Gemma Solsona: «Soy una ferviente admiradora del cuento»


Nos acompaña Gemma Solsona autora de relatos. Casa Volada es su último recopilatorio.

¿Cuándo empezaste a escribir?

Pues como dicen en los cuentos: «hace mucho tiempo, cuando los cerdos todavía llevaban sombrero…». Bueno, no sé si fue entonces, la verdad, porque además siempre digo que tengo muy poca memoria y que, a lo mejor, es por eso que escribo, para llenar algunos huecos de la realidad a través de la imaginación. Sin embargo, sí puedo afirmar que los libros me han acompañado desde que fui consciente de ser Gemma, de ser yo misma, en pequeñito. Mi madre guarda fotografías de esas desteñidas, que parecen de otra época, y me sacan los colores cuando las enseña a mi pareja. Y, en muchas de ellas, incluso sin levantar tres palmos del suelo (porque sí, una vez fui pequeñita…), ya salgo con un libro enorme en las manos. Creo que antes de escribir, leí. Mucho. Antes de dormirme, me encantaba esparcir mis cuentos sobre la cama y los leía y releía. Después, reinventaba historias a partir de los que más me gustaban. Conservo todavía mi primer «libro» de cuentos, transcrito por mi abuela, con su letra pulcra y clara. Yo no tendría entonces más de ocho o nueve años. Después seguí leyendo. Y vinieron las novelas de Blyton, Dickens, Alcott o Christie. Y quise ser como Jo March, y convertirme en escritora. Además de lectora voraz seguía siendo muy fantasiosa… Pero aparqué un tiempo eso de ser «contadora de historias». Y llegó la universidad y el pensar que solo debía hacer cosas «útiles» y que en el trabajo estaba la solución a todo. Aunque seguí leyendo. Los libros no me abandonaron, nunca. Hasta que regresé a la pasión de escribir mis propias historias, ahora ya hace más de una década. Al «escrivivir» como dice la escritora y compañera Rosario Curiel. Y hasta hoy, que aquí estoy, hablando con vosotros sobre letras, «escriviviendo» y disfrutándolo.

Eres profesora en talleres de escritura… ¿se aprende mucho enseñando?

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Muchísimo. Yo intento que todos podamos participar, que disfrutemos en ese oasis que espero que sea el taller. Me encanta descubrir autores y autoras y llevarlos a clase para analizarlos con los alumnos, comentar sus relatos. Con solo preparar la clase, ya aprendes. Así que imagínate cuando compartes ese texto con otros apasionados por las letras como tú, y puedes pasarte diez minutos diseccionando los adjetivos en un párrafo, dándole vueltas al por qué la autora ha escogido colocar el término «aterradora» tras «alta, delgada» en una frase. Pongo este ejemplo porque es el que tengo más reciente. La frase era: «Alta, delgada, aterradora apareció en el fondo de un corredor Arsenia López, con un lápiz en la mano». Es de un relato de Silvina Ocampo La casa de azúcar y recuerdo que comentamos la precisión de sus adjetivos, la inquietud que se desprende del texto sin necesidad de retórica. Compartirlo con alumnos me sirvió para darme cuenta de otros aspectos distintos de ese cuento. Y supongo que esa es la magia de los talleres de escritura. Compartir, descubrir y despertar a las musas es mi objetivo. Y cuando se nos pasa la hora, y escucho que todos salen con ganas de ponerse a escribir… me digo que sí, que hemos tenido una buena clase.

Catalogas tu libro de relatos, Maullidos, como un libro de mujeres, gatos y fantasmas. Háblanos de él.

Sí, Maullidos es un libro con doce cuentos distintos, independientes, entrelazados por esas mujeres, fantasmas y gatos que aparecen y desaparecen de las historias. Como no, le tengo un gran cariño a Maullidos, fue un libro que, junto a Judit García-Talavera, una gran ilustradora y amiga, cuidamos hasta en el mínimo detalle. Maullidos fue formándose a través de los cuentos y las ilustraciones. Primero aparecieron las mujeres, la parte femenina, con los tres primeros relatos de personajes femeninos que rompían reglas, Violeta, Greta y Lola, fuertes en su fragilidad, y fascinantes, espero. Maullidos adquiría así el tono magenta para representar a esas mujeres felinas. Y aparecieron los gatos, que tanto Judit como yo adoramos. Son misteriosos, como algunos de los cuentos de Maullidos. Juguetones y nunca sabes por dónde van a salir. Y los fantasmas… qué os voy a decir. Me han fascinado siempre. Y otro de los motores de Maullidos son los secretos de sus personajes. Y quien mejor que un fantasma para guardar un secreto…

¿Dónde nace tu fascinación por los vampiros y las brujas?

A ver, pues pienso que ha estado ahí, desde siempre. Hace años leí un relato que siempre recomiendo, El Uru de Horacio Convertini, que ganó el premio Cosecha ñ. En este cuento hay una frase que me encanta: «el pagaré del destino se firma de pantalón corto». En mi caso, supongo, que fue con trenzas y falda escocesa. Y sí, ya entonces me gustaban las brujas y los vampiros. Me recuerdo de noche, levantándome al escuchar la tele en el comedor, por si mi padre estaba viendo una película de miedo. Si mi madre dormía, me escabullía hasta allí para ver, al menos un trocito… Además, las brujas siempre me han fascinado más que las princesas. Nunca logré entender cómo Dorothy, en el Mago de Oz, se iba «de rositas» tras aplastar a la pobre Bruja del Oeste y «robarle» sus zapatitos rojos (eran rojos en la película, creo que en el libro de Baum eran plateados). Y la verdad es que me enfadaba sobremanera cuando, en las películas de Disney, siempre ganaban los «vivieron por siempre felices y comieron perdices».

Hasta ahora has publicado un libro de relatos ¿Para cuándo una novela de Gemma Solsona?

No sé, la verdad. En alguna ocasión me han comentado que mis relatos, al ser largos, son «novelescos», pero escribo, de momento, para disfrutarlo (y que dure). Así que me dejo llevar por lo que me apetece. Y soy una ferviente admiradora del cuento, que me permite picotear aquí y allá, dar rienda suelta a mi dispersión… porque hay tantas cosas que me gustan que me resulta complicado centrarme en una. Además, pienso que, en el fondo, el cuento es el «primer» formato de historias que conocemos, el que nos fascina cuando somos pequeños. Y escribirlo, y poder fascinar, a tu vez, a lectores adultos no es una tarea sencilla. Sin embargo… sí, algo tengo por ahí, para la novela. Y como no, hay fantasmas, y una niña muy especial, y una casa un tanto peculiar y no digo más… habrá que esperar, a ver si algún día me decido a «comprometerme» un tiempo con esa novela.

Te hemos visto llevar la voz cantante y ser maestra de ceremonias en muchas charlas de PAE (plataforma de adictos a la escritura). ¿Podrías hablarnos de esta asociación y cómo llegaste a ella?

Por dónde empiezo… a muchos de ellos los conocí en una escuela de escritura, aunque con muy pocos coincidimos en una de las clases. Recuerdo la primera vez que escuché hablar de la PAE y los vi en la presentación que hicieron en el Corte Inglés. Creo que yo fui a verlos por Greta. Y bueno, me encantó el buen humor, el entusiasmo, las ganas que veía en ellos. Dicen que la unión hace la fuerza y sumar la tuya a la de otros escritores, sin duda, es un apoyo para que todos lleguemos un poquito más lejos. Esa misma tarde hablé con Manu, conocí después a Iván, reconocí a Maite (¡fuimos juntas a COU!) y así a todos… y la verdad es que sin darme cuenta ya estaba pasándomelo en grande con sus locuras y proyectos. Puedo decirte que les debo muchísimo a cada uno de ellos, a los «paesianos» iniciales y a los que han venido después. Me han aportado energía, confianza y aunque me ponga ñoña (ellos saben que soy villana pero también ñoña) los adoro. Algunos de ellos no son mis compañeros, son ya grandes amigos. Además, pienso que cada uno de nosotros aportamos algo distinto a la PAE, y en eso está la clave. Locura, cordura, sensibilidad, humor, creatividad… además que como escritores somos muy distintos. Pero todos tenemos claro que adoramos las letras y «nos acompañamos» en este «vicio» que es la escritura, para disfrutarlo mucho más.

¿Qué proyectos tienes en mente?

¿Ahora mismo? Ante todo, intentar que mi último libro de relatos Casa volada que he publicado con editorial Huso (es una maravilla de edición, ya que Mayda, la editora, me ayudó a cuidar todos los detalles) llegue al máximo de lectores posible. Se presenta el 29 de marzo, en el Reial Cercle Artístic de Barcelona y sus historias giran alrededor de esas casas que, en cierta forma, son protagonistas silenciosas e influyen en las tramas, en los personajes… Así que espero presentarlo y ¡disfrutarlo mucho! Seguir volando con Vuelo de Brujas de editorial Apache y ver si movemos un nuevo proyecto con Jose del Río Fortich, su editor, otro gran loco por las letras. Compartir la ilusión de una antología junto a mi grupo de alumnos: el libro TRAStiendas que publicamos con Stonberg editorial este año; de la antología que se publicará del premio Terroríficas con Palabaristas y de la de cuentos sangrientos y femeninos, Macabras II coordinada por Tamara López. Participar y ayudar en lo que pueda en todos los saraos divertidos que organizan mis compañeros y amigos de la PAE. ¡Ah! Y continuar progresando en un nuevo proyecto que tenemos entre manos con mi musa ilustradora, Judit García-Talavera (solo te digo que está bastante avanzado y que le tengo muchas, muchas ganas). Y si da tiempo… quizá recuperar la novela del cajón, algún día. En resumen, seguir «escriviviendo».