Presentamos hoy a Omar Fonollosa, estudiante de Filología Hispánica. además de poeta. Desde la más estricta soledad es su primer poemario.
¿Desde cuándo escribes?
Todo comenzó a los diez años. Mi padre puso un disco de Joaquín Sabina —cantautor que desconocía hasta ese momento—en el coche, sonó una canción, Ruido. Me fascinó. Al llegar a casa imprimí la letra y empecé a deleitarme con esa maravilla. A partir de ahí comencé a interesarme por los sonetos, compuse mis primeros versos rimados y a medida que el tiempo fue pasando y yo fui devorando libros, el verso libre llamó a mi puerta y ahora lo utilizo como una manera de conocer de mí mismo lo que creía haber olvidado.
¿Editorial tradicional o autopublicación? ¿Cuál es tu experiencia?
Yo he tenido la fortuna de que una de las mejores editoriales que trabaja en Aragón se haya fijado en mis letras. Es indiscutible la cantidad de ventajas que tienen las editoriales tradicionales, se involucran con el autor o autora, lo acompañan en todo el proceso de edición y distribución. Además, las editoriales tienen el criterio —por muy ensoberbecido que pueda sonar por mi parte— de cribar todas las obras que reciben y publicar aquellas que de más interés le resulten en cuanto a calidad literaria.
¿Crees que las nuevas tecnologías ayudan al autor novel?
Yo concibo las nuevas tecnologías como una herramienta con la que informar de mi trabajo, si no las entendiera de esta forma, las vería como una auténtica pérdida de tiempo. Las redes sociales cuentan con la ventaja de servir de micrófono, altavoz a quienes tienen algo interesante que contar y con lo que pueden contribuir a la sociedad, pero lamentablemente también sirven de altavoz para quienes no tienen nada que contar y terminan hablando naderías y absurdidades. Si abres cualquier red social tienes a cientos de “poetas” compartiendo versos que escriben para compartir. Ahí radica el problema y la diferencia. Yo no escribo para publicar en redes, yo escribo por necesidad de desahogo, y si me apetece y sólo si me apetece, comparto algún verso. No publico en redes ni el diez por ciento de todo lo que escribo, me parecía absurdo romper de esa manera el factor sorpresa con el que cuenta la literatura.
¿Cuales son tus referentes a la hora de escribir?
Si le hicieras esta misma pregunta a mis amigos y amigas todos te dirían que resulto incluso cansino hablando tanto de Joaquín Sabina, pero qué le voy a hacer, me parece el mejor poeta que tenemos en España y en todo el ámbito de hispanohablantes. Él, por tanto, el primero. Seguido de Benjamín Prado y Luis García Montero, así como Ángel González, Almudena Grandes, Alejandra Pizarnick, Mario Benedetti, Bukowski, Maruja Mallo… Hablar de referentes literarios no significa excluir a compositores y compositoras musicales, las letras de Rozalén y de Silvio Rodríguez así como el legado que nos ha dejado Javier Krahe, me parecen imprescindibles ya no para alguien que escriba, sino para cualquier persona que esté viva.
¿Crees que los poetas lo tenéis más difícil?
Yo no me considero poeta y no es falsa modestia. Soy consciente de todo el recorrido y bagaje tanto personal como profesional que me falta, me quedan infinitud de libros por leer, multitud de conocimientos que aprender. Porque de todo se aprende, no sólo de los libros. Se aprende mucho de los comportamientos de las personas que te rodean, disfruto mucho observando. Poeta no, puedes llamarme versificador. Es cierto que la poesía no está entre los libros más vendidos de casi ninguna librería, pero quien escriba para conseguir fama no estará contribuyendo a la labor literaria. A mí me gusta decir que yo no me dedico a vender mi libro, sino a defenderlo. En cuanto a lo personal, la poesía exige vivir incendios y que ocurran situaciones personales de crisis para que se pueda crear.
Háblanos de tu poemario Desde la más estricta soledad.
Es una recopilación de poemas que he ido escribiendo hasta los dieciocho años. En éstas páginas hablo del amor como una metáfora idealizada que nada tiene que ver con la realidad y del desamor como la situación más habitual y recurrente en la vida de cualquier persona. Hay poemas desgarradores que he escrito del tirón a consecuencia de cualquier vivencia. Pretendo jugar con las palabras en todas sus formas y cuidando mucho el lenguaje además de defender y reivindicar la importancia que merece. Son poemas cotidianos, con imágenes reales que a todos nos han sucedido o nos van a suceder. Es un libro lleno de descripciones constantes y factuales. Hay poemas dedicados a chicas de mi edad que me han hecho sentir —no digo cómo— así como poemas que he escrito a una chica que he visto una vez pero algo de ella consiguió cautivarme e impide que la saque de mi cabeza. Pero mejor que lo lean y se sientan representados, yo puedo contar lo que intento transmitir pero hasta que no lo lean no lo sabrán a ciencia cierta. Hasta el momento está recibiendo muy buenas críticas por parte de autoras reconocidas como Ana Alcolea, Patricia Esteban Erlés o Irene Vallejo, lo que me hace sentir profundamente agradecido.
¿Qué proyectos tienes?
En este 2020 organizaré nuevas presentaciones de mi poemario en diferentes zonas de Aragón y quizá hasta en otras comunidades en función de cómo responda el público. Tengo en mente hacer varios recitales por Zaragoza acompañado de amigos y amigas de este mundo, además de una colaboración que no puedo revelar hasta que me confirme pero que aseguro será maravillosa. Leer y escribir por encima de todo, divertirme y no parar quieto. Cuando tengo pocos quehaceres poéticos me frustro; necesito sentirme realizado y sólo lo consigo de la mano de la cultura.