Aquí tenemos una entrevista con la poeta y escritora mallorquina Roser Amills, que nos habla de la situación actual y de sus proyectos.
Has dejado Barcelona y estás pasando estos meses en tu pueblo de La Algaida. ¿Cómo estás viviendo esta situación?
Me vine pensando que a lo sumo serían tres meses y me volvía a Barcelona, pero luego vi que esto no se acababa. Llevo una vida de pueblo, sencilla, comprando las verduras al payés… Al principio ni escribí nada porque me parecía hasta indecente con lo que estaba pasando… También he visto la situación de absoluta miseria en se ha quedado mucha gente que estaba bien, pero como en España desde 2008 con las crisis ya nadie tenía ahorros…
Has participado en la recopilación Eros y periodismo. Una cronica muy sentimental.
Eso es la bomba. Es muy bonito. Yo había momentos en los que pensaba que ahora que me he desconectado de todo, que ya no estoy en Barcelona… no sé. Esto ha sido como recibir los frutos de ser una hormiguita. No me canso de decírselo a todo el mundo… Hice un curso en el que el mensaje era: «preocúpate por escribir bien que las cosas ya vendrán», porque es duro y triste ver que hay gente que escribe un libro que es un rollo y le dan un premio de «nosequé», y tú llevas toda la vida currándotelo y no te hacen ni caso. Pero esta antología… yo ni siquiera conocía a los que la organizaban. ¿Te acuerdas de la otra antología? La de Antonio Beneyto, la de poesía, Poéticas del caos … De repente me menten en una antología en la que están Arrabal y Beneyto, todos cracks de la poesía, y me hizo mucha ilusión. Aunque te creas que la obra que has hecho no tiene ninguna trascendencia, si eres perseverante, sí la tiene. No puedes quedarte encerrado en tu casa. Tienes que moverte y conocer a la gente que hace cosas afines a ti, tener inquietudes. Esto no es ninguna tontería. Yo desde que tenía diecisiete años que me vine a Barcelona a estudiar he tenido la inquietud de: «mira, hay una presentación de un autor que no conozco, pues voy a verla, a escuchar, a aprender». Entonces una cosa lleva a la otra, porque igual han pasado veinte años y esa gente que estaba allí ha hecho su camino, pero ha quedado un vínculo. Y en esta antología Eros y periodismo. Una cronica muy sentimental, de repente estoy con Carmen Posadas, con Victor del Árbol y he flipado porque no pienso que yo sea de ese nivel. Sí quizás desde un punto de vista emocional, de habérmelo currado.
Ellos han considerado que sí estás a la altura, por lo que algo bien habrás hecho.
Todos estamos a la altura porque todos damos lo mejor. Esto es muy misterioso porque cuando miras atrás y ves que algunos escritores no han sido conocidos y otros sí, en algunos casos casi por azar… Una cosa que creo que sí que hay, y me gusta mucho, lo leí de Virgina Woolf, y dice: «nadie puede decir realmente si un libro es bueno o es malo porque es la obra de tu creación». Pueden decir si tiene faltas de ortografía, si es más o menos rollo, pero es tu obra, es lo mejor que puedes hacer tú. Lo único que tiene sentido es que acabes con la sensación de que lo has hecho lo mejor posible y que te lo has pasado bien. Pues ese entusiasmo creo que es la clave del misterio, que tú quieras seguir; porque hay gente que tira la toalla. En talleres de escritura me he encontrado con gente muy amargada que dice: «es que a mí no me publica Anagrama…». Hombre, es que no es tan fácil. No te pongas ese listón tan alto porque a lo mejor no es lo tuyo. Hay que saber dónde se está.
No todo el mundo lo tiene claro.
Yo sé perfectamente que no voy a ser una autora de bestsellers porque a mí esa fórmula no me motiva. Quizás si supiera hacerlo, lo haría, pero a mí me motiva mucho más hacer lo que me gusta: ponerme a investigar la historia de un personaje, documentarlo y contarlo lo mejor que pueda. Y pasarlo bien.
Hay quién escribe lo que puede y no lo que quiere para sobrevivir.
Las grandes editoriales se creen que lo saben todo, pero luego publican ciento cincuenta novelas y les funcionan tres. Ahora el truco es que una productora se interese… Manuel Vazquéz Montalbán escribía artículos de todas clases para ganarse la vida. Los escribía con pseudónimo y era Vázquez Montalbán, que te lees su obra y flipas… pero no se le caían los anillos. Si eso era lo que le daba de comer, pues ya está.
¿Cómo está el rodaje del documental basado en tu libro El Ecuador de Ulises, sobre la estancia de Errol Flynn en Mallorca?
El rodaje se paró por la pandemia y no se ha retomado porque sigue todo muy restringido en Mallorca. Se había hecho ya una toma con Michael Douglas, pero luego había que hacerlo bien en plató… Me he dado cuenta del dineral que es todo lo relacionado con el cine. Me enteré de lo que valía cada minuto de rodaje para que tenga calidad, ponerle música, editarlo en alta resolución. He aprendido un montón. Con Tirso Calero preparamos el guión y doy gracias de haber tenido la oportunidad de escribir este guión a cuatro manos. Ha sido como tener el mejor maestro. Me ha ayudado mucho a aprender. No sé qué pasará, se ha quedado parado por esta situación que estamos viviendo, pero como esto me cayó del cielo ya estoy contenta.
¿Estás escribiendo algo nuevo?
Mi nueva novela está en manos del editor, pero ahora están en plena campaña de Sant Jordi, así que hasta después de esa fecha no creo que ocurra nada. La había corregido más de veinte veces hasta que hace un mes la di por acabada… y hace una semana me desperté con una idea para otra novela. Eso es bueno porque ha cortado el cordón umbilical con la anterior.