Tomás Alcoverro: «La riqueza del Líbano es su gente»

Tenemos la inmensa suerte de que nos acompañe hoy Tomás Alcoverro para hablarnos de sus libros y del Líbano. Periodista y corresponsal de La Vanguardia, reside en Beirut desde 1970. Su último libro publicado es La noria de Beirut.

Estudió Derecho pero se hizo periodista, ¿cómo fue?

Tengo una vocación muy precoz y empecé a escribir de muy jovencito. Quiero decir que siempre he escrito en castellano, porque mi formación literaria es en castellano. Yo leía mucho de joven. Tenía una gran afición por la literatura y lo que hubiera querido es ser escritor. No lo he sido por diversas razones. En mi caso el periodismo me ha atraído precisamente por la literatura más que por la información. De ahí que también tenga una idea del periodismo un poco, no diré particular, pero que mucha gente no comparte. Yo creo que la información y, sobre todo el periodismo escrito, debería ante todo ser una escritura digamos, si no elegante, al menos armoniosa. Bien escrito. Yo creo en la crónica con una vocación literaria. La carrera de Derecho la hice, pero nunca la ejercí. La parte del derecho que a mí me gustaba era la parte cultural como la Filosofía del Derecho o el Derecho Público. Mi vocación ha sido siempre literaria.

¿Qué queda del periodismo clásico, ahora que cualquiera se cree periodista por escribir un tweet?

Si me pidiera que le definiera el periodismo ahora sería incapaz, porque claro, si subir un tweet o enviar una instantánea en el momento en que se produce el atentado… Si esto es periodismo o esto es información, habría mucho que hablar. Yo creo que, como en todo en la vida, hay distintos niveles. Como dice un amigo mío hablando del periodismo impreso: dice que el periodismo escrito es la haute couture (la alta costura) de la información. Me parece una definición muy acertada y yo voy por este lado. He vivido una época en que el periodismo estaba mucho más valorado que ahora.

¿Qué acontecimientos de los que ha presenciado le ha impresionado más?

9788494628993He estado en muchas guerras y podríamos empezar a hablar y no acabar. De todas formas, no me considero corresponsal de guerra, pero la verdad es que, sí, he estado en muchas. Y en Beirut, en la guerra civil o incivil del Líbano, que duró quince años de 1975 a 1990… De estos años yo estuve viviendo allí seis o siete. Una guerra es algo dificilísimo de describir, de eso estoy plenamente convencido. Ahora con la preponderancia de la televisión y de las redes, es muy fácil transmitir el estallido, la bomba, el edificio destruido, los heridos… Lamentablemente esto se considera que es la guerra. Y es la guerra, pero también es que, alrededor de esto, hay gente en la playa. Por ejemplo, me acuerdo cuando empezó la guerra del Líbano y en varias etapas de esta guerra, que estábamos en la playa. Nos estábamos bañando. Era una guerra muy especial, hay que decirlo, pero todas las guerras han sido así.

Se pone el foco más en lo más impactante...

Enfocar todo en un campo de batalla, sin darnos cuenta que ese campo de batalla casi siempre está rodeado de campos que no son de batalla, en que la gente vive, hace el amor, se enfada… Es verdad. Incluso cuando hablamos de la guerra civil española. España es un país de 500.000 km2… Entonces estaba la Batalla del Ebro, o habia bombardeos sobre las capitales: Madrid, Barcelona… por parte de aviones de un ejército o de otro, esto no empece para entender que había millones de españoles que estaban al margen de esto. Y que había millones de calles, de campos y de casas que estaban en un país en guerra, pero no estaban en guerra en aquel sitio. En esto soy ya incapaz… Me doy cuenta de que es una batalla perdida, de que es imposible transmitirlo. Lamentablemente, sobre todo en las guerras del Oriente Medio… Excepto en la gran guerra entre Irán e Irak del año 80 al 88, que fue la peor de las que ha habido en Oriente Medio, con casi un millón de muertos… La guerra más destructiva fue ésta. La gente no se acuerda. Supongo que no importa mucho porque como se trata de una guerra entre países musulmanes, no hay el morbo de que haya terrorismo. En esta guerra había unos frentes muy bien establecidos porque había dos ejércitos muy importrantes que luchaban, pero eso ha sido único en Oriente Medio en estos años. Las guerras en el Líbano, en Siria e incluso en Irak, excepto naturalmente la invasión americana, eran guerras de milicias. Eran guerras de barrio a barrio.

Los más perjudicados serían los habitantes de la zona…

Eran guerras en las que ha sufrido mucho la población civil, precisamente porque el campo de batalla no estaba a cien kilómetros sino que estaba ahí, como en Alepo o en Beirut. El campo de batalla era la propia ciudad. Esta es la gran diferencia y lo que la gente no entiende. En las batallas de la guerra civil española, en general, las ciudades estaban en retaguardia. Las guerras del Oriente Medio, fuera de la guerra entre Irán e Irak o las guerras entre el ejército de Israel y los ejércitos árabes, que hace muchos años que se han acabado; han sido guerras que se han ensañado con la población civil porque el frente atravesaba la ciudad. Durante quince años Beirut estuvo dividido en dos sectores. El campo de batalla atravesaba la plaza central de Beirut. Alepo también fue dividida en dos zonas en una guerra mucho más breve y de otra calidad, pero coincidía en que era una guerra entre grupos milicianos… O un ejército regular, como en el caso de Siria, un ejécito sirio con aliados milicianos, y al otro lado varios grupos de la oposición armada. Y este tipo de guerra es la peor para la población civil.

Me llama la atención cómo la gente sigue viviendo, como he podido leer en su libro El Decano, por ejemplo.

La gente seguimos viviendo, y seguiremos viviendo; porque gracias a Dios, la guerra es muy difícil de describir, pero no quiere decir que no haya paz. Es decir, que podría ocurrir que en el Líbano, como es un país tan pequeño… Podria ocurrir que estuvieras celebrando una fiesta en su casa, incluso con alegría y que a un kilómetro estuvieran cayendo bombas. Esto también señala una cosa buena y una cosa mala de la condición humana. La buena es que la condición humana, por suerte, no se agota, la otra es que la condición humana evidentemente es egoísta. Sería: «mira tú, las bombas están a un kilómetro, no me amargues la vida que vamos a continuar mientras se pueda». Esto también lo quiero explicar muy bien, el vivir, sobre todo este tipo de guerras en ciudades, hace que haya movimientos de solidaridad y al revés, que haya movimientos de egoísmo. Una guerra, repito, es muy difícil de describir. Y se lo digo así de claro: nunca se podrá describir.

¿Cree que en general en Occidente hay un desconocimiento de la realidad de Oriente Medio?

Entramos en un terreno muy pantanoso. Aquí esto de Oriente y Occidente es una especie de artilugio que no se sabe muy bien quién lo ha inventado. Hay gente en Oriente que dice con toda claridad que eso de «Oriente» es una invención de Occidente, y es algo que no me parece desacertado. Esto es un lío ideológico, interpretativo…. Creo que las personas, incluso las más cultas, se comportan muchas veces de acuerdo con unas ideas preconcebidas y que, por mucho que se les diga o hayan leído y vean que quizás no son del todo exactas, es muy difícil que se las saquen de encima. Le contaré una cosa que me ha pasado en mi trabajo. Yo fui durante unos años corresponsal en París y me di cuenta  hablando con vecinos y con gente que conocía que, en general, los franceses de aquel momento (años 77 o 78) tenían una idea de España y no se la sacaban de encima. No perdían mucho tiempo en intentar enterarse de si las ideas que tenían (que si  la España de pandereta, la literatura de los años veinte con cosas como la descripción del barrio chino de Barcelona como una cosa medio africana o algo así…) eran ciertas. Tenían tendencia a desdeñar todo esto porque se consideraban superiores. Algo parecido me pasó en Marruecos donde estuve un periodo breve, cuando lo del Sahara que sería el año 76. Allí me di cuenta exactamente de lo contrario, es decir, los españoles sabían más de Francia porque se sentían inferiores, y los franceses menos de España porque se sentían superiores; lo mismo puedo contar de los marroquíes. Ellos sabían más de España que los españoles de Marruecos. Me parece que, lamentablemente, hay unas ideas preconcebidas que son el origen de las percepciones y soy bastante pesimista, y creo que no se cambian fácilmente.

En su libro, La noria de Beirut, nos describe la vida en esa ciudad, pero ¿qué tiene el Líbano para atrapar tanto a la gente?

Es muy dificil para mí objetivizar todas estas cosas y contarlas porque estoy muy viciado o muy apoltronado, pero yo lo que considero es que lo que da mucha atracción es que el Líbano se nos escapa de las manos. Esto no es ni El Cairo, ni Marrakech, ni Casablanca… ¿Qué es? Es otra cosa. Creo que esta peculiaridad es buena y es mala para el Líbano. Es el lío siempre de las identidades. ¿cuál prevalece sobre una? O, ¿hasta qué punto las identidades entrechocan? Verá, Beirut no es una ciudad bonita. No hay grandes museos. no hay grandes mezquitas, ni hay monumentos que haga que merezca la pena visitarla. Evidentemente Baalbek sí que está, pero yo le estoy hablando de Beirut. Entonces, ¿qué es Beirut? Pues yo creo que Beirut es la gente. Me dirá. «pero esto se puede decir de todas las partes del mundo». Sí, pero aquí está el atractivo y a la vez lo decepcionante. En Beirut está la gente más variada y con estilos de vida que a veces se pueden contraponer o ensamblar. Creo que la riqueza del Líbano es su gente. En el fondo lo que desconcierta y atrae es que en una superficie tan reducida (todo el Líbano es una provincia media de España), se amontona todo lo que es el mundo. En esto voy a ser libanés y a exagerar. Y esto crea una especie de interés y curiosidad pero también de rechazo… Aquí, ¿qué somos? ¿Somos árabes, no somos árabes?¿La Suiza, el París de Oriente? Y aquí viene una cosa que es muy distintiva del Líbano, que son estos juegos de imágenes… Por lo tanto es muy difílcil definir Beirut. Le voy a decir una cosa que saqué de uno de los libros, que dije: «esto está bien, si alguna vez me piden una definición aquí está» (risas). Dice que Beirut es una ciudad árabe, bien (aunque hay una parte de libaneses que dicen que no son árabes, que son fenicios); segunda, es una ciudad mediterránea -esto está claro- y la tercera sería occidentalizada. Y aquí podría haber un poco más de discusión, porque habría una parte occidentalizada y otra parte no.

A la gente le atrae y, a mí personalmente también me atrae mucho esa zona.

Sí… Le quiero contar una cosa… Gabriel Miró, el escritor novecentista nacido en Alicante, hace una transposición entre el paisaje alicantino y el paisaje de Oriente… Un escritor que, sin haber estado allí, sienta esta curiosidad hasta el punto que en una novela suya que se llama El Obispo leproso, hace que los jesuitas inviten al Obispo católico de Alepo para la Pascua… ¿A quién se le ocurre en los años 20… que un escritor de Alicante de pronto hable de esa zona?

«El Líbano se nos escapa de las manos»

¿Se está acabando con la mezcla de pueblos en Oriente, con esta riqueza? ¿Cómo ve esto?

Tomás AlcoverroSí, pero voy a acotarlo. Lo acotaré en dos sentidos y puedo quedar bien con la respuesta que voy a dar (risas). Ante todo el mundo árabe no existe, existen países que se llaman árabes, y otros que no lo son, que serían arabizados… Pero no nos vamos a perder aquí en mil laberintos. El Imperio Otomano era un territorio enorme donde, entre los súbditos del sultán, había muchas etnias y muchas confesiones religiosas. Mucha gente ha dicho en Oriente Medio que en el Imperio Otomano, pese al dominio terrible de los turcos, había una cierta convivencia o cohabitación que se ha ido rompiendo con el tiempo, y que ahora está más rota que hace veinte años. Y esto se ha acabado de romper en el 48 con la creación del estado de Israel, con lo que una parte del territorio se convierte en un estado únicamente para una determinada población, excluyendo a los otros. Tampoco hay que hacer demagogia, no es que estén excluidos, sino que no tienen la misma preponderancia. Sí que creo que al romperse el imperio otomano, se rompió, y ahora caeré en un tópico, este mosaico. Sí, esto ha pasado. Y luego, con el estado de Israel continuó rompiéndose. Simplemente porque, por ejemplo, las fronteras del Líbano o de Siria continuan cerradas todavía. Y luego a medida que hemos entrado en el siglo XXI, los conflictos entre las propias comunidades musulmanas se han exacervado y todo se ha ido complicando aún más con el éxito de los que yo llamo los bárbaros del Islam. Y entonces se vuelve a una situación de gueto y de gente que no se fía de la otra, y de minorías que, cultivando el miedo, van provocando el odio. Van provocando el desgarro de ciudades y de pueblos que antes, no diré que se estuvieran besando y abrazando todos los días, pero que convivían.

¿Cree que estamos ante una nueva guerra fría?

También yo creo que hay una guerra fría, que no está totalmente claro, pero sí que se va intuyendo. En Oriente Medio la caída de la Unión Soviética tuvo una gran repercusión, porque dejó el campo libre a los Estados Unidos. El presidente Putin lo que ha hecho ha sido recoger lo que quedaba de la influencia de la Unión Soviética, que era muy grande en Siria, en Irak, en los palestinos… Entonces el mundo se dividia entre los progres y los reaccionarios. Había los estados árabes reaccionarios y los estados árabes progresistas. Lo que sí ha ocurrido es que Rusia está recuperando la influencia que había tenido muy, muy grande entre estos países árabes… Frente a un mundo que, lo queramos o no, se está dividiendo otra vez en los dos grandes bloques. Antes estaban los No alineados, esto ya ha desaparecido y vamos un poco a eso y posiblemente en Oriente Medio se note más.

No sé si es algo que ya influye o es que está por venir con el cambio climático.¿Influye la falta de agua en la situación de guerra en la zona?

Lo de la guerra del agua hace treinta años que lo oigo decir. Lo que ocurre es que antes de la guerra del agua, han salido otras guerras que le han quitado el protagonismo al agua, pero sí… Acabo de regresar de Mauritania y he quedado impresionado. Allí no hay agua para nadie, casi ni para los ricos… Aunque Mauritania no tenga nada que ver con esta zona… Sí, pero creo que por ahora las guerras son de tipo ideológico o religioso. Quisiera hacer una aclaración, esto del Oriente Medio es un invento francés o británico, quiero que quede claro. Antes de que vinieran los británicos y los franceses, ¿esto cómo se llamaba? Entonces el nombre árabe era Bilad el Cham, (Bilad, el país, el Cham, el sol). No sería el país del sol, sería más bien el país oriental… El Cham es el nombre que se le da a Damasco. Algunas personas cuando van de Beirut a Damasco, dicen que se va al Cham. Y de todo esto que hay ahora únicamente existía Siria… Y evidentemente Egipto. Los egipcios que, por su parte, dicen que Egipto es la madre del mundo; pero Egipto ya está en el norte de África. También hay muchos egipcios que no se consideran ni mucho menos árabes, pero no entremos en esto porque es un lío.

¿Qué personaje de los que ha conocido le ha impactado más?

No es muy original, pero el personaje de aquella época más «fotogénico», por así decirlo, era Arafat. Arafat era un hombre extraordinario en el sentido de que era un gran manipulador, y sabía decir lo que la gente quería. Sí, Arafat. desde un punto de vista periodistico y quizás político, era un personaje muy atractivo. Luego él se habia compuesto una imagen personal también muy curiosa, porque él era muy feo y calvo, y entonces se inventó esto de la kefia y siempre quedaba muy bien. Esto se lo dirá también mucha gente que lo haya tratado. Era un personaje muy interesante y para los periodistas era muy atractivo.

¿Qué proyectos tiene ahora?

Mi proyecto es vivir. Así de claro. Tengo la suerte y el privilegio de vivir en Barcelona y en Beirut, y espero poder seguir hasta que el corazón y la naturaleza lo permita, porque tengo una cierta edad. A mí Beirut me da mucha vida y me rejuvenece. Yo voy de levante a levante, del levante de Occidente al levante de Oriente… Soy levantino por ambas partes.