Hoy contamos con la visita de Nermin Yıldırım, periodista, editora, su debut literario, The Forget-Me-Not Building, fue publicado por Dogan Kitap, una de las editoriales más prestigiosas de Turquía. Presenta su primer libro traducido al español, Sin tocar.
¿Cómo nació un personaje como Adalet?
Adalet significa «justicia» en turco. El personaje nació en un mundo lleno de injusticia. Y su padre la llamó así porque Adalet era el nombre de su escritora favorita. En el libro, ella realiza un viaje en busca de su primer pecado, para arreglarlo. De modo que podemos decir que Adalet ha nacido en un mundo de injusticia para buscar su propia justicia, al menos la interior.
¿Qué mensaje deseaba transmitir con Sin tocar? Si es que ese era su propósito.
Quería hablar sobre la culpabilidad, un sentimiento que creo que existe en la mayoría de nosotros. Buscaba cuál es la razón, el origen de este sentimiento que creo que es común a mucha gente de mi generación. Y, mientras escribía el libro, he descubierto que la mayoría de las veces el sentimiento de culpa no viene por algo que hemos hecho, sino por algo que hemos dejado de hacer.
Paradójicamente vivimos unos días en los que no debemos «tocar» a nadie, sino que tenemos que mantener las distancias… ¿Piensa que lo que está sucediendo en estos momentos cambiará el mundo?
En el libro, el significado de Sin tocar no es literal, no se trata de palpar o no algo con nuestras manos. Hablo más del hecho de si algo llega a tocar nuestra alma, si somos capaces de sentir el dolor de otros. Este tipo de distancia —que nada nos afecte— es peor que la distancia física. Y creo que cualquier experiencia de la vida humana nos afecta, así que es seguro que esta gran experiencia colectiva que el planeta entero ha sufrido al mismo tiempo cambiará las cosas para nosotros.
¿Cree que la literatura, el arte en general, debe poner a la sociedad frente a sí misma?
Para mí, el arte no es un modo de explicar sino un modo de entender. Por eso el arte es un espejo del mundo y también un espejo individual de cada uno de nosotros. Y también es una clave para la empatía. De modo que sí, creo que el arte nos pone frente a nosotros mismos.
¿Sufrimos una involución social en algunos aspectos?

Yo no diría que estamos en un proceso de involución, pero es obvio que estamos repitiendo cosas. La Historia no es un proceso totalmente lineal. Si no solucionas un problema, este volverá a aparecer de manera periódica. De modo que el presente nos muestra que no hemos resuelto por completo algunas heridas que creíamos cerradas.
¿En qué se asemejan dos sociedades que se miran desde los extremos del Mediterráneo, como son la turca y la española?
Hay muchas cosas similares. Siempre digo que no hay otra parte del mundo donde yo podría haberme sentido tan cercana a estar casa como en Barcelona. Desde la gastronomía a las relaciones sociales, hay muchísimas cosas similares entre nosotros. Tenemos el mismo tipo de personalidad, un carácter mediterráneo.
Las nuevas tecnologías permiten a todo el mundo expresarse sin filtros, ¿lo considera positivo?
Por supuesto, esto ha generado una cierta democratización de la expresión. Todo el mundo puede expresarse como quiera. Pero la manera en que usamos esta libertad de expresión también crea una cierta enfermedad. La gente trata de crearse una nueva personalidad, con selfies, videos y muchas formas de auto-representación en redes. Y entre esta personalidad virtual y la real a veces hay un hueco demasiado grande. No me parece saludable.
Aunque Sin tocar es muy reciente, ¿tiene ya algún proyecto en mente?
De hecho, Sin tocar es mi primer libro traducido al español, pero es mi quinto libro publicado en lengua turca. Después de Sin tocar, ya tengo escrita y publicada en Turquía mi sexta novela El invitado. Y actualmente ya estoy escribiendo mi séptimo libro. Pero ya veremos cuál de ellos es el siguiente en llegar traducido al público español.