Fotografía: Andrés Hernández Rabal
Tenemos con nosotros a Antonio Fornés, filósofo y divugador filosófico. Es autor de obras como Reiníciate o Creo aunque sea absurdo, o quizá por eso. Su último libro publicado es Viaje a la Sabiduría.
Te lo habrán preguntado un millón de veces, pero ¿por qué estudiar filosofía?
Voy a darle la vuela a la cuestión. Yo siempre empiezo explicando lo contrario… la pregunta que debería hacerse todo el mundo es: «¿por qué no he estudiado filosofía?». Porque la filosofía trata de todas esas cuestiones que realmente interesan de manera radical a las personas: el sentido de la vida, por qué existimos… Esto es algo que abarca a todo el mundo. La filosofía abarca todo el ámbito del saber porque trata de todo lo que es humano… Siempre pongo un ejemplo: pongamos a un ingeniero informático que ha aprobado su carrera en la universidad, que habla cuatro idiomas, pero no sabe nada sobre Pedro Abelardo, sobre Platón, sobre Kant… ¿Es una persona formada? La respuesta es no, porque si la persona sólo sabe de cosas prácticas, de cosas que sólo lo convierten en un engranaje del sistema, en realidad, este ingeniero no es más que un fontanero especializado. No sabe nada sobre lo que es un ser humano. Estamos en un proceso de deshumanización total. Se ha producido esa división, desde mi punto de vista errónea, de situar a las humanidades como carreras paralelas a las carreras técnicas. No tiene ningún sentido. Se ha limitado el conocimiento al mercado. Salen nuestros políticos y dicen: «la universidad tiene que conectar con el empleo». Y a la gente parece que le convence. No, la universidad tiene que conectar con el saber. Todo el mundo debería estudiar humanidades en general y luego aprender algo para ganarse la vida. El conocimiento técnico no es conocimiento en sí porque no es explicativo del ser humano. Insisto, la pregunta es: ¿cómo no estudiar filosofía? No hacerlo es renunciar a lo que somos, seres humanos.
Pero, si no pensamos…
El mercado ha conseguido desprestigiar completamente a la filosofía. Desde 1789 tenemos el mismo sistema politico. Los políticos discuten, pero las cosas no se mueven, ¿por qué? Porque ya no hay pensamiento. Delante de cada revolución social hay una revolución de pensamiento. Antes de la revolución francesa estuvo el pensamiento ilustrado, o antes de la revolución bolchevique estuvo el pensamiento marxista. La tecnología aniquila el pensamiento. Todo son inputs externos. La gente no soporta estar sin hacer nada. Frente a lo que puede parecer, nunca hemos vivido un tiempo en que la gente se aburra tanto. Necesitamos contínuos estímulos de todo tipo. Y los niños desarrollan el cerebro cuando se aburren…
¿Nos asusta pensar?
Ya Pascal escribió que: «el mayor problema del hombre es quedarse a solas con sus pensamientos». El hombre lo que quiere es divertirse, entretenerse. Lo que más miedo le da a un ser humano es escucharse a sí mismo. Plantearse: «¿qué será de mi vida?».
¿Crees que la tecnología es una ayuda o un peligro?
Comentaba con Marc Amorós que en realidad sólo existe un proveedor en Internet: Google. ¿Soportaríamos que sólo hubiera un restaurante? Pero el mercado es tan poderoso… Y a todo el mundo le parece bien. Es tan sibilino… ¡Que mi teléfono sabe dónde me iré de vacaciones el año que viene” (risas). Hay otra cosa que produce la tecnología que es el fin del humanismo, el fin de la autoridad del conocimiento. Ahora cualquier «señor» puede decir lo que le venga en gana, ponerlo en Twitter y llegar a todo el mundo. Estamos en un momento de cambio de paradigma. Es un hecho. La civilización tal como nosotros le hemos conocido inevitablemente desaparece, pero desaparece a una velocidad brutal.
Ante este panorama, ¿cómo animar a alguien a ser filósofo? Especialmente a los jóvenes.
Yo soy absolutamente pesimista. El prólogo del libro que estoy escribiendo ahora habla de eso: ¿por qué me hice yo filósofo? Lo explico así: cuando era niño había un solo canal de televisión y los sábados por la noche me sentaba con mi padre a ver Informe Semanal, porque era eso o irme a dormir. Había muchos reportajes que no entendía, pero otros se grabaron en mi memoria. Como uno dedicado a Haile Selassie, del que se decía que descendía del rey Salomón… Y yo, con ocho años, me preguntaba: ¿cómo es posible que derroquen a un descendiente del rey Salomón? Otro de los reportajes fue sobre el obispo Makarios de Chipre, o sobre Estambul. Y le preguntaba a mi padre, ¿dónde está Chipre? Y ahí decidí que quería ir a Estambul. ¿Qué habría pasado si hubiera sido niño en la actualidad? Pues que mis padres, que uno era camionero y la otra ama de casa, habrían puesto Sálvame de Luxe y yo no habría sido filósofo porque solo habría visto gente gritando… Si esperamos que los niños se interesen por ser filósofos o por el conocimiento, lo tenemos claro… Tú no puedes pedir a un niño de catorce años que esté preocupado por el principio categórico de Kant, ni siquiera yo estaba preocupado por eso. Quería jugar al fútbol, conocer a una chica… La filosofía no se aprende filosofando, se aprende estudiando. Esto que dicen: «hay que enseñar a los niños a pensar». No. Lo primero que hay que hacer es meter algo en la cabeza de los niños. Pensar es mezclar ideas, pero hemos de empezar por tener ideas. El reservorio de ideas actual es Wikipedia…
Una sociedad con tal grado de deshumanización como ésta no ha existido nunca.
¿Se confunde la verdad con la opinión?
Claro. La idea de que mi opinión es la verdad y que como es mi opinión ya vale, es el soporte de la ignorancia. Estamos ante una exaltación brutal de la ignorancia porque es mía. Lo primero que debemos hacer es reconocer que no lo sabemos todo. El diálogo es eso. No es la discusión perpetua y utilizar el lenguaje para golpear a los demás.
¿No existe la libertad de pensar lo que uno quiera?
La libertad, yo lo explico así. Yo voy en un avión y tengo cien palancas delante de mí. ¿Soy libre de accionar cualquier palanca? No, porque como no tengo ni idea de para qué sirve ninguna de ellas, sólo soy un elemento del azar. Si dices: «es que soy libre y puedo opinar lo que quiera», pues eso no es libertad, es estupidez. El que tiene libertad es el que sabe. Quién tiene libertad para elegir la palanca del avión es el piloto porque sabe para qué sirven. Tiene la libertad porque tiene el conocimiento. La gente no es libre de opinar lo que quiera porque no sabe. Es el mundo de Internet, de la pseudopolítica y del mercado, al que le va bien. La elección sólo tiene sentido cuando sabes lo que eliges. En educación de lo único que se habla es de poner más dinero. El dinero no sirve de nada porque lo importante en la educación es la exigencia. Hay que pedir a la gente que aprenda y que aprenda cosas que importan. Hay que exigirles el conocimiento, pero el conocimiento que no cambia. Un maestro actual gana muchísimo más dinero que un maestro del siglo XIX, pero éste tenía un prestigio brutal. Ahora un maestro no tiene prestigio.
La tecnología también ha cambiado el modo de escribir.
Nosotros no vemos el mundo, vemos el lenguaje del mundo. Hay una degeneración absoluta del lenguaje. Es un síntoma de lo que nos pasa. ¿Cómo va a comprender el mundo quien no domina el lenguaje? Vivimos en el mundo del nivel usuario, No sabemos cómo funciona un ordenador o por qué se enciende la luz cuando le doy al interruptor. Comparado con un escritor del siglo XVII soy un inútil., porque la gente que escribía entonces, sabía escribir con toda su globalidad. Ahora, como somos usuarios. Si necesitas un sinónimo, lo buscas en Internet… Ellos lo escribían sin ayuda y del tirón… La tecnología nos lo pone todo tan fácil que nos convierte en simples usuarios. Hace unos años fui a Etiopia. Iba solo con un guía, un exmilitar. Nos hicimos amigos. Allí yo no sabía nada, ni dónde estaba el sur o el norte… Se estropeó el coche y yo no sabía arreglarlo. Me preguntó: «¿pero no conduces en Barcelona?». «Sí», le dije. «¿Y cuando se rompe el coche…?». «Llamo y viene alguien a arreglarlo». Al final acabó preguntándome: «Pero tú, ¿a qué te dedicas?». Claro, si no sabía hacer nada (risas)… Pues eso es un occidental, alguien que no sabe hacer nada (risas).
No parece un panorama muy alagüeño.
Nos dejamos llevar porque comemos cada día, porque la vida nunca ha sido tan acomodada como ahora. El mercado no quiere castigarnos. No quiere que pases hambre, quiere que consumas. Yo no estoy en contra de la diversión, que conste que soy una persona normal, pero esto es una diversión deshumanizada… Solo consumir. Si lees ahora 1984 es un juego de niños, mira a China… Ya llegará aquí. Te grabarán y te dirán que es por tu bien… El pobre Orwell… El Gran Hermano era un chavalín comparado con esto. Una sociedad que ha exaltado el trabajo como lo que da sentido a la existencia… Una sociedad con tal grado de deshumanización como ésta, bajo mi punto de vista no ha existido nunca. La gente se reúne a mirar juntos el móvil.
¿No somos conscientes de ésto?
Detrás de todas las «frases» que nos parecen razonables está el mercado. En el siglo XVIII Rousseau hablaba de «contrato» social… Todo en términos económicos. Los pseudoéticos actuales, ¿de qué hablan? De valores… ¿A qué suena «valores»? No recuerda a ética, sino a valores bursátiles. Incluso el progresismo se ha convertido en reacción. La reacción de derechas siempre ha sido «la reacción». Nunca han engañado, pero los progresistas actuales ya no miran hacia delante. Hablan de cosas de hace doscientos años… Al capitalismo nada le gusta más que un movimiento como el 15M, porque el 15M ¿qué está diciendo?: «queremos más… no tengo dinero, no puedo comprarme una casa». Y el capitalismo responde: «¿El problema es éste? No os preocupeis, ¿quereis un poco más de propina? Os la daremos». Nadie habla de cambiar de verdad la situación con una aportación intelectual, filosófica.
Tu último libro publicado es Viaje a la sabiduría, que es una selección de las colaboraciones en el programa Viaje al centro de la Noche, de RNE. Para llegar a la gente, ¿qué medio consideras mejor: radio, libros…?
Yo con mi pesimismo le veo al revés. Mi editor me matará, pero creo que no son los escritores los que han de llegar a la gente. Es la gente la que ha de llegar a los escritores. Todos esos que cada día se toman un ansiolítico para salir de casa, igual debían plantearse cambiar su vida. ¿No debería acudir a la autoayuda? Pero a la auténtica autoayuda, que no es un libro escrito por un señor que te dice que puedes encontrar la felicidad en doscientas páginas. Esto ya debería hacer sospechar. La auténtica autoayuda es la filosofía. ¿Qué hace un filósofo? Pues cuando se encuentra con algún problema, acude a los que saben más que él. Antes de pensar y decir cualquier barbaridad, se pregunta: ¿qué pensó Platón sobre ésto? ¿qué pensó Aristóteles…? Acude a los maestros. Una sociedad que sufre tanto como la nuestra debería acudir a los grandes hipercerebros de la historia. No a mí, a los grandes pensadores… Si no puede acudir directamente al estudio de la fenomenología de Kant, por ejemplo, acude primero a los divulgadores filosóficos, que hay miles. Vivir es extraordinario, ¿nos conformamos con una vida para tirar a la basura?
En una época como esta, ¿qué filósofos nos recomendarías leer?
Yo los recomendaría a todos. Todos son buenos. Pero ahora yo recomiendo especialmente a algunos… La mayoría de los que recomiendo son ateos, lo cual está fatal porque yo soy creyente (risas). Por ejemplo leer a Nietzche, pero leerlo con seriedad. La gente suele leerlo de manera superficial. Dicen: «es que ataca la religión…». Sí, pero la ataca desde la melancolía de la religión. El dice «yo camino por el hielo». Desde mi punto de vista Nietzche es el único filósofo que ha dicho las cosas como son, en el sentido de que sólo hay dos posiciones en la vida: o aceptas un mundo ordenado porque crees que hay un Dios que lo ha hecho y lo ha ordenado, da igual lo que opines, te queda obedecer. O aceptas lo contrario. Y lo contrario es que el mundo no tiene ningún sentido, que solo hay hielo, que estás absolutamente solo, que desaparecerás, que no vas a ningún sitio. Que eres responsable de tus decisiones y que lo único que te queda es tu voluntad de sobrevivir. Esto es fácil de decir, pero no es fácil de aceptar, porque constantemente la gente que dice que Dios no existe, te dice también que debo cruzar el semáforo cuando está en verde, que debo votar… ¿Por qué tengo que votar? Rousseau dice: «si Dios no existe, ¿por qué he de obedecer a los hombres?». Uno de los problemas de nuestra sociedad es que hemos aceptado a Nietzche, hemos borrado el horizonte, es decir, hemos borrado a Dios, pero no queremos aceptar las consecuencias. Queremos seguir viviendo como se vivía cuando se creía en un mundo ordenado. Todo eso no existe. Por eso, que lean a Nietzche para que no me vengan con milongas. Pero con milongas filosóficas también. Como Sartre, gran pensador que admiro, que me ha dicho que moriré, que esto no va a ningún lado, cuando piensa en la vida, escribe La Nausea… Y después de decirme todo esto me dice que tengo que militar en el partido comunista porque me tengo que autoconstruir… ¿Eh? Si me tengo que morir dentro de treinta años, si todo esto es una broma que no tiene ningún sentido, ¿por qué he de militar en el partido comunista? Otro filósofo que todo el mundo deberían leer, y más ahora con esto de la técnica… Es Albert Camus, que es muy fácil de leer y habla sobre las cosas que importan. Habla sobre el sentido de la vida… Y luego yo recomendaría la mirada a los filósofos medievales de cuando en cuando, porque nos han convencido de que la Edad Media era una época de oscuridad y de ignorancia, y nunca ha habido tantos filósofos como entonces, ni tantas discusiones filosóficas. Leonardo Polo, considerado uno de los mejores metafísicos españoles, dijo que «la filosofía se jugó en el siglo XIII o XIV», a partir de ahí todo es repetición. Todos deberían conocer las confesiones de San Agustín, si dicen «es que no soy creyente». ¿Y qué? Platón creía en Apolo…
¿Alguno más destacado?
Ahí está el padre de todos, Platón. Es muy fácil de leer. Quien inventó la filosofía occidental tal y como la conocemos fue Platón. Occidente es occidente por ellos. Nosotros no vivimos en una dictadura china o africana porque tuvimos a Platón, a Aristóteles, a Montesquieu… Además Platón es muy interesante en nuestras circunstancias actuales de crisis de la democracia liberal… Recordemos que Platón era un joven perteneciente a la familia más rica de Atenas y estaba destinado a ser un político como todos sus tíos, sus primos… Pero entonces conoce a Sócrates y escribe la carta séptima en la que dice que no comprende cómo ellos que tiene la democracia ateniense, que no son espartanos, no son bárbaros, son atenienses… Cómo la polis, de la que se siente tan orgulloso, ejecuta por votación al mejor de los ciudadanos. Eso le hace dejar todo, porque no comprende cómo el mejor de los sistemas políticos ejecuta al mejor de los hombres. Dedica el resto de su vida a pensar sobre eso y escribió la República, que no es más que un diálogo sobre la educación de la juventud que para él era fundamental.