Luz Gabás: «Lo romántico es una actitud del espíritu que todavía pervive y fascina»

Mayte Bonilla Castro
Fotografía: Carlos Ruiz

Hoy contamos con la visita de Luz Gabás para inaugurar el año de entrevistas de los sábados. Luz Gabás es autora de obras tan conocidas como Regreso a tu piel, Como fuego en el hielo o Palmeras en la nieve,  cuya versión cinematográfica, estuvo  interpretada por los actores Mario Casas y Adriana Ugarte. Su última novela es El latido de la tierra

¿Cuándo empezaste a escribir?

Mi vida ha estado siempre manchada de tinta. Me gusta escribir desde niña. Me encantaba preparar las redacciones de clase y de los concursos del colegio en Monzón. Escribía un diario casi todos los días y lo hice durante años. Las asignaturas de lengua, literatura e idiomas eran mis favoritas. Luego estudié Filología Inglesa en la Universidad de Zaragoza. Tanto mis estudios como mi vida laboral han estado vinculados a las letras. A veces soñaba con ser escritora a nivel profesional, pero hasta la madurez no encontré el momento idóneo para planteármelo en serio. Entonces surgió Palmeras en la nieve.

¿Qué se va a encontrar el lector entre las páginas de El latido de la tierra?

Es una historia de amor, de amistad y un homenaje a mi generación y al mundo rural. Es una novela pegada a las piedras y a la tierra. La historia nació de varias palabras: pasado, edad, pueblo, tierra, casa, despoblación, miedo, futuro. La protagonista, Alira, vive con su madre y un hermano en una mansión ubicada frente a uno de tantos pueblos deshabitados de la geografía española. La mansión ha sobrevivido a duras penas, a costa del esfuerzo de sus propietarios. Para conseguir salvarla, Alira toma una decisión tras la cual coincidirán en un mismo escenario los miembros de la pandilla de la juventud y unos desconocidos. La aparición de un cadáver en la mansión y la subsiguiente investigación policial permitirán conocer las luces y sombras de los personajes. Hay una estructura de doble búsqueda; la de la verdad policial y la de la protagonista. Y hay un mensaje claro: que no hay nada peor que la pérdida de ilusión. Quería contar una historia de un mundo que se desmorona y, a la vez, hablar de esperanza.

En tu nueva novela, la casa y la tierra tienen una importancia fundamental. En general en el mundo moderno, esa unión, esa identidad, se está perdiendo. ¿Hasta qué punto crees que eso podría explicar algunos de los problemas que sufre la sociedad actual?

41wejQT-RaL._SX325_BO1,204,203,200_.jpgPor una parte, somos consecuencia de lo que ha sucedido anteriormente; por otra, nos incomodan los cambios a los que la sociedad se ve constantemente sometida. Que podamos encontrar explicaciones no nos exime de nuestra obligación de reajustarnos de una manera serena. En la novela, el mundo rural despoblado es el escenario para hablar del riesgo de la “despoblación del alma”. Mi generación ha sido testigo de la muerte del discurso centenario de la casa, el pueblo y la tierra como entes sólidos, eternos. Somos una generación hábil, pero tensionada en el intento de encontrar nuestro espacio entre tradición y modernidad. Se nos ha exigido que custodiemos aquello que otros abandonaron, que preservemos el pasado en un presente tremendamente variable. A veces, la carga del pasado resulta excesiva. Este es para mí uno de los grandes errores de nuestra época. No se debe mirar al pasado ni con rabia ni con deseos de revivirlo, ni como el único discurso sólido al que aferrarnos. Debemos armarnos de valor para no abandonarnos a la decrepitud, para ser capaces de cambiar y continuar adelante. La figura de la casa y de la tierra ha dado sentido a la existencia de millones de personas a lo largo de la historia, pero los discursos también cambian. Está en nuestra mano crear un nuevo discurso.

Utilizar el paisaje como un personaje más es un recurso muy frecuente en la literatura del Romanticismo… ¿Es esa una época que te atraiga especialmente?

Cuanto más leo sobre el Romanticismo, más me atrae y más cuenta me doy de su influencia en todos los hechos posteriores —buenos y malos— hasta nuestros días. Como explica Safranski, lo romántico es una actitud del espíritu que todavía pervive y fascina en nuestros días. También hoy nos enfrentamos a las tensiones de otros tiempos entre técnica y naturaleza, realidad y nostalgia, razón y pasión, alegría e ironía, tradición y progreso. El Romanticismo es un derroche de pasión. Es imaginación, fantasía y locura frente a la razón. Es una exaltación del amor como único valor capaz de dar sentido a la vida. En todas mis novelas aparecen los grandes temas románticos pero creo que El latido de la tierra es mi novela más romántica porque aparece la tensión entre el individuo y la sociedad y hay una crítica al sistema. En cuanto al paisaje, se convierte en mis novelas en un actor más que define, condiciona y modifica a los personajes. La naturaleza representa el contraste con la civilización. Me inspiro en mi territorio, pero los lectores de toda la geografía española encuentran muchos lugares comunes.

Alira, la protagonista de El latido de la tierra, afronta un gran cambio ¿Cómo cambió tu vida a raíz del éxito de Palmeras en la nieve?

Sin duda, Palmeras en la nieve cambió mi vida. A nivel profesional, me dio la posibilidad de dedicarme a escribir, de viajar y conocer nuevos lugares y personas. Siento que he encontrado mi lugar en el mundo. A nivel personal, cumplí con una deuda que tenía conmigo y con mi padre. Era una historia que debía ser contada y sentía que tenía que ser yo quien lo hiciera. Creo que la satisfacción por haberlo conseguido me acompañará siempre. Aparte de eso, procuro llevar una vida normal. Vivo en la montaña con mi familia y mis animales, y sigo disfrutando de los encuentros con mis amigos.

Cuando viste plasmada en imágenes tu novela, ¿era como lo habías imaginado al escribir la historia?

Todo el proceso de transformación del libro en imágenes fue muy interesante e intenso. Aprendí mucho del mundo del cine, que es tan complejo que no sé cómo hacen para seguir adelante. Es pura pasión. El director, Fernando González Molina, se dedicó en cuerpo y alma al proyecto. En realidad, todo el equipo. Fue una pasión compartida por todos. Percibí en la película la esencia de la novela. Esto era lo más importante para mí. Soy plenamente consciente de que una película es una interpretación de una novela.

¿Son compatibles la literatura y la política?

Admiro a aquellos escritores y escritoras que, como los de siglos anteriores, compaginan su carrera literaria con la política, dos esferas de la vida que tendrían que ser más compatibles de lo que son por cuanto una puede enriquecer a la otra. Pero en la actualidad se buscan en la política aventuras que deberían encontrarse en la literatura y se ataca a la literatura con intromisiones políticas. Supone un grandísimo esfuerzo personal llegar a todo teniendo además ahora que soportar una brutal exposición pública en medios y redes sociales. Todo lo que tiene que ver con política es susceptible de ser criticado despiadadamente, digas lo que digas, hagas lo que hagas. Por experiencia, sé que el escritor que se dedica a la política encuentra satisfacción en hacer las cosas como le dicta su conciencia y cumplir objetivos, en el área que sea. Para mí es más satisfactoria la parte literaria, en primer lugar, porque escribir es algo muy íntimo, depende directamente de ti y no de factores externos y, en segundo lugar, porque recibes muestras de afecto por parte de los lectores. En contra de lo que se cree —habría que cambiar el discurso negativo— los cargos políticos suponen mucha responsabilidad y muchos quebraderos de cabeza. Te pasas todo el día analizando y resolviendo problemas, algo que no se valora en su justa medida y que no se agradece. Por el contrario, tras el esfuerzo de la redacción de una novela llega la recompensa de los lectores, el diálogo, el cariño que muestran en las presentaciones. La política es más agresiva que la literatura, y los escritores somos almas sensibles.

¿Qué piensas de la autopublicación y de esa facilidad que tiene ahora cualquiera para poner un libro a la venta?

Cuando tuve terminado el manuscrito de Palmeras en la nieve, me costó mucho tiempo y esfuerzo conseguir que una editorial me hiciera caso. Me consumía la impaciencia. Me resultaba frustrante, pero tenía claro que, si ninguna editorial me respondía, me autoeditaría la novela, así que comprendo a quienes lo hacen. Finalmente, gracias a la editora Raquel Gisbert me convertí en autora del Grupo Planeta. Con esto quiero decir que las dimensiones son evidentemente diferentes entre una gran editorial y una pequeña, pero la ilusión es la misma a la hora de sacar adelante un proyecto. Quienes se autopublican quieren que al menos sus seres cercanos lean su mensaje. Y de libros autopublicados han surgido textos estupendos publicados después por grandes editoriales. Son los lectores quienes eligen qué textos desean leer y por qué.

¿Estás trabajando ya en algún nuevo proyecto?

El latido de la tierra interrumpió el trabajo de documentación, reflexión y diseño de personajes de otra historia que he retomado ahora. Creo que los pálpitos muchas veces van cargados de razón. Tenía que escribir primero El latido de la tierra para que esta otra en la que estoy ahora tenga sentido en mi viaje literario.