Nos acompaña Silvia Argüelles, escritora leonesa aunque afincada en Madrid, para hablar de su tercera novela, El perfeccionista de cuerpos, un libro con grandes dosis de intriga y tensión que supone su reto literario más ambicioso hasta la fecha.
El perfeccionista de cuerpos. La idea de perfección ya la tiene presente el lector desde un primer momento leyendo solo el título. Nos encontramos con un asesino obsesionado con este concepto.
Sí, creo que hay muchos tipos de perfección, pero esa palabra es un “mito”, una “leyenda”, porque realmente no existe. Para nosotros algo puede llegar a ser perfecto porque nos adaptamos, nos conformamos. Pero para una persona atormentada, por las circunstancias que sean, la búsqueda de la perfección se convierte en una obsesión inalcanzable. En mi novela quería plasmar una perfección más profunda, más surrealista; pero a la vez, más enfermiza y desquiciada. Una perfección que puede llevarnos a la locura.
La inspectora Ginebra Palmar, la protagonista, tendrá que enfrentarse a la inquietante sensación de que las víctimas se parecen a ella, por lo tanto su preocupación va más allá de lo estrictamente profesional.
Gabriela Palmar es una mujer fuerte, aunque con sus temores y un pasado que intenta dejar atrás, sin conseguirlo. Su trabajo es lo único que tiene y es lo que la mantiene en pie en muchas ocasiones. Su oficio es duro y a veces en él una persona puede verse arrastrada sentimentalmente. No siempre se logra mantener todo en un plano profesional. Y eso es lo que le pasa a nuestra protagonista, cuando a su vida, ya de por sí descolocada, se le suma un nuevo caso que investigar y que la pondrá en el punto de mira del asesino. Por supuesto que el hecho de que las víctimas tengan un parecido físico extremadamente brutal con la inspectora hará que su castillo de naipes, su fortaleza, se empiece a convertir en cenizas. Nuevos miedos y temores la perseguirán. Pero, sobre todo, hay una pregunta que siempre estará con ella: ¿Quién es esa persona que asesina a mujeres con su rostro? Está claro que todas las preguntas, que todos los sentimientos y sensaciones, cuando tú puedes ser la siguiente, los llevas al terreno personal y los interiorizas con una sola idea: ahora te toca salvarte a ti.
Este libro muestra muchos aspectos del lado personal y la vida privada de los inspectores y agentes de policía: sus relaciones de pareja, su intimidad en el domicilio, sus miedos y anhelos… ¿Era importante para ti mostrar esa cara humana de este colectivo?
Creo que siempre, cuando escribes una novela, es importante dar pinceladas de la vida privada de tus personajes. No es solo por o para este colectivo, sino en general. Desde mi punto de vista, es necesario hacer ver al lector que los personajes no están creados bajo la perfección. Todos aciertan y se equivocan. Toman buenas y malas decisiones. En ocasiones se portan bien y en ocasiones se portan mal. Porque nadie es bueno o malo. Creo que todos tenemos un poco de ambas cosas. Para mí es imprescindible humanizar a mis personajes, hacerlos lo más reales posible, para que todo tipo de lector se identifique con ellos.
En el mundo policial siempre hay una pizarra o una corchera con mapas y fotografías de sospechosos relacionados con flechas. ¿También tuviste que hacer uso, como escritora, de tu propia pizarra con todos los personajes que aparecen en la novela y sus vínculos?
Sí (risas), la verdad es que soy muy maniática a la hora de escribir. Por ejemplo, tengo una pizarra de corcho llena de papeles colgados con chinchetas. Cada papel tiene escrito un personaje y su personalidad. También están los papeles con los diferentes casos y sus documentaciones. En la Comisaría de Policía me dieron muchos datos importantes que, por supuesto, estaban apuntados y que me han llevado a sumar más de cien apuntes más, como las descripciones de las instalaciones y entrevistas que me permitieron hacer a algunos miembros del cuerpo. Todo estaba en mi pizarra. Y te voy a contar un secretito: siempre escribo mis novelas a mano. En cuadernos, para ser más exacta. Luego aporreo el ordenador, hasta que todo queda a mi gusto. Aunque supongo que siempre hay cosas que mejorar, ¿no?
Sin ánimo de destripar lo que se va a encontrar el lector, creo que puedo adelantar que hay numerosas situaciones desagradables, como muertes y abundante sufrimiento para muchos personajes. Sin embargo, también apuestas en momentos puntuales por dar un respiro a toda esa energía negativa con algunas pinceladas de sarcasmo o incluso pequeñas dosis de humor en determinados diálogos.
Creo que es lo que hablábamos antes en lo referente a humanizar a los personajes. El humor es un rasgo humano muy corriente y, a veces, muchas personas se esconden bajo él. Se sienten más cómodas. Por desgracia, nos encontramos con muertes y sufrimiento todos los días, pero el humor sigue estando presente. Es otro de los puntos que hace bastante reales a los protagonistas. Ayuda a que el lector no se estanque en una sola idea.
Estamos ante una novela de ritmo trepidante. Si bien es extensa, nos encontramos con capítulos por lo general cortos y con párrafos también breves y ágiles.
Sí. Hay ocasiones en las que cuanto más largos son los capítulos, más nos cuesta leer. O a veces nos aburren. Pero si haces un capítulo corto a medio cerrar, puede que el lector sienta la necesidad de seguir leyendo. Por lo menos, eso me pasa a mí. Los párrafos y diálogos también intento que sean breves. Sin muchas explicaciones técnicas, aunque no puedo evitarlo algunas veces, ya que el tema que tratan, perdería todo su sentido o interés al transcribirlo a una forma más coloquial. Al final, creo que da igual el número de páginas que tenga un capítulo, o lo larga que sea la novela; solo hay que tener en cuenta, e intentar en cada momento, atrapar al lector.
Esta es tu tercera novela, tras El bebé de oro (2015) y su continuación El bebé de plata (2017). En cambio, la publicación de El perfeccionista de cuerpos ha marcado una nueva etapa para ti, ya que te enrolas en el género policial.
El perfeccionista de cuerpos ha sido para mí mi plato estrella. Como bien has dicho, desde mi primera novela hasta la segunda transcurrieron dos años, pero todo tiene su porqué. Con El bebé de oro y El bebé de plata autopubliqué con Círculo Rojo. Este tipo de editoriales son bastante rápidas a la hora de sacar un manuscrito al público. Con El perfeccionista de cuerpos podrían haber pasado dos años también, pero el cambio de editorial conlleva más tiempo de espera hasta que ves tu obra publicada. Con Editorial Adarve tardó más de un año en salir: desde mayo de 2019 hasta que vio la luz en julio de 2020. Mis primeras novelas solo fueron un aperitivo para lo que me estaba preparando. Mucha documentación, muchas entrevistas… El perfeccionista de cuerpos me llevó mucho tiempo y estudio, pero desde el principio de esta aventura ya sabía a dónde quería llegar. Solo tenía que prepararme más, hacerme más fuerte y ser capaz de trabajar bajo presión. Todo al final es una superación personal
No sé hasta qué punto puedes desvelar tus planes, pero… ¿cabe la posibilidad de que los lectores se encuentren con una nueva aventura de Ginebra Palmar y su equipo para un futuro no muy lejano?
Sí, habrá más casos para Ginebra Palmar y su equipo de investigación. Por el momento estoy trabajando en la segunda parte, pero adelanto que, si todo va bien, también habrá una tercera.