Hoy tenemos con nosotros a Cristina Egea, autora del poemario El jardín de los leones.
¿Desde cuando escribes?
Aunque suene a cliché, he escrito desde pequeña. No obstante, empecé a considerarlo como algo serio a los dieciséis. Recuerdo que en aquella época se puso de moda la plataforma blogger y allí empecé a colgar microrrelatos, formato en el que más cómoda me sentía. Hasta finales de 2015, aunque llevaba tiempo dándole vueltas, no me atreví a dar el paso hacia la poesía.
¿Crees que las nuevas tecnologías favorecen el autor novel o genera más problemas que soluciones?
Creo que, en general, la tecnología juega a nuestro favor. En mi caso, a través de blogger conocí a gente de mi misma generación con las mismas ganas de crear y se creó casi sin quererlo un grupo de retroalimentación artística increíble. Además, no sé hasta qué punto es casual que ahora que mantenemos una relación estrecha con las redes sociales esté habiendo un auge notorio de las editoriales independientes, que suelen mostrarse más proclives a tendernos la mano a los autores noveles. También éstas son una herramienta de gran utilidad a la hora de difundir y promocionar nuestra obra.
¿Editorial o autopublicación?
Tengo la sensación de que sigue habiendo, en el mundo de la literatura, cierto recelo hacia la autopublicación. Creo que continua existiendo la concepción errónea de vincular ésta última con el fracaso o con la falta de talento. Al final todo son prejuicios de los que nos cuesta mucho deshacernos.
¿Quiénes son tus referentes literarios?
No siento que tenga referentes bien definidos. Antes de escribir poesía, no la había leído demasiado, más allá de lo obligatorio en el instituto. De mis primeros contactos con el género, recuerdo especialmente Del natural (Sebald) y Matar a Platón (Maillard). Posteriormente me interesé por la obra de Chantal Maillard porque todo lo que leía conseguía generar un impacto sobre mí. Del mismo modo podría hablar también de Alessandro Baricco, quien desprende una profundidad emocional apabullante.
¿Tienes un método concreto de trabajo?
No me considero nada sistemática, más bien voy a épocas. Tengo fases en las que se me ocurren muchos versos o me vienen a la cabeza ideas que me gustaría tratar, pero nada que tenga cuerpo o sentido. Entonces me limito a apuntarlo todo, pero sucede que si me siento con esos pequeños apuntes y trato de darles algo de cuerpo, no consigo escribir nada que valga la pena. Otras veces, en cambio, me pasa todo lo contrario: no soy capaz de concebir ideas nuevas, pero puedo sentarme frente a todas las notas que he ido tomando y hacer algo con ellas. Los tempos son inexactos y como ya he dicho, no es un proceso metódico, pero al final me he acabado sintiendo a gusto en esta pequeña vorágine.
Háblanos de tu poemario El jardín de los leones.
La verdad es que nunca tuve la intención explícita de escribir El jardín de los leones. A mediados de 2017, una amiga me avisó de que cierta editorial que admiro iba a aceptar manuscritos temporalmente. Fue entonces cuando decidí que quizás podría agrupar aquellos poemas que considerase mejores y darle una oportunidad a la idea de publicar. Aquel primer intento salió mal, pero me sirvió para acabar de decidir que el siguiente paso sería presentar un manuscrito a editoriales. A partir de aquí, fui añadiendo y quitando contenido hasta que el conjunto me satisfizo y empecé a probar suerte. Pese a que se trate de una recopilación de poemas, sí que creo que todos tienen un nexo común a través del que se va hilvanando el contenido: la soledad. La idea de la soledad es algo que me lleva obsesionando desde pequeña, no tanto a nivel físico sino emocional; todo esto está estrechamente vinculado a una enfermedad. Empecé a sufrir ansiedad aún siendo demasiado pequeña y la reticencia a pedir ayuda así como la certeza de que en medio de un ataque de pánico nadie podría ayudarme crearon una sensación de aislamiento. Al final esta percepción se ha extrapolado, de alguna manera, a todo lo demás.
¿Sientes que la poesía es un género más minoritario?
Cada vez menos. Estos últimos años se ha producido un boom poético por parte de artistas ya conocidos pertenecientes a otras disciplinas y ésto ha generado un interés, sobre todo por parte de los jóvenes. La poesía hoy genera más ventas que hace cinco años, aunque creo que se está comercializando por encima de sus posibilidades. Lo que sí que es cierto es que la moda de personajes públicos escribiendo poesía está haciendo que se rompa esa concepción tan extendida de la poesía como algo complejísimo y de difícil acceso intelectual. Al final, por compleja que sea, no es tan enmarañada como imaginamos.
¿Qué proyectos tienes en estos momentos?
Ahora tengo dos poemarios entre manos, articulados inevitablemente alrededor de la idea de la soledad. El primero gira entorno al silencio y está escrito en castellano. El otro pretende tratar sobre la ideación bucólica de la naturaleza e intentaré que sea mi primera obra en catalán.