El 19 de mayo de 1977, el tren directo París-Estambul del Orient Express (entonces llamado Direct-Orient) salió de la Gare de Lyon de París para realizar su último viaje. Se dirigía hacia Atenas y Estambul: la ruta clásica del Orient Express que se bifurcaba en Belgrado. Era mucho más que un tren, representaba la unión entre Oriente y Occidente, pero también los largos dedos del colonialismo europeo. Era «un tren que lleva nuestra memoria, una vena que recorre Europa», según Mauricio Wiesenthal, y para muchos significaba un sueño.
Tomás Alcoverro, corresponsal y decano de periodistas españoles, perdía su oportunidad de viajar en Orient Express, según explica en su libro, en el que responde a las preguntas de Plàcid Garcia-Planas, Tot està per dir: «Cuando por fin decidí comprar el billete, descubrí que el último tren del Orient Express ya había salido». En sus propias palabras: «En la vida perdemos bastantes cosas porque creemos de una manera bastante, no diré estúpida, pero bastante sin pensar, que las cosas duran… Las cosas no duran nada de nada. Y entonces en este caso fue por mi culpa, por mi tontería: «ya lo haremos otro día». No hay otro día». A lo que García Planas comentaba: «hace unos años, con la oleada de refugiados hacia Grecia, muchos de ellos caminaban por las vías abandonadas del Orient Express». Por donde pasaba el tren, ahora caminaban las personas pero sus vías seguían acompañando la historia.
Muchos son los libros y las películas dedicados a este tren o en los que se menciona. Solo enumeraremos algunos de ellos. Desde el conocidísimo Asesinato en el Orient Express, de Agatha Christie, al dedicado por John dos Passos a relatar su viaje a bordo del tren y por Oriente Medio en 1921; Orient Express es su título. En Orient Express: De Pointoise a Estambul, Edmond About nos deja el relato de su viaje inaugural en octubre de 1883. Pero la primera novela en tenerlo como protagonista fue La madona de los coches cama, de Maurice Dekobra, que vio la luz en 1925.
Graham Green le dedicó su novela El tren de Estambul y viajó en él con su tía –Viajes con mi tía es una de las novelas más divertidas que escribió Green-. Eric Ambler lo utiliza como escenario en La máscara de Dimitros. Entre los ensayos, destacar La belle époque del Orient-Express (ahora descatalogado, pero que aún se puede conseguir de segunda mano), y el delicioso Orient-Express. El tren de Europa, ambos de Mauricio Wiesenthal. En este último nos permite embarcarnos en un viaje tanto real como imaginado de la mano de tantos personajes fascinantes -famosos y anónimos- que ocuparon sus vagones a lo largo de su historia. También tenemos novelas ligeras para un rato de distracción, como Una noche en el Orient Express, de Verónica Henry; o Próxima Estación, de Mónica Guitiérrez. Para todos los gustos.
El cine no podía dejar de interesarse por él y tenemos, naturalmente, las versiones de la novela Asesinato en el Orient Express, la de 1974 de Sidney Lumet con Albert Finney como Hercules Poirot, y la de 2017 con Kenneth Branagh como director y protagonista. Mencionar también la versión para televisión de 2010 con David Suchet como protagonista. Este actor ha interpretado para la televisión todas las novelas en las que aparece Hercules Poirot. También James Bond se ha subido a este tren en la película Desde Rusia con amor.
En la actualidad (de momento están ajustándose a las medidas de seguridad necesarias por la situación de pandemia que vivimos) se puede hacer varias rutas, entre ellas la de París a Venecia, en el nuevo Orient Express. «Un ejercicio de nostalgia», en palabras de Tomás Alcoverro; un museo sobre raíles para Mauricio Wiesenthal.