Nos acompaña hoy Jesús Maeso de la Torre articulista, conferenciante y escritor. Es autor de Los Hijos del Sol, El Lazo Púrpura de Jerusalén o La Dama de la Ciudad Prohibida. Acaba de publicar su última novela Oleum.
Es profesor, historiador, escritor… ¿piensa que son facetas complementarias?
Yo soy fundamentalmente escritor, pero mi inclinación literaria me hace que recree mis novelas en épocas del pasado que considero más glamorosas que las de la actualidad. Claro que, un conocimiento exhaustivo y amado del pasado ayudan mucho.
En la actualidad, gracias a la tecnología (o por culpa de ella) cualquiera puede publicar un libro, ¿cómo cree que afecta eso al panorama literario?
Sin pecar de pretencioso pienso que se tiene que poseer cierto don para escribir, una propensión interna, un deseo, que luego se traduce en el texto. Los que escriben solo por cierto prurito de haber escrito una novela, se les nota la frialdad en su narración.
En una ocasión me comentaron que los historiadores son los periodistas del pasado, ¿está de acuerdo con esa afirmación?
Si. Somos como unos observadores omniscientes que observamos desde fuera lo sucedido. Hoy la historia documental ha avanzado mucho y se conocen aspectos del pasado que antes se ignoraban, por lo que la recreación de la historia puede ser mucho más exacta y precisa.
Como profesor, ¿cree que la novela histórica ayuda a que el público se interese por conocer la historia?
Indudablemente. Al concluir la etapa franquista se corre el telón antes cerrado, a una revisión de la historia distinta a la que nos habían contado, y se abre completamente el jardín del pasado-en España verdaderamente excepcional-que antes se ignoraba. Hoy el lector sabe mucho de su historia gracias a este género literario.
Siguiendo con la novela histórica, ¿hay algún periodo que le resulte especialmente atractivo para situar en él la acción?
Posiblemente sea el novelista de mi grupo que ha revisado todas las épocas de la historia, llevado por mi inmenso amor por la historia. He recreado desde Tartessos a Roma, luego la época Califal, la edad Media, las Cruzadas, la Reconquista, el Siglo de Oro, China, las Cortes de Cádiz, la conquista de América, nuestra presencia en los EE. UU y la peste negra. Pero donde más a gusto me encuentro es en Roma. Me fascina, porque los españoles somos fundamentalmente romanos.
Ha dedicado novelas a Tartessos, o a aquellos españoles que defendieron América del Norte de franceses y británicos, Comanche. Se trata de épocas o circunstancias apasionantes, pero a los que no se ha prestado atención. Me pregunto si será porque son “españoles”. Quiero decir que si otros países tuvieran una civilización como la tartésica o hubieran realizado acciones como las de aquellos dragones del rey, seguramente habría montones de novelas y películas… ¿cree que esto es así?
Absolutamente. Vivimos en una época dominada por la cultura anglosajona cuyo único calidoscopio es su historia y su literatura, cuando la historia de España es inmensamente más rica, y yo diría que más capital que la suya, pues con el descubrimiento de América se cambió la visión del mundo. Nuestro acerbo histórico daría para cientos de series, películas y documentales más interesantes y fundamentales que los de los ingleses. Pero ya se sabe: la Leyenda Negra no prescribe nunca.
Sitúa la acción de Oleum en el siglo I, una época bastante turbulenta y llena de cambios, ¿qué paralelismos ve entre esa época y la actual?
Es una época que sirve de punto de inflexión en la historia antigua. Roma cambia de república a Imperio y se hace dueña del mundo. Pero hay pueblos periféricos, como Judea que se le enfrentan. Aparece en la historia, quizá el personaje más carismático de la historia de la humanidad, Jesucristo, y la concepción del mundo va a cambiar. Surgen entre sus páginas: Los Séneca, Caifás, Tiberio, Calígula, San Pablo, y ciudades como Jerusalén, Cesárea, Alejandría, Corinto, Roma y Corduba. Es un momento trascendental para el mundo, aunque todas las épocas tienen sus propios acontecimientos señeros.
El protagonista de Oleum, Ezra o Jason, como se le llamará después, nos lleva a conocer buena parte del Imperio Romano y de personajes históricos como Séneca, pero yo destacaría el que para mí es el otro gran protagonista de la novela, el aceite, tan mediterráneo. Me pregunto si no es una especie de homenaje a la cultura mediterránea.
Estimo que sí. El aceite fue como un elemento aglutinador de aquellos pueblos por su enorme valor y aprecio. La palabra aceite significa en asirio: “Luz”, pues comenzó a utilizarse para iluminar casas y templos, pero después se convirtió en elemento esencial para la gastronomía, para curar los discípulos de Esculapio, para iluminar los santuarios o ungir a los muertos y enfermos. Mi personaje es un “Olearius”, entendido en la fabricación y recogida de los olivos. No había elixir más preciado que el aceite en el mundo mediterráneo y no olvidemos que un ramo de olivo es también el signo de la paz entre los hombres.
Aunque esta novela, Oleum, está recién publicada, ¿está trabajando ya en algún nuevo proyecto?
Estoy inmerso en unos escarceos de una segunda parte de Comanche. No olvidemos que dos siglos antes de que el Séptimo de Caballería, o John Wayne, anduvieran por aquellas praderas, ya los dragones del rey habían cabalgado desde Florida a California. Tres cuartas partes de los EE.UU, pertenecían a España. Esta vez llegaremos hasta Alaska, donde nuestra presencia fue importante y fascinadora para el lector entusiasta de la historia.