Raquel Marín: «Las artes son savia fresca para el cerebro»


Hoy traemos una entrevista un poco diferente, la neurocientífica Raquel Marín nos habla de divulgación científica, de cómo cuidar nuestro cerebro -también con la lectura-  y de su libro Dale vida a tu cerebro

¿Cómo se te ocurrió la idea de escribir este libro Dale vida a tu cerebro?

A decir verdad la idea del libro se le ocurrió a la editorial que lo ha publicado, RocaEditorial, a raíz de conocer mi trabajo de divulgación a través de la web www.raquelmarin.net. En mi blog colgaba noticias de interés sobre las novedades recientes en Neurociencia. Los traducía al castellano en un lenguaje sencillo y ameno para que las personas estuvieran al corriente de la neurociencia que se está haciendo ahora. Quería con esta labor contribuir a que la neurociencia llegara más a las personas, que permeara más en la sociedad. Con este deseo, se gestó el libro que «vio la luz» hace un par de meses.

¿Habías escrito algo antes?

Sí. Casi todo lo que escrito es de investigación científica. Tengo más de cien publicaciones científicas en formato artículo, capítulo de libro o libro completo. Sin embargo, Dale vida a tu cerebro es mi primer libro escrito para el público en general, lo cual ha sido un gran aliciente y muy ilusionante.

Esto está cambiando poco a poco, pero tradicionalmente se acusaba a los investigadores científicos de no estar interesados en hacer divulgación, ¿por qué crees que ésto era así?

La investigación conlleva un trabajo intenso y arduo de manera constante. Precisa de un largo proceso desde la gestación de las ideas, la búsqueda de financiación, el desarrollo experimental, la comunicación de los hallazgos en la comunidad científica internacional, para poder seguir de nuevo gestando ideas y consiguiendo más financiación. Es un bucle de actividad sacrificada en el que apenas hay tiempo para poder levantar la vista, mirar el mundo y entresacar de lo que sabes aquello que es de interés para todos. Porque la relación investigación y utilidad práctica no tiene un vínculo evidente o inmediato. Además una vez que se hace el esfuerzo de simplificar y contar a la sociedad lo que puede ser relevante, sientes que estás «banalizando» la ciencia, que estás obviando su precisión y exactitud, que te estás haciendo menos «profesional». Hay que vencer el miedo al ridículo, y también negociar con el propio ego profesional y personal. Divulgar la neurociencia suele dar un poco de «vértigo». Tienes que hablar sobre muchas cosas sin profundizar en ninguna. Las personas son exigentes, precisan de aclaraciones, de respuestas concretas y de soluciones de las que muchas veces no se dispone. Es fácil llegar a conclusiones erróneas sobre lo que comentas o afirmas. Para la neurociencia hay muy pocas verdades universales, y además éstas son cambiantes, se actualizan, modifican y corrigen continuamente. ¿Cómo poder interpretar que «Solo sé que no se nada, y a pesar de ello algo creo saber»?

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¿Cómo ves el panorama de la divulgación científica?

La divulgación científica es primordial para el progreso de la sociedad y para el propio progreso científico. Si la ciencia no llega a las personas, se deteriora en su esencia. En España, gran parte de la investigación que se efectúa proviene de fondos públicos, del bolsillo de los contribuyentes, y por tanto se debe hacer un esfuerzo por ofrecer un retorno divulgativo a esta inversión. La divulgación científica está mejorando mucho, y la prensa en general muestra interés en difundir los hallazgos científicos novedosos. Sin embargo, la información accesible en internet no siempre proviene de fuentes contrastadas y fidedignas. Yo no soy partidaria de que el mejor formato para la divulgación sea a través del propio profesional científico, ya que muchas veces éste no cuenta con las dotes necesarias para que el gran público te escuche y emocione con lo que cuentas. Se debe combinar el conocimiento justo con ser un poco «rockero» a la hora de dirigirte al gran público. Tener don de gentes. Sin embargo, tampoco soy partidaria de que se cuente ciencia con escasos conocimientos sobre la misma. Se crea confusión, desconfianza, ruido de fondo muy perjudicial que después la ciencia debe desmentir para poder volver a “empezar de cero”. Yo misma en mi libro dedico un capítulo importante a desmentir mitos que circulan sobre el cerebro antes de abordar otros temas que quiero tratar. La dosis adecuada de divulgadora y científica rigurosa es difícil de medir. Si en alguna ocasión lo consigo el «subidón» puede ser sublime. Mientras tanto, me divierto mucho haciéndolo. Aprendo de mí misma y de los demás.

¿Cómo incentivar a los jóvenes para que elijan una carrera de ciencias?

Para que los jóvenes apuesten por las ciencias hay que tener referentes. Es decir, científicos y científicas visibles a los que quieras parecerte. Los jóvenes suelen tener sus modelos artísticos, musicales, literarios, deportivos, etc. pero suelen carecer del científico «estrella» al que anhelar alcanzar en sus conocimientos. Un referente en divulgación científica es curiosamente un científico que impartía sus charlas en silla de ruedas y sin su voz, el recientemente fallecido Stephen Hawking, que sin duda estimuló a muchos jóvenes a interesarse por la Astrofísica. Pero nos faltan ejemplos en un sinfín de áreas de investigación fuera de su propio ámbito de trabajo. ¿Cuántos jóvenes pueden citar a un solo neurocientífico o neurocientífica? Yo no tengo la respuesta.

Hay menos mujeres que hombres en disciplinas científicas, ¿por qué crees que ésto es así?

Considero que está muy relacionado con lo que acabo de comentar. Desde mi punto de vista, una de las razones esenciales es que seguimos sin tener modelos femeninos líderes conocidos por las jóvenes. Faltan referentes en la cúspide de la pirámide para las niñas y jóvenes. Ello no quiere decir que no existan, sino que simplemente no son visibles socialmente. Poner caras femeninas a la ciencia hace a las mujeres científicas más cercanas, establece parámetros de referencia y pone en valor sus méritos. Con investigadoras que hablen por sí mismas y se hagan visibles se puede conseguir que las niñas establezcan sus propias pautas de referencia, y las adopten como modelo a seguir. La neurociencia es relativamente joven dentro de la ciencia, pero está abocada a ser de las más populares en los próximos años. Espero contribuir a que atraiga en el futuro el talento de mujeres jóvenes con proyección e impacto internacional. Es una de las razones por las que soy divulgadora neurocientífica. Estoy convencida de que me quedan por delante unos años de profesión fascinantes.

Tienes un blog Tu cerebro con Raquel Marín, ¿qué podemos encontrar en él?

El blog se forjó a raíz de impartir charlas de divulgación, en las que me percataba de cuán ávidas son las personas por conocer más sobre el cerebro, cómo funciona, cómo cuidarlo, cómo envejece. Por ello decidí hacer un esfuerzo en plasmar las respuestas que las personas buscan sobre el maravilloso cerebro en un formato accesible, atractivo y práctico. Por otra parte, incluyo temas que están ahora mismo suscitando el interés y el trabajo de los investigadores que trabajan en el campo. Los traslado a un lenguaje «para todos los públicos». Además, como soy muy cocinillas y quiero ofrecer algo práctico, incluyo recetas «neurosaludables» que yo misma elaboro, ilustro y también degusto. ¡El cerebro «no come de todo»! En definitiva, mi blog pretende contribuir a que el visitante esté más al corriente de los hallazgos maravillosos que la neurociencia está aportando y lo puedan llevar a sus casas estableciendo pautas de vida saludables para la actividad cerebral.

Somos una revista cultural, así que ¿cómo beneficia la lectura a nuestro cerebro? ¿Y las demás artes?

El cerebro humano dedica una gran parte de su actividad a la creatividad y la comunicación. Son estímulos cognitivos que generan y promueven nuevas conexiones entre las neuronas del cerebro, fomentan su desarrollo, su mantenimiento y su juventud. Son sabia fresca para este órgano ávido de nueva información y nuevos retos.

¿Cuidamos suficientemente nuestro cerebro?

Por mi experiencia, las personas no son conscientes de que el cerebro hay que cuidarlo, y que las pautas de vida deciden mucho sobre la salud cerebral. En general, se sabe mucho más sobre cómo cuidar del corazón, los músculos o la piel. Curiosamente, el cerebro parece perder la memoria cuando se trata de sus propios cuidados. Sin embargo, las pautas de vida que establecemos pueden ser determinantes para el estado anímico, emocional, memorístico, creativo, social, etc. También sobre la velocidad a la que el cerebro puede envejecer, ya que no lo hace como el resto del cuerpo. En particular, es muy importante conocer qué aspectos del estilo de vida pueden ayudarnos a prevenir las enfermedades del cerebro más comunes en la vejez como son el Alzheimer y el Parkinson. Por ello pretendo aportar en mi libro herramientas útiles y sencillas para ayudar a mantenerlo joven y saludable para toda la vida.

¿Quieres añadir algo más?

Muchas gracias por vuestro interés y por invitarme a hacer esta entrevista. Han sido unas preguntas muy interesantes.

Muchas gracias a ti.