Pilar Ruiz: «Seguiremos contando historias porque, como los de Altamira, sabemos que es esencial»


Presentamos hoy la novela El jardín de los espejos (Roca Editorial).  Su autora Pilar Ruiz es, además de novelista, guionista de cine y de series de televisión, como La señora, emitida por TVE. También es directora de cine. Su película Los nombres de Alicia obtuvo una nominación al Mejor Sonido en los premios Goya, la Mención especial del Jurado en el Festival de Málaga y el Premio especial del Jurado en el Festival de Miami

En tu novela, El jardín de los Espejos, hablas de mujeres que se dedican al arte. Cuando era pequeña y estaba estudiando me preguntaba: ¿es que en el pasado no había mujeres artistas?

De pequeña y de más adulta. Es que ya lo teníamos asumido. Cuando íbamos a ver una película, pues si no había chicas, no pasaba nada. Si querías identificarte con un personaje, te identificabas con un indio, con un vaquero o con Luke Skywalker. No pasaba nada…, pero sí pasaba. Llega un momento -que tiene también que ver con el signo de los tiempos- en el que todas las mujeres del planeta decimos: «oye, aquí pasa algo raro». Ya no solamente en el mundo del arte, en el mundo de las letras y en el mundo de la ciencia, que hay un montón de señoras que han desaparecido, que están ocultas y que no hemos estudiado en los libros de texto. Y estaban ahí. Ese cuestionamiento sobre como nos han contado una historia, que al fin y al cabo no deja de ser un relato también, un relato interesado, tenía que ser puesto en cuestión. Tenemos mucho trabajo por hacer para descubrir a esas mujeres que han estado a lo largo de los siglos haciendo cosas interesantísimas y además siendo muy importantes. Influencers de su época, y de repente llega el siglo XX y el siglo XXI y dices: «¿Dónde están?» Ocurrió con la obra de una amiga que se llama Diana Larrea, artista plástica, que estaba también en esa búsqueda y que me habla de una artista, María Gimeno, que hace una performance llamada Queridas Viejas, en la que ella se pone delante del libro de historia del arte por antonomasia -que es el de Gombrich- hablando de las mujeres que no están . Es una preciosidad.

Las cosas siguen siendo difíciles.

No solamente en el pasado. En el presente… que ser mujer y querer dedicarse al cine sigue siendo una odisea. Claro, cuando yo estaba en la Escuela de Cine no era consciente. Sí es verdad que yo era la única chica que estaba allí, en dirección, que ya era una cosa para reflexionar. La presión es tal que ni lo percibes. Luego te das cuenta de que la cantidad de problemas que hemos tenido en nuestro ámbito laboral eran como raros. No hablo ni siquiera de acoso ni nada de eso, sino de ninguneo. Lo estuve hablando con mis amigas feministas, por ejemplo, en televisión, los creadores de la mayoría de las series en este país son hombres. Es verdad que en sus equipos hay alguna chica, pero están por detrás. Y hablamos también de dinero, porque si estás en tu casa haciendo macramé nadie se va a meter contigo porque lo vas a vender en la tienda de una amiga tuya. Pero si lo que quieres es conseguir cuarenta millones de euros para sacar adelante una producción, te relegan. Y no solo es en España, que dices, es que es un país más machista… No. El caso de Reese Witherspoon, una actriz que hacía comedias, que cuando cumple cuarenta años se encuentra que está en la calle porque nadie la llama. Y no la llaman porque tiene cuarenta años. Y dijo: «¿sí?, pues me hago productora. Llamo a mis amigas productoras y otras actrices y me pongo a hacer Big Little Lies y todas las series que pueda…»

Pero eso puede hacerlo ella porque tiene dinero y contactos, pero la que no tenga…

Claro, ella tiene a Nicole Kidman y se dan una vuelta y consiguen la pasta, pero yo no tengo a Nicole Kidman… En mi novela hablo claramente de Amalia, que es el caso de infinidad de artistas plásticas, y hablo de artistas plásticas que se estan reivindicando en recientísimas fechas; como es el caso por ejemplo de Angeles Santos, que ahora tiene su propia sala en el Reina Sofía. Pero cuando yo fui por primera vez al Reina Sofía, Ángeles Santos no estaba. Y el caso de Artemisia Gentileschi es el más sangrante. Una pintora barroca de este nivel que yo, una aficionada al arte, no la conozca hasta que tuve treinta tacos… Es que es alucinante, ¿pero qué es esto? ¿Qué ha pasado aquí? A mí me han influido mucho mis amigos y mis amigas artistas.

Las tres protagonistas se dedican a las artes visuales. No es casualidad, ¿no?

Bien visto. Hay una reflexión sobre las artes visuales. La mujer siempre ha sido objeto del arte a lo largo de la historia de las artes plásticas. Así que cuando ha habido mujeres que han intentado saltarse las normas y convertirse en sujeto, ves lo que les ocurre, que las han enterrado. Pero también filósofas… Tengo un amigo que es divulgador científico y habla de las mujeres que han sido ninguneadas en la ciencia.. Es tremendo cuando te viene alguien y te dice: «si es que os quejais de vicio, si ya lo habeis conseguido todo…» Sí que aqui en España hasta el año 1975 las mujeres no teníamos derecho a pasaporte ni a tener nuestra propia herencia. Son derechos humanos básicos.

¿Dirías que es una novela feminista?

También es verdad que en la novela, que es evidentemente feminista, no hago un alegato directo. Creo que es más interesante contar historias, y contar historias de mujeres a las que les pasan cosas. A mi me interesan otros temas. Me interesa hacer una reflexión sobre las artes visuales, sobre el tiempo… sobre como esas artes visuales atrapan el tiempo y te devuelven lo que hemos perdido. Mi amiga Diana Larrea tiene un proyecto llamado Feminismo Mágico, y cuando lo oí le dije: «Diana, no es posible que estemos las dos, como tantas otras, en el mismo espacio mental». Es una cosa increible pero a mi me nutre mucho ver lo que hacen los demás.

¿Por qué has situado la acción de la novela en el valle del Pas en Cantabria?

Yo soy cántabra, pero es verdad que el Pas tiene una dimensión mítica que es distinta a la del resto de lugares de Cantabria. Tienen una forma de vida que no se parece creo que a ningún otra en España… Bueno, ahora cada vez menos. Dentro de la propia Cantabria tenían muy mala prensa porque eran como gente un poco tahimada. Es un insulto todavía, metes la pata y te dicen «no seas pasigona». Una connotación muy despreciativa que tiene que ver con la propia historia de los pasiegos, que es verdad que estaban muy aislados y que era una zona muy pobre hasta hace nada… hasta el siglo XX y muy entrado el siglo. Esto les hacía emigrar… Había muchísimos pasiegos en América, muchísimos en Andalucía. Luego es verdad que hay zonas de Cantabria que se romanizó muy poco y donde no llegó la iglesia católica. En el siglo XVIII los jesuitas mandaron misiones al valle del Pas y a Cantabria porque eran paganos… como si fuera Japón. Eso sí forma parte de la ideosincrasia cántabra y de la cultura de la zona de los valles: el valle de Cabuérniga, valle del Pas, valle de Liébana... Digamos que la tradición cultural católica es como un hojaldre: está muy por encima y lo que sigue abajo es el paganismo de las brujas y de las hadas, de tradición celta. Yo me siento muy celta cuando escribo. Me fascinan los cuentos de hadas. La estructura narrativa primera que utilizo es la del cuento y luego ya voy jugando. Me siento muy cómoda cuando estoy metida en un cuento de hadas, y yo ya luego hago cosas (risas). Escribo siempre pensando como si fuera una leyenda, como si fuera un cuento.

¿Ha afectado el confinamiento a tu trabajo?

He terminado la novela en pleno confinamiento. El estado de ánimo que teníamos compartido todos está ahí, sin traicionar lo que lo contaba y sin hacer ningun tipo de referencia a ninguna pandemia ni a nada parecido. Pero es curioso porque luego al repasarlo, mucho antes de que apareciera lo del Covid, como hablo de la Guerra del 14 y coincide con la gripe que estaba en aquellos años y hablo de la malaria, dije: «si esto parece un catálogo». No sé si estaba en el ambiente porque en mis otras novelas no hablo de enfermedades. Curiosísimo. Y de repente en marzo nos confinan cuando estaba ya acabándola… Evidentemente algo del estado de ánimo se ha colado.

En la novela haces mención a yacimietos arqueológicos muy importantes, como la cueva del Castillo.

Tengo muchos amigos arqueólogos y restauradores, y llevan años avisando de que se hace algo o desaparece. Hay un presión turística tremenda sobre este patrimonio. En la novela trato como está la investigación y la arqueología en España. En todos los yacimientos españoles están trabajando con voluntarios a los que no se les paga. Hablas con ellos y se te ponen los pelos como escarpias. Desde 2008 se cerraron yacimientos, se cerraron excavaciones, cerraron el grifo a todo… a todo a lo que se le cierra siempre. El sitio de Carranque, por ejemplo. La comunidad de Castilla la Mancha lo primero que hizo fue cerrar el yacimiento al público para ahorrar. No te digo ya los investigadores… Al público, que iban colegios… ¡Porque era mucho gasto! Eso fue en 2009 o 2010 y han tardado años en reabrirlo. Es una muestra de la sensibilidad que hay en este país respecto al arte, respecto al patrimonio…

Tenemos una cultura importantísima, como Tartessos, y no se valora como harían en otros países.

Fíjate en los etruscos, que tanto tiene que ver con Tartessos, tú te vas al museo estrusco de Roma y lo flipas. Yo discutia con mis amigos italianos y me decían; «en España hay el mismo turismo que en Italia», y yo les decía: «no». Aquí es la terraza y el bebercio. E irse a Magaluf de marcha, y eso en Italia no existe… Y no lo entienden, que la gente cuando va a Cantabria va a taparse con la mantita y a comer marisco en San Vicente de la Barquera, pero no les interesa nada más. Estaban todos los museos vacíos. Era el mejor sitio para no pillar el Covid. Setecientas mil familias viven directamente de la cultura. ¡Y están abiertos los puticlubs!

Me interesa hacer una reflexión sobre las artes visuales y sobre el tiempo.

Pues si hablamos de piratería…

Eso sí, pero durante el confinamiento toda la gente viendo series, oyendo música, leyendo… Eso, ahora haz otra vez el confinamiento pero sin nada. Hablan de bajarse una novela de Internet como si fuera la más normal del mundo… Nunca van a considerar que esto es trabajo, ¿como va a ser un trabajo estar ocho horas diarias escribiendo una novela? Las cuevas de Altamira, ¿qué eran? Hay muchas teorías, pero está muy claro que aquella gente no lo hacía para trabajar. Era porque necesitaban volcar su imaginación y posiblemente las pinturas formaban parte de un cuento, de un mito oral para aprender a sobrevivir; porque contar historias es esencial para sobrevivir, forma parte de la esencia del ser humano. ¿Cómo pueden decir que la cultura no es importante si es esencial para el ser humano? Pregunta en Inglaterra o en Francia que la defienden con uñas y dientes, porque aunque sea a largo plazo la cultura da mucho dinero. No tienen ni idea de la cultura. Unos creen que es una cosa elitista para ricos aburridos, y otros que la desprecian porque ni entienden lo que hacemos ni les interesa. Si coges las audiencias del fin del semana se te cae el alma a los pies… Con el cotilleo.  En Italia no es así, en Francia no es así con la cultura. La gente de la cultura en Italia… Un quesero en Roma me dijo: «ah, signorina, usted hace cine… Yo soy el quesero de Bernardo Bertolucci», y lo decía con todo orgullo. El quesero sabía quién era Bertolucci… y estaba orgulloso de venderle queso. Pero seguiremos haciendo cine y contando historias porque, como los de Altamira, sabemos que es esencial.

¿Qué consejo le darías a quién intenta dedicarse a esto?

Esto es vocacional llega un momento en que te lo tienes que plantear así. Tira para adelante como puedas… Yo no me siento capacitada para dar ningún consejo a nadie. Yo le diría que fuese honesto, porque muchas veces dices. «lo dejo todo y me pongo a escribir» Luego esto hay muy pocos que lo hacen. No es algo que elijas, es que no puedes evitarlo. Los verdaderos artistas nunca se han dedicado a esto por el reconocimiento.  Yo escribo desde los seis años porque una tía de mi padre me enseñó a leer y a escribir. No podemos evitarlo porque además nos da la felicidad. Mi confinamiento ha sido bastante más agradable que el de otros porque la gente está acostumbrada a ir a una oficina a relacionarse con otros. Estaban los pobres como un pulpo en un garage, metidos en casa… Nosotros tenemos la suerte de que lo que hacemos nos hace felices, aunque después lo pasemos fatal porque tu libro no se vende o no va nadie a verte al teatro, o la película no la consigues levantar. Me considero una privilegiada. No como mucha gente para quien ir al trabajo es ir al matadero. Lo del matadero ahora es literal porque te metes en el metro y en la oficina y no sabes lo que va a pasar allí. Igual en otro oficio ganaría más dinero y tranquilidad. Un sueldo fijo… No he tenido sueldo fijo más que cuando trabajé en Tele 5, no te digo más (risas). La única vez en mi vida, duró pocos meses.. Hay momentos buenos, vacas gordas, vacas flacas… Ahora sobre todo vacas flacas. Desde la crisis del 2008, los que nos dedicamos a la cultura estamos muy fastidiados… Pero todos, los técnicos, los artistas, los maquilladores. Desde el 2008 no hemos levantado cabeza, si hubo una recuperación, nosotros no la hemos tenido. Al fin y al cabo vivimos de lo que a la gente le sobra, porque la gente no tiene ni dinero ni tiempo -ahí está el tema de la explotación laboral-. Cuando llegan a casa agotados no tienen ganas de ir al cine o al teatro, ni les des un libro. Lo que quieren es desborregarse viendo una serie de Neflix y quedarse dormido a los diez minutos. No les podemos exigir tampoco más. Porque yo trabajo para ellos, trabajo para esa gente.

¿Te planteas el trabajo de forma diferente si es un guión o si es una novela?

Yo soy un bicho raro porque vengo del cine, pero antes venía del teatro. Mi formación es teatral. Empecé como becaria en el Centro Dramático Nacional haciendo El mercader de Venecia. Digamos que mis maestros son muy variados y utilizo técnicas de muy diversos lugares. Por ejemplo, también el periodismo me influje en la manera de enfocar una información. ¿Como puedo contar una información con las cuatro reglas del periodismo? Pero a la vez cuando dialogo estoy haciendo teatro y poniéndome en el papel en cada personaje. Leyendo en alto para ver como suena, cuál es la musicalidad de esa frase, si se traba el personaje… como si fuera un actor. Luego una descripción tiene mucho más que ver con el cine… A veces me dicen. «es que te leo y me parece que estoy viendo una película». Claro, pero no es un guión, porque no hay cosa más aburrida que leerse un guión. Algunos dicen: «es que yo escribo como para el cine»… eso es que no son guionistas. Porque no deja de ser una guía para un equipo de gente. No puedes hacer ningún juego literario. Están muy mal vistos en el mundo del cine los guiones literarios, porque no se pueden rodar. Lo que es verdad es que tengo una mirada de cineasta y no puedo evitar ser lo que soy cuando escribo. Las historias sí tienen unos espacios que son protagonistas. Hay novelistas que no hacen esto para nada y son fantásticos. También es verdad que la literatura tiene muchas cosas que el cine no da. La literatura tiene muchas ventajas respecto al cine y es que puedo describir un olor. Eso en una pantalla plana no se puede (risas).

Rodar una película también supone un enorme esfuerzo.

Rodar una película es una batalla, es como ir a la guerra. Si ruedas en exteriores, llueve, hace frío, nieva. Siempre lo contrario de lo que tu quieras.. Pasas hambre, pasas sed, estás cansado. Tienes que rodar de noche… Igual te pasas una semana rodando de noche y tienes que cambiar tus horarios y acostarte por la mañana y levantarte a las ocho de la tarde. Hay que ser un loco, pero es un veneno que no se te va. Y el teatro… Es una forma de vida. El cine también es una forma de vida. Te relacionas con gente muy distinta de una forma muy estrecha, pero a lo mejor no los vuelves a ver en tu vida. Quien va a un sitio a trabajar y siempre ve a la misma gente, pero que aburrimiento (risas). Tenemos un espíritu y una mentalidad que no encaja con el tipo de trabajo más convencional.

¿Tienes algún proyecto nuevo?

Siempre. Lo que pasa es que en estos negocios tienes que tener tres o cuatro porque a lo mejor te sale medio… Llevo tres años intentando levantar una película, así que eso está ahí. Este no es el mejor momento, pero nunca lo es, también te lo digo, nunca lo es. Yo seguiré escribiendo. Seguiré haciendo lo que sea por contar historias, porque no puedo evitarlo.