Nos acompaña José Asensio, autor del libro de relatos titulado En el cielo no hay jamón, su primera obra publicada.
En el cielo no hay jamón es lo primero que has publicado, pero, ¿es lo primero que has escrito?
No. En el cielo no hay jamón son diecisiete relatos unidos después de diez o doce años escribiendo y guardándolo en el ordenador, hasta que en un momento dado hay un editor que me dice «esto vale la pena» publicarlo. No hay un libro anterior.
A pesar de tratarse de una recopilación de relatos, ¿subyace alguna idea que esté presente en todos ellos y que sea el mensaje, en singular, que pretendes transmitir a los lectores?
Bueno, esa pregunta también me la hicieron en la editorial. El mensaje me he dado cuenta después de escribirlo, porque cuando uno escribe a veces no se da cuenta de que escribe sobre lo mismo: tristeza, frustración… y entonces sí que hay un nexo común entre todos, de personas que de alguna manera son padecedores de la vida, personas que sufren porque tienen un padre al cual no pueden cuidar o no entienden que tenga una enfermedad, o personas frustradas porque no han podido llegar al puesto de trabajo que querían… Por ejemplo, el de En el cielo no hay jamón, que nos lo podemos imaginar, es alguien que va al cielo y allí no hay jamón, la gran frustración de llegar a ese cielo donde él tenía otra idea y no es la que es, aunque sea un poco en clave de humor, pero lo que sí es verdad es que al final lo que trabajo mucho es esa frustración de querer llegar y no poder; no tanto la tristeza humana, que también va un poco implícita, pero de no alcanzar las metas que uno se pone, aunque es verdad que luego siempre hay un punto de solución, de esperanza, de que ha pasado esto pero hay una solución final.
He oído decir con frecuencia que la obsesión es quízás uno de los temas más literarios hay. ¿Podríamos decir lo mismo de la frustración?
Claro que sí. De hecho, en este libro son obsesiones, hay algunos (relatos), por ejemplo, Ni olvido ni perdón, en los que hay una obsesión a partir de una frustración; un señor que no logra tener el trabajo que él quería y entonces se obsesiona con toda la gente que le ha hecho daño durante todo ese periodo, y entonces, de alguna manera, yo creo que sí está relacionado. En algunos la obsesión se lleva a límites muy grandes. Aquí pasa porque el editor me dijo «Madre mía, esto es muy fuerte, espero que no lo hagas nunca», y yo le digo que no, que lo ha hecho el personaje; y luego hay otras frustraciones que llevan a otro camino diferente, no tanto a una obsesión sino a una fijación que acaba y como ya no puede llegar, pues para.
¿Cómo definirías tu estilo a la hora de escribir?
Muy directo. Antes de lanzarme a publicar el libro (ya sabes que soy presidente del jurado del Premio Águilas de relato breve), y no es que tenga la autoestima baja, pero cuando uno escribe y le pregunta a un amigo qué le parece y dice que muy bien, que maravilloso, no sabes si por amistad te están mintiendo. Entonces lo que hice fue enviarlos a algunos ganadores o finalistas del premio de relato, y cuando vi que gente diferente que no se conocían entre ellos y no puedo considerar que sean amigos me decían que valían la pena o que estaban muy bien, entonces es cuando yo pensé publicarlo. Todos coincidían un poco , porque mi estilo yo lo veo de una manera y los que lo leen lo ven de otra, y me decían que era muy directo, muy personal, no buscando palabras enrevesadas que nadie entienda. Mis historias son de la vida, como te estoy hablando ahora. Por eso pienso que es un libro intergeneracional que puede leerlo un chaval o una chavala de quince años y puede leerlo una persona mayor. Entonces ahí está todo, es una historia de un señor que pasa esto… Es decir, directo.
¿Cuánto hay de José Asensio en las historias que nos narras?
Ahora tengo que decir aquello de me gusta mucho que me hagas esta pregunta (risas). Bueno, mucho y poco. Cuando me siento a escribir, muchas veces pienso que no soy yo el que escribe, que es como si alguien me dijera «escribe esto», y cuando publiqué el libro me lo leí entero porque nunca lo había leído todo, y dije «Madre mía, ¿Esto lo he escrito yo?». Tengo esa sensación a veces. Entonces, ¿cuánto hay de mí? Mucho y poco, en el sentido de, por ejemplo, la gente que ha acabado el libro y me va diciendo cosas, algunos dicen «esto es un reflejo de ti, cien por cien», y yo le tengo que decir que no, que cien por cien no; pero el que me conoce bien sabe que hay esa actitud ante la vida, ante las personas que sufren… Quizás el que conozca toda mi trayectoria con la edad que tengo sabe que también he padecido, como todos al fin y al cabo; y todos esos refllejos de la alegría momentánea, de felicidad también momentánea, de frustración, de peligro incluso, de sueño, porque también hay mucha cosa onírica en todo esto, entonces sí, es un feflejo. Las historias, ¿son cosas que me han pasado a mí? No. En absoluto, excepto alguna como El Abuelo, que es lo que yo viví cuando no pude ir al entierro de mi abuelo, eso sí que es bastante real, excepto una gaviota que sale por ahí, pero la historia en sí es lo que yo padecí… El resto son historias totalmente inventadas que me vienen a la mente a partir seguramente de alguna cosa que he escrito, de alguien que me ha contado alguna cosa o de algo que he visto.
Tras haber dedicado toda tu vida laboral a la enseñanza a varias generaciones, ahora eres promotor de un interesante proyecto en la tierra en la que están tus orígenes, Águilas, en la provincia de Murcia. Cuéntanos brevemente en qué consiste ese proyecto, joven pero muy consolidado.
Bueno, desde muy pequeño siempre me ha gustado leer, he sido de letras puras, y lo que se me quedó en la cabeza en el año 72, cuando tenía doce años, fue ver allí, en una librería en Águilas, el Premio Águilas de novela 1972, y entonces descubrí que había habido un Premio Águilas de novela, y me dije «madre mía, esto qué importante», y fue precisamente ese año cuando se acabó ese premio. Luego estudias, pero siempre me quedó en la mente ese tema y entonces, no sé con qué edad, decido investigar los libros, dónde estaban (en aquél momento no existía Iberlibro y estas cosas para encontrar una colección), y me fui buscando por las bibliotecas de Cataluña y encontré los cuatro libros y me los leí. En Águilas hay mucha gente que recuerda eso. Hay una figura que es Juan Oliver, un cronista, y me fui a él, que tiene diez años más que yo y había vivido aquella época, y me explicó la importancia del Premio Águilas de Novela, creo que fue del 68 al 72. A partir de ahí yo, más consolidado digamos culturalmente y profesionalmente, es cuando decido, hace ya diez o doce años, hacer un homenaje a los escritores que ganaron esos cuatro años (había tres vivos)… Bueno, la verdad es que fueron cinco años, uno quedó desierto, y de los cuatro ganadores vivían tres, y la hija de uno de ellos se dedicaba a trabajar por la memoria de su madre. Hicimos un homenaje muy bueno en Águilas y entonces fue cuando decidimos, junto con otra persona que es Pascual Gálvez, un catalán como yo con raices aguileñas, pedir al ayuntamiento recuperar de alguna forma un premio literario para Águilas. En aquél momento, que era un momento de crisis, Pascual quería el cien por cien del Premio Águilas de Novela que, todo hay que decirlo, fue el segundo más importante de España después del premio Planeta, pero eso era imposible a nivel económico, y además era otra época: habían pasado casi cincuenta años. Entonces el ayuntamiento, por boca de mi amigo Tomás Consentino, hoy ya fallecido y que era concejal de hacienda en aquél momento, le propuso a la alcaldesa, al concejal de cultura, a Pascual y a mí, iniciar un premio; él dijo que una cosa sencilla, vamos a empezar con un premio de relatos breve y lo vamos viendo. Se me quedó esa frase: lo vamos viendo. Me dijo que podían poner 6000 euros encima de la mesa para premios. Y, bueno, ya estamos en la novena edición, para el año que viene estamos preparando una décima edición que creo que va a ser importante, y lo que te puedo decir de este premio, dotado ahora mismo con 2000 euros para el ganador y 500 el segundo y el tercero. Es que no es tanto la dotación como el acto en sí, en el hall del Auditorio que es maravilloso con esa cristalera viendo el mar, viendo además la puesta del sol, es precioso… Todo el mundo que viene y que recoge el premio lo dice. Y no sólo por eso, muchos nos dicen que es ya un referente en toda España; como digo, no tanto por la dotación, por ejemplo hay premios, en Mazarrón mismo creo que son seis, siete u ocho mil euros pero en cambio no tiene el prestigio que pueda tener el de Águilas, no sé por qué, pero quizás por este sentimiento que tenemos, y el hecho de organizar un acto concreto con su música… que hay veces que los premios se dan enmedio de un concurso de paellas: reparten la paella y dicen «un momento, vamos a dar el premio». Lo dan y a continuar con la paella; y nosotros tenemos creo que esa sensibilidad y, bueno, el caso es que sigue adelante y con mucho prestigio
En base a la experiencia del Premio Águilas de relato breve, y al margen de los grandes circuitos comerciales, ¿cómo ves el panorama literario español en la actualidad?
Bueno, ahora que estoy intentando vender mi libro, es bastante complicado, porque ya sabemos que todo es muy mediático y es muy difícil que los escritores como yo… qué te voy a contar, cuesta mucho acceder al circuito normal. De hecho, ahora me acaban de invitar a ir a presentar mi libro y a firmar libros en la Feria del libro de Madrid, y tú dirías «qué bien, qué maravilla», vale, pero tengo que pagarme el viaje, el hotel, y tampoco está tan claro que pueda vender algún libro, porque realmente el mercado está copado por las grandes editoriales y la gran publicidad. O sea, guste o no, está muy difícil que el boca a boca funcione. No lo critico, de hecho todos nos movemos un poco así, cuando queremos ver una serie de una plataforma digital nos movemos por la publicidad que nos hacen, y también por el boca a poca, pero realmente te machacan ahí de publicidad… Pues en los libros pasa igual, es complicado. Bueno, yo ya me conformaría a nivel particular con que mi libro entrara en algunos clubes de lectura de bibliotecas, por ejemplo, yo creo que es adecuadísimo para eso. De hecho, en Águilas están esperando que lo presente para hacer un club de lectura. Son diecisiete relatos a los que puedes dedicar diecisiete semanas, ¿sabes? Prácticamente todo un curso escolar y cada relato para poder hablar una horilla. En Castellar del Vallès, donde lo presento el 24 de septiembre, también me han dicho, sin leerlo, que puede estar muy bien para esto… Y, bueno, ya me conformo con eso
¿Cómo y dónde se puede adquirir un ejemplar de En el cielo no hay jamón?
Básicamente pones En el cielo no hay jamón en Internet y ya sale ahí en un montón de sitios. Ha costado mucho porque antes de Sant Jordi ediciones Carena sacó como diez o doce libros a la vez, y entonces, claro, se tienen que ir colgando, y ahora mismo lo puedes comprar en Amazon, en Casa del Libro y en una plataforma que se llama todostuslibros.com. Físicamente está en Andalucía. Yo pregunté por qué en Andalucía, o sea, en las capitales, está en una librería. ¿Será por lo del jamón?, pregunté, y me dijeron que no, que la distribuidora, que se llama Libromares, tiene la sede en Sevilla, y lo que hacen ellos es distribuir tres o cuatro libros a las librerías asociadas de todostuslibros.com. Pero ahora mismo en Casa del Libro se puede y en los próximos días o semanas estará en Abacus, Fnac… O sea, estar está.
¿En qué proyectos estás trabajando actualmente? ¿Tal vez el salto a la novela?
No. Eso también me lo preguntan mucho. Yo nunca he pasado de las veinticinco o treinta páginas. Precisamente, cuando conocí a esta gente de Ediciones Carena lo que me preguntó José Membrive, que es el fundador, un señor ya mayor que se leyó algunos de mis relatos y también seguía mis artículos de opinión que escribo en un diario digital de Sabadell, me dijo: «Escribe una novela», y le dije que no puedo escribir una novela. Hay gente que escribe relato corto y gente que escribe novela, y de alguno de los relatos decía que si esta historia la alargara podrías hacer un libro de trescientas páginas. Le contesté que no sé hacerlo, que no me veo capaz. Yo creo que si hay un segundo libro volverá a ser de relato corto. Lo tengo clarísimo porque ya tengo algunos escritos, y creo que es mi siguiente proyecto; vamos, si sigo vivo.
¿Algo más que quieras añadir?
Podría decir «compradme el libro, por favor». No, pero leedlo. Yo creo que es importante leerlo, como sea. La gente que está leyendo los relatos está descubriendo a una persona que no conocía, eso también es verdad. Piensa que yo soy, especialmente es Sabadell, conocido por mis artículos de opinión, artículos semanales desde hace ya trece años, con lo cual cada sábado sale un artículo para hablar, yo que sé, del festival de Eurovisión como el otro día, pues eso no tiene nada que ver con mi manera de escribir, con mi manera de expresarme, con ese análisis tan exhaustivo y tan potente, según gente que lo ha leído, de los personajes, que eso no está en un artículo de opinión. Entonces descubren, y muchos me lo están diciendo, principalmente en la editorial ya me lo dijeron, «¿Pero esto lo has escrito tú?». Hombre, pues claro que lo he escrito yo. Es que es otra persona, ¿no? Como si fuera bipolar en ese aspecto y, claro, yo creo que está gustando precisamente por eso, por ese descubrimiento de una persona como yo. Lo tenía ahí en el cajón y en momentos de tristeza o de estar solo y cerrar la puerta de mi despacho, meterme en un personaje o en dos o en tres, y eso creo que es un descubrimiento, aparte de que son historias muy de la vida, hemos hablado de la frustración, de la cobardía, del miedo… y yo creo que muchísima gente se puede ver reflejada en alguno de estos personajes, para bien o para mal.