Tenemos con nosotros a Emma J. Care, que es seudónimo de una autora nacida en Ferrol. Su primera novela, Mi mal de amores eres tú, ha resultado finalista del VII Certamen de Novela Romántica Vergara-RNR (2016) y publicada por Selección BdB en abril de 2017. Su segunda novela, El sabor del último verano, vio la luz en septiembre de ese mismo año. Es la primera parte de El fino hilo de la mentira que salió a la venta en el mes de marzo de 2018.
¿Desde cuando escribes?
Desde hace tres años, aunque mucho antes mi mente ya era un hervidero de historias, personajes, nombres, a los que no sabía cómo enfrentarme. Gracias a las charlas, consejos y al inconmensurable apoyo de una gran amiga, autora de novela romántica, Caroline March, lo conseguí.
¿Cuando te decidiste a publicar?
No entraba dentro de mis planes. Era una ilusión que veía inalcanzable. Todo comenzó a finales de 2015; me acuerdo que me rondaba por la cabeza la idea de Mi mal de amores eres tú, mi primera novela. Le escribí un correo a Caroline destripando casi entera la historia y le comenté la posibilidad de presentarme al VII Certamen de Novela Romántica Vergara – RNR. Ese mismo día recibí su respuesta en la que me alentaba a comenzar a escribir para enviar el manuscrito al certamen. Iba a probar suerte y jamás se me pasó por la cabeza lo que sucedió varios meses después: en septiembre de 2016 salió la lista de finalistas. Tenía tan asumido que no iba a figurar entre ellas que no reconocí mi nombre. La alegría fue máxima, mucho más en diciembre, cuando Lola Gude, de Selección BdB, se puso en contacto conmigo para comunicarme que la editorial estaba interesada en publicar la novela. Y la aventura continúa, luego de esa primera hay dos más: El sabor del último verano y, su desenlace, El fino hilo de la mentira. Cada vez que lo pienso me da vértigo.
¿Crees que las nuevas tecnologías ayudan al escritor novel o acaban entorpeciendo al generar tanta competencia?
Considero que en un supuesto mundo donde no existiesen las nuevas tecnologías, la competencia existiría igualmente. A mi manera de ver, aportan grandes herramientas tanto a los escritores afianzados como a los que somos nuevos. Gracias a ellas, la antigua figura del escritor inalcanzable, distante, desaparece, porque podemos estar en contacto con nuestros lectores y se acaban forjando verdaderos lazos de amistad; te acercan no solo a grandes personas, sino a grandes lectores y a sus opiniones.
¿Cuales son tus autores favoritos?
Hay muchos. En mis estanterías predomina más la narrativa extranjera que la nacional: Kimberley Freeman, Lucinda Riley o Santa Montefiore son mis favoritas en una lista interminable. En lo tocante al panorama nacional de la novela romántica sigo a muchas autoras. De Caroline March, Nieves Hidalgo o Anna Casanovas lo he leído todo, o al menos casi todo. Me he acercado también a las obras de compañeras de editorial que me han emocionado y calado muy hondo. Por supuesto, no me puedo olvidar de los clásicos: Washington Irving es mi favorito. De hecho, Mi mal de amores eres tú, está ubicada en Sleepy Hollow. Fue mi manera de rendirle un pequeño homenaje. Thomas Hardy o Alexander Pushkin me encantan. De este último, su novela Eugene Oneguin, la mencioné en El sabor del último verano.
¿Te inspiras en personas reales para crear a tus personajes?
Por lo general sí, sobre todo, para el protagonista masculino necesito un «muso». El proceso de creación empieza en mi mente: visualizo su físico, además de esos rasgos que lo caracterizan: un color de ojos determinado o tatuajes, si es que los tiene. Una vez esté claro en mi mente, busco a ese actor o modelo que más se le parezca. Hay casos en los que me viene dado por una propaganda, serie o película y me digo: «ahí está mi chico».
¿Alguna costumbre a la hora de escribir?
Pasé de no tener ninguna a un montón de ellas. Por lo general escribo de noche (hay horas del día que no las desaprovecho), ya que requiero de tranquilidad y soledad, no me gusta escribir con alguien a mi lado, mucho menos con barullo, me molesta bastante. No así la música. Todas mis novelas cuentan con su propia playlist. Me ayuda a concentrarme y es una característica que comparten mis personajes: todos tienen sus propios gustos musicales, a veces coinciden con los míos, otras no.
Escribes romántica, ¿qué les dirías a los que opinan que la novela romántica es un género «menor»?
Ningún género literario es menos que otro. Antes que escritora, me considero lectora y como tal no consumo un solo género, sino más: novela negra, narrativa, histórica, entre otros. De hecho, hace poco he terminado de leer El cuento de la criada, de Margaret Atwood, el cual recomiendo, y nada tiene que ver, por ejemplo, con la romántica. Soy de la opinión que menospreciar un género es hacerlo también a esos millones de lectores que lo respaldan. Si es complejo que un libro haga reír, que ciertas escenas infundan miedo, es igual de complejo hacer llorar o que tus palabras calen tan hondo que lleguen al corazón. Eso es la novela romántica y ahí radica su complejidad: la expresión de los sentimientos y las emociones.
Háblanos de tu último libro, ¿por qué leer El Fino Hilo de la Mentira?
El fino hilo de la mentira no es solo la historia de amor entre Pablo y Valentina. Hay más. Ellos destaparán una vieja historia de amor, desconocida para todo el mundo, que estropeó la relación entre sus familias. A partir de ahí, irán descubriendo todos los secretos familiares que a su vez esconden mentiras, las mismas que los separaron cuando eran unos adolescentes. Esos secretos envuelven a todos los personajes convirtiéndose en el centro, ya que empujarán a los protagonistas a realizar un viaje para encontrar a una persona que lleva décadas alejado de la familia. No digo nada más, ya he desvelado bastante.
¿Qué proyectos tienes?
Entre manos hay alguno del que espero pueda hablar muy pronto.