son mis dos pasiones. Yo soy filósofo y uno tiende a verlo todo con ojos de filósofo. Lo explico en el prólogo: viajar y ser filósofo es algo muy parecido. Nace del mismo impulso: el de la admiración ante el mundo: «¿Por qué existe el mundo en lugar de no haber nada?», que es lo que sería normal -aunque nos cueste asimilarlo, eso sería lo normal-. Pues esa es la admiración del viajero: «¿Cómo me voy a quedar aquí sabiendo que hay tantas cosas que ver?». Es el mismo impulso, uno más intelectual y el otro más geográfico, pero es el mismo. Había escrito algún artículo pero no un libro. Vi que estaba muy relacionado y, hay infinidad de libros de viaje, pero vistos desde otra perspectiva. En mi libro nadie va a encontrar una guía de restaurantes ni de que bonito es aquel sitio, sino la perspectiva del filósofo.
También está bien la idea porque hay pocos lectores y los que hay muchas veces leen cosas más ligeras. En cambio en un libro como este, junto a las anécdotas, se añade un poco más de profundidad, sin dejar de ser ameno.
Claro…Yo siempre intento no aburrir, porque no hay por qué aburrir a nadie. Una cosa es decir tonterías pero se puede tratar todo con humor. Creo que era Chesterton el que decía que lo contrario de lo divertido no era lo serio, sino lo aburrido. Así que intento hablar de cosas serias de una manera amena y fácil, sin utilizar jerga filosófica que es una cosa que me carga. Tenemos una concepción de la filosofía académica, que es la actual y que no sirve para nada. Socrátes hablaba y no aburría a la gente.
Al hilo de eso, de pequeño uno se hace muchas preguntas, yo por ejemplo, estaba fascinada con el tiempo. Cuando veía fotografías de mi abuela de joven y de mayor no me cabía en la cabeza que fuera la misma persona; pero cuando llegas al colegio o al instituto en lugar de fomentar esa curiosidad, lo que hacen es darte un montón de datos sobre filósofos, que también está bien, pero que si reduces la enseñanza de la filosofía solo a eso, tira para atrás.
En realidad eso que cuentas del tiempo es el motor de la filosofía griega. Todos los filósofos griegos lo que se preguntan es: «¿por qué existe el cambio?». Al final fíjate que Platón lo que hizo -lo explico muy resumido- es pensar que esto que vemos en realidad es falso, porque tiene que haber algo que no cambie. Esto del cambio son las preguntas que se hace la gente normal, pero luego llega la filosofía académica, sobre todo a finales del siglo XIX y durante el siglo XX, y convierte la filosofía en algo que no le dice nada a nadie. Ni siquiera a los propios filósofos. Si uno lee los artículos que se publican en la revista de filosofía, el noventa por ciento no aportan nada. Solo son para puntuar…Ahora en la facultades hay que hacer artículos para conseguir puntuación para tu currículum profesional… Es una cosa inerte, que no aporta nada.
Por otro lado, ¿qué te pasa con los guías turísticos?
He tenido de todo. Normalmente siempre intento ir con alguien, no soy un aventurero en el sentido de atravesar el desierto solo. He atravesado el desierto desde el Mediterráneo hasta Níger, pero porque me llevaba un tuareg. Me deseo de morir es limitado (risas). He acabado teniendo buenas relaciones con los guías…Son personas que también te tienen que aguantar. Durante ese período estableces una relación muy fuerte. Por ejemplo con Fasílides que me acompañó durante un mes en Etiopía. De verdad que lo considero un hermano. Establecimos una relación brutal siendo él como era. Yo no soy una persona fácil, pero él lo era mucho menos. O sea por un lado estableces una relación muy fuerte y por otro te permiten conocer, porque en realidad son los ojos del país.
Lo cierto es que sin ellos sería todo muchísimo más difícil.
Hay una cuestión del viajero-turista medio. Nos creemos -a mí también me ocurre- que llegamos a un país y que por pasar unos días ya sabemos algo de ese país… No sabemos nada. Pasamos por encima… Se lo decía a mi mujer el otro día porque salió un reportaje sobre la situación en el Sudán (Sudán está sumida en una guerra civil desde 2023). Cuando estuve en Sudán me dio la impresión de ser el país más tranquilo del mundo. Parecía un sitio en el que salvo que tropieces y te caigas, no te podía pasar absolutamente nada. Un país lleno de gente tranquila, sosegada. Tanto que me ponía un poco nervioso… Claro, estuve veinte días y había leído sobre el país, pero te quedas muy en la superficie. Por eso al ir con alguien, si tienes suerte, ves esa realidad con otros ojos, con los ojos de la persona de allí. Los viajeros, yo me incluyo, solemos ser gente muy arrogante en ese sentido. Pensamos que sabemos más, que somos más listos.
Tener el punto de vista local es mucha más enriquecedor y facilita muchos las cosas.
Yo soy un señor que tuve que pedir ayuda en Namibia para cambiar una rueda. Aquí es facilísimo, solo tengo que hacer una llamada. Ese hombre, Fasílides, mi guía en Etiopía, al final se preguntaba: «¿Pero este hombre, ¿como puede ganar dinero? Si se queda aquí solo y no sobrevive… ». Me dejó conducir allí y aguanté media hora, que se me hizo eterna. Me salían todo tipo de cosas por la carretera, era agotador… Creo que pensaba: «¿como han podido llegar a la luna en Occidente, si no son capaces ni de conducir?».
Con la tecnología hemos ganado muchas cosas, pero hemos perdido otras.
También me rio del otro extremo. Los que todo les parece bien. Este fin de año estuve en Abu Dhabi y para entrar en la mezquita las mujeres han de ir tapadas. Es así y hay que aceptar la realidad del país. En cambio la mayoría de mujeres que estaban allí de viaje lo vivían como una fiesta… «¡Qué divertido!», decían. Pues no, ¿hay que hacerlo? Pues santa paciencia, pero no es una fiesta. ¿Les parecería igual de bien que en Barcelona se les obligara a las mujeres a ir tapadas a todas partes? Se dan las dos circunstancias: el arrogante de «los demás son idiotas» y no, el idiota eres tú porque si te dejo aquí solo no duras ni un cuarto de hora. Y por el otro lado, convertir todo en una fiesta solo porque es del tercer mundo, pues tampoco. Algunas costumbres están mal. Viajar es como ver un espejo del ser humano y como soy pesimista respecto al ser humano, pues…
¿Sigues pensando que no volverás a Etiopía?
No volveré. Es verdad que hay una fiesta especial en Etiopía que me encantaría ver y que coincide con nuestro día de Reyes. Hay que reservar con mucho tiempo de antelación porque los pocos hoteles que hay se llenan. Pero por otro lado, aún siendo maravilloso, no sería tan maravilloso como aquel viaje que hice. Fue un viaje que empezó regular y al final no me quería ir de allí. Es verdad que el mundo es grande y que hay otros sitios a los que quiero volver, pero a Etiopía, no.
¿Tienes todavía algún lugar soñado al que aún no has ido?
Sí, sí, me queda una obsesión todavía que es el Congo. El Congo en general, pero lo que me gustaría es remontar el río Congo. Lo he hecho en el Zambeze y en el Níger. Además volver a leer El Corazón de la Tinieblas -que ya lo he leído dos veces, pero me da igual- y remontar el río Congo…que es un río salvaje de verdad, mucho más que el Amazonas, sería el viaje mítico que me falta. Lo que pasa es que hay dos problemas: el Congo sigue siendo un país peligroso, que no sale en las noticias porque hay países del mundo que están silenciados…
…como lo que ocurre en Sudán.
Sí, y sin entrar en política, cada día aparece una noticia sobre Gaza, pero lo que ocurre en Sudán no parece importar. Y el Congo ha sido invadido, aparte de por el M23, que es una guerrilla, por los ruandeses y por los ugandeses. Y eso no interesa . Esos señores que mueren ahí no les importan a nadie. Hay mucha riqueza en el país y eso ayuda a que se silencie. Hay muchos intereses económicos. Así que hay dos problemas como te decía: que es un país inseguro y que es un viaje difícil. Remontar el río Congo es muy duro y que yo sepa no han puesto ningún resort por allí y uno empieza a tener una edad (risas). O sea me quedan muchos países por conocer, pero mi obsesión mítica, digamos, es el Congo.
El viaje mítico que va mucho más allá de ir a ver un lugar.
El viaje mítico es el que a mí me interesa. He estado en Irak y en Uruk no queda nada en realidad, pero es que ahí nació el mundo…En el libro hablo de la admiración del niño ante un mundo que le impresiona.
Comentas en el libro que de pequeño veías con tus padres Informe Semanal que era lo que había, pero que precisamente eso te permitió conocer personajes como el emperador de Etiopía.
La libertad no es la libertad de elección. Cuando yo era niño solo había dos canales de televisión. Mi madre si hubiera vivido en esta época habría puesto en televisión el Sálvame de turno y yo nunca hubiera conocido a Haile Selassie, emperador de Etiopía, o al arzobispo Makarios de Chipre. Para tener libertad primero hay que tener conocimiento. Para tener conocimiento hay que reducir las posibilidades de elección. Por ejemplo, si te dieran a elegir de niño cada día entre comer judías verdes o un pastel, siempre va a elegir un pastel, pero entonces tu salud se resentiría. Así que tu madre te va a restringir la libertad para que puedas aprender a comer sano.
Ahora en cambio hay infinidad de posibilidades para elegir, pero la mayoría no ayudan a adquirir ese conocimiento.
El mundo va que es un horror, pero si tuviera que elegir en qué mundo vivir, elegiría este, porque en otro mundo probablemente yo ya estaría muerto… Ahora en lo que se refiere a vida intelectual… Por ejemplo le han dado el premio Princesa de Asturias al filósofo surcoreano Byung-Chul Han, pero con todo cariño, a este señor en la Edad Media no le hubieran dejado ni entrar en la universidad. Lo que dice es una sarta de obviedades desde mi punto de vista… Así vamos, dentro de cincuenta años no habrá nadie que sea capaz de leer Los hermanos Karamazov, porque no habrá nadie capaz de estar dos horas sentado leyendo un libro denso. Ahora todo tiene que ser inmediato.
Comentaba la escritora Elia Barceló que sus alumnos ya no se hacían imágenes mentales de la lectura.
El mundo ya es otro… y es mucho pero que eso. Conozco un caso de alguien que cuando en su trabajo le encargan un informe, ¿sabes lo que hace? Ir al ChatGpt y pedirle un resumen de lo que tiene que hacer. Claro, estamos en un mundo en el que la gente simplemente ya no tiene comprensión lectora. El ChatGpt le dice : «tienes que poner, esto, esto y esto…». El único problema es que no entiendes nada.
Y tampoco sabes hacer nada.
Ese es el mundo al que vamos. También es verdad que Sócrates no escribió ningún libro, Platón estaba en contra de ello y al final Aristóteles ya asistió a un cambio de paradigma de cultura oral a escrita, pero el mundo que conocemos ha acabado ya. En Dubai han abierto una especie de sucursal del Louvre. Le pidieron permiso a los franceses, que al principio dijeron que no, pero les pusieron una buena cantidad de dinero sobre la mesa, y accedieron. Además les enviaron obras que tenían sin exponer en el Louvre de París. Fui a verlo y la gente me empujaba, ¿sabes por qué?
Porque te habías parado a mirar.
Claro, porque la gente llegaba a la escultura hacía una foto y se iba, en vez de ver la escultura real. Yo siempre digo que el mundo está dividido en dos mitades, los que fuimos romanizados y los que no. El resto son bárbaros. En Dubai en uno de esos centros comerciales lujosos, me senté a tomar un café porque no me puedo permitir comprar nada (risas). Al lado se sentó una familia con un niño. Al niño le ponen un donut, pero el niño siguió protestando hasta que el padre llamó al camarero y le pidió algo. Al cabo de un rato apareció con unos sobres de kétchup y se lo puso por encima al donut… (risas). Es una metáfora del mundo en el que vivimos. Son poderosos y ricos pero alguien que le pone kétchup al donut no va a leer a Dostoyevski.
Leer un libro también es viajar.
La vida es una metáfora del viaje, pero un libro también. Pero ahora me temo que mucha gente viaja, pero su cerebro se queda en casa. Por otra parte antes los niños leían libros que eran para adultos, eran libros que no tenían sexo ni violencia extrema, como los de Julio Verne, Emilio Salgari…pero que en realidad estaban escritos para adultos. Para los niños era subir un escalón. Ahora los adultos leen libros para niños, como los de J.K. Rowling, por ejemplo.
O libros cada vez más ligeros y con menos páginas para pasar pronto al siguiente porque nos aburrimos.
La gente se aburre con todo. Van al otro extremo del mundo y no saben qué hacer. Pues se trata tan solo de tomar un café y dejar pasar el tiempo. Hace unos años fui a Marruecos y visitamos el desierto. Nos sentamos en las dunas para ver el atardecer, pero al final me enfadé porque la gente estaba gritando, corriendo…Hemos venido hasta aquí para ver esto, el atardecer sobre las dunas, si no le vais a prestar atención, os podíais haber quedado en casa. Pero es porque necesitamos estímulos constantes en una sociedad dominada por la prisa. Ni siquiera somos capaces de pararnos a mirar alrededor.