Fotografía: Teresa Jiménez
Tenemos con nosotros hoy a Roberto Sánchez, que después de Asesinos de Series, se adentra en el mundo del espionaje con Quienes manejan los hilos, su nueva novela.
¿Cómo ves la evolución entre las novelas Asesinos de series y la nueva, Quienes manejan los hilos?
No me gusta mucho encasillarme. No soy de género fijo. Y sí que había visto que, al escribir primero Asesinos de Series como novela, además también tenía otras cosas que tenían que ver con el misterio y hacer lo de los detectives en la radio… Veía que se podía estigmatimatizar como que Roberto Sánchez solo escribe novela negra. De hecho esta también se está vendiendo como novela negra. Sí que hay suspense y hay misterio, pero no entraría dentro de los cánones de lo que es un clásico de la novela negra. Aquí ya me quería distanciar un poquito porque aunque hay un gran suspense y hay una trama arco, Asesinos de Series era un homenaje a las series. Algunos lo vieron como algo juvenil por lo de los blogueros. Siempre es fácil poner etiquetas… Y venga, novela negra. Entonces, yo no sé escribir si no hay una trama y aquí hay tramas y subtramas, pero creo que escribo sin encasillarme en un género. Utilizo el lenguaje y la narrativa que creo que necesita este libro, que es muy diferente a Asesinos de Series, que está situada en la actualidad, en 2018. Sobre todo yo creo que se ve que cuando hago los flashback, porque casi toda la novela es flashback, ¿no? La prosa es un poco más seca y más moderna, aun siendo el mismo narrador, cuando estoy centrado en 2019 que cuando me retrotraigo a 1967. Además era un poco homenaje también a las incursiones en la Barcelona de —salvando todas las distancias, ¿eh?— de Eduardo Mendoza, de Zafón, de Marcé, un poco si se quiere… Entonces pues creo que me dejo llevar por lo que como lector me ha evocado ese tipo de literatura.
Has pasado de los detectives a los espías, por lo que misterio sigue habiendo…
Claro, desde luego misterio ya te digo que hay. Además a mí me gusta jugar un poco —un poco no, me gusta jugar bastante— con la tensión. No poniendo muchas trampas, pero creando un amplio abanico de opciones para que el lector piense qué ocurre. De hecho ya el primer anzuelo es —aunque después no se llegue hasta el final de la novela— qué pasará dentro de la caja esa de Franco, del helicóptero que llevaba sus restos en la exhumación. Después se van sucediendo otros misterios, porque además eso a mí me motiva como lector, y me motiva también como escritor para buscar así ejes de complicidad con quien esté leyendo.
¿Por qué elegiste precisamente este acontecimiento?
La idea de quienes manejan los hilos y todo lo que significa eso, es decir, quién está detrás de aquello que vulgarmente decimos: “es que nos quieren confinar, es que nos quieren tal… Ese “nos”, ¿a quién se refiere? ¿A alguien como a un ente super inteligente? Y no hablo ya de teorías conspiranoicas. ¿Quién hay detrás? Yo sí que tenía esa idea rondándome. Tenía también la idea del chico sin oficio ni beneficio que lo llevan sus padres buscándole una salida laboral y de casualidad se mete entre bastidores del Estado, y con esa mirada inocente de ver qué se cuece. Entonces con esas dos premisas desde luego… y quería situarlo aquí en España. Creía que la época del tardofranquismo y la transición era cuando más podía ver un contexto que me ayudara para eso que yo quería explicar. Y coincidió que tenía algo así, pero no muy maduro en la cabeza; entonces el día de la exhumación de Franco vi aquello y de repente el chip este de las historias de misterio surgió, y dije: «¿Y si se estrella el helicóptero? ¿Y si resulta que aquí dentro de la caja…?». Porque a mí me generaba mucha curiosidad también: «¿van a levantar, van a hacer alguna prueba de ADN?». Y como me encontré con una leyenda que hablaba precisamente de que allí no estaba enterrado Franco, se dio la tormenta perfecta para que sirviera de punto de partida.
Das una versión alternativa de la historia que es verosímil, ¿por qué no podría haber ocurrido así?
Cuando más ahondaba en la documentación y eso, veía que no había nada, es una ucronía, pero no había nada que lo refutara… Me han preguntado por ejemplo: «pero ¿hay pruebas suficientes de que se puede dudar de que Franco esté ahí?» Hombre, no sé… No hay pruebas fehacientes tampoco de lo contrario y desde luego pruebas para llevarlo a un libro de historia, no. Tampoco soy historiador, pero soy novelista y me puedo permitir ese lujo de recrear el pasado. Y lo he hecho, como dices tú, ajustándome a hechos históricos. Algunos surrealistas. Todo lo que se cuenta ha pasado realmente. No quiero contar lo que, aunque se puede saber leyendo en algún libro, cuando una vez Franco estaba tan malo que para llevarlo a la enfermería del palacio lo menten en una alfombra y lo llevan rodando.
Es que todo lo que puedas imaginar, probablemente ha sucedido ya.
Eso es y eso pasó. Yo lo veía cuanto más me documentaba y más ahondaba y me decía voy a contarlo por ahí. Además no voy a traicionar a la realidad, tengo unos protagonistas que no han existido y los meto en un entorno en que todo lo que se cuenta ha ocurrido de una manera u otra.
Como periodista, ¿sabemos quién mueve los hilos? ¿nos enteramos de verdad de lo que pasa?
Yo creo que sí, siempre hay cierto, no sé si morbo… Es una tendencia muy humana, y además de humana especialmente latina, para creer que hay algo ahí detrás de nosotros que no nos cuenta la verdad; que nos tienen engañados. Que hay como un Club de Bildenberg, para entendernos. En realidad eso es lo que cimenta y justifica que tengan tanto recorrido las fake news y sobre todo en esta era de las redes sociales que corren por ahí. Y las propias redes sociales, los propios medios, Facebook, Twitter, se dan cuenta de que perdemos tanto tiempo en retuitearnos, en reenviarnos todas esas cosas que ahondan en el caldo de cultivo de que hay siempre una mano oculta. Yo creo que nos gusta más eso de tener a un amigo y decir: «Shsss, que yo tengo un amigo y hazme caso a mí, que hay un ministro que está liado con no se qué torero…». Esto es muy de «cuñao»… Este fenómeno que antes no se llamaba de «cuñao»… Es decir: «es que aquí yo tengo una buena fuente… Hazme caso que yo conozco a nosequién en el ministerio», y ya está. Yo creo que hay mucha tontería de esta.
¿Cómo te ha influido esta situación y el confinamiento?
Yo soy muy disciplinado para mi trabajo y en principio tendría más horas. Sí que es cierto que yo escribo mucho en los Aves y en los metros. Ahora, desde marzo, he estado haciendo el trabajo de la radio prácticamente el noventa y cinco por ciento desde casa; con viajes muy esporádicos a la radio. Técnicamente es posible presentar y dirigir el programa desde aquí, desde casa. Primero sufrí una situación… Porque no tenia así ninguna novela, esta ya la tenia cerrada. Incluso la segunda parte de Asesinos de Series que se publicará seguramente en septiembre del año que viene. De hecho se iba publicar esta segunda parte de Asesinos de Series ya en marzo, lo que pasa es que se postergó, porque como se suspendió todo… Feria del Libro y todo eso… No tenía ninguna, tenía apuntes de próximas novelas. No tenía ninguna así por cerrar y estoy escribiendo menos que nunca. No sé si sobrepasado por esto… Es algo que en el programa hemos planteado y hemos consultado con diferentes creadores y hay como dos vías: una la del mundo musical, que se pusieron a hacer casi conciertos todos ahí por zoom —aunque la tecnología no ayudara mucho para sincronizar—. Hubo una gran esfervescencia creativa en el mundo de la música. Los escritores, al menos en el primer mes o mes y medio, creo que nos quedamos como pensando… Ahora esto no nos lo podíamos imaginar, era territorio de las distopías. Ciencia ficción. Es que ahora la ciencia ficción nos ha adelantado por la derecha. ¿Hay algo que yo pueda escribir? Tampoco vamos a escribir todos sobre lo mismo. Sea, yo qué sé, un ejercicio un poco más de ensayo, o llevar a nuestros personajes a la claustrofobia de esto que se está viviendo… No vamos a escribir todos lo mismo. Entonces, yo al menos, me quedé bastante bloqueado. Ya te digo que soy muy disciplinado y suelo escribir y sigo escribiendo, pero me cuesta mucho más que antes.
¿Cómo crees que saldremos de ésta? ¿Mejores, iguales…?
Yo creo que la condición del ser humano… Estaba muy bien eso, nos servia como bálsamo, de al principio decir: «de esto saldremos mejores». Yo creo que ahora tenemos demasiadas pistas, cuando no demostraciones, que de esto no vamos a salir mejores. Bueno, no tenemos más que fijarnos en nuestros representates políticos. Si ellos son los que nos representan y están actuando así. Ya he oído hablar de una gran decepción ante los que están ahí representándonos. En un momento en el que lo único que pediríamos todos es que se reunieran, que se dieran sus voces si quieren, pero no en el hemiciclo que es la cámara donde nos representan a todos; pero que salieran después a decir que: «ahora pase lo que pase vamos a estar unidos, porque lo que necesitamos es unidad», y esto no ha ocurrido. Al revés, se ha encabronado mucho más la políitca. Entonces yo, desde luego, creo que vamos a salir igual o peores. Hubo treguas hasta en la Primera Guerra Mundial. hubo tregua un día de Navidad… Oiga pero ¿tan difícil es esto? Es que estamos peleando a ver quién puede sacar rédito político, a ver quién es más torticero. Si puedo ser dos puntos más torticero que este porque creo que mi electorado es lo que espera… Entonces estamos en una época de egoismos y de miradas que nada tienen que ver con lo que está buscando y está esperando la sociedad, que yo creo es el ejemplo de que mejor no estamos.
¿La experiencia como escritor ha sido satisfactoria?
Sí. Hombre, yo en realidad había escrito mucho para mí, pero nunca había tenido ninguna motivación para ordenarlo y convertirlo en una novela. Siempre he escrito mucho interiormente, para mí… Si hubiera coincidido con este tiempo de confinamiento a lo mejor se pensaría: «mira, es una forma de vehicular por ahí..», pero esto viene un poquito de antes. No sé por qué pero llegó el momento en 2017 o así y me puse a escribir. Ahora ya forma parte de mi vida y es raro el día que no escribo. Para mi es muy satisfactorio. Precisamente esta tarde comentábamos en la radio con Elvira Lindo de como las redes nos están condicionando tanto. Las redes son el escaparate. Igual que queremos salir guapos en las fotos de Instagram y que lo perdemos todo por los likes. Si que veo que en este mundo lo que no me gusta… No es exclusivo del mundo literario… Lo que no me gusta es esa necesidad por estar ahí todo el rato. Aparentar, vender el éxito: «de mi obra se vendió no se cuántos miles…». Y se vende sólo en Amazon y entras y está en el puesto doce mil, pues no puede ser un bestseller. Todos parece que tengamos como una necesidad… Y después con la facilidad para autopublicar me parece que surgen muchos intereses satélites como: «yo te voy a promocionar el libro, yo te voy a hacer una portada»… vendiendo muchas motos de coachs baratos… No lo quiero achacar solo al mundo literario, sino que hay muchos jetas que se quieren aprovechar de la buena voluntad que tiene mucha gente de escribir. No de llegar a ganar el premio Nobel, que no está en las aspiraciones ni en los sueños de muchos; pero escribir y tener la satisfacción de que la lea alguien y que te digan qué es lo que les parece. Y yo creo que, de ese sueño que es tan noble, también se intenta hacer negocio por parte de alguno.
¿Nos puedes adelantar algo de tus nuevos proyectos?
La segunda parte de Asesinos de Series está ya, porque ya te digo, se iba a publicar antes que esta. Se llama Salvarás a mis hijos. Está prevista la publicación para septiembre del año que viene, también con Roca Editorial y es la vuelta de Velasco y Benítez. Tienen más peso Velasco y Benítez, mucho más que los blogueros. Bueno ya lo tenían en la primera. El punto de partida es que Asesinos de Series lo ha comprado un grupo multimedia y entonces ha sido un éxito y lo han convertido en una película. Cuando se estrena esta película empiezan a morir ejecutivos de esa empresa, que es la que ha producido la película. A partir de ahí empieza otro nuevo caso.
¿Y alguna nueva?
Nuevas ahora mismo tengo dos. Una novela dura, negra que tiene casi más que ver con el true crime. Y tengo otra que podría ser la continuación… No la continuación, pero sí con el mismo protagonista de Quienes maneja los hilos, Ramón Santaolalla