Sebastián Roa: «La novela histórica sigue siendo la preferida de los lectores de ficción»

Sebastián Roa
Fotografía: Manuel Orts

Nos visita Sebastián Roa, autor de novelas como El ejército de Dios, La loba de al-Ándalus o Enemigos de Esparta. Hoy viene a hablarnos de Némesis, su última novela. 

¿Cómo llegaste a este personaje histórico, Artemisia de Halicarnaso?

El camino para llegar a la Artemisia histórica es siempre Heródoto. En sus crónicas nos habla de ella, de lo mucho que la admiró y por qué. Artemisia y Heródoto no solo eran paisanos, sino que coincidieron en el tiempo, por lo que es más que probable que llegaran a conocerse. Y el caso es que Heródoto acabó sus días enemistado con la familia de Artemisia. Así pues, si tanto le llamó la atención y tanto dijo de ella, muy potente tuvo que ser esta mujer.

¿Engancha la novela histórica al público moderno?

Portada-Nemesis-gClaro. Con altibajos, la novela histórica sigue siendo la preferida de los lectores de ficción. Creo que la evolución del género tiene mucho que ver, aunque los caminos por los que ha discurrido no siempre son positivos. Quiero decir que hay gente muy interesante escribiendo histórica (ojo a los nuevos valores), pero también cierta tendencia hacia el best seller de diseño. Lo positivo es que en esta pugna entre lo literario y lo editorial, la histórica ha conseguido algo grande: personas que no habían leído en su vida, ahora van a saco a por las estanterías de novela histórica.

Si hacemos hablar y comportarse a un personaje histórico con los valores y opiniones de la época actual, ¿se desvirtúa?

Es el arte el que se desvirtúa si se lo hace funcionar con los mecanismos de una disciplina ajena. Y en literatura, el límite es siempre la verosimilitud. Aristóteles nos enseñó que, en este campo, siempre es preferible lo falso verosímil a lo cierto inverosímil, y aquí nos topamos con la subjetividad del lector. Aparte de eso, hay anacronismos culturales que son incluso necesarios, pues el receptor de una novela histórica actual no vive en el siglo V a. C. Por desgracia, la novela histórica lleva décadas atenazada por esa presunta necesidad —imposible de cumplir, por otra parte— de reflejar la forma de pensar del pasado. Algo tiene que ver también la baja capacidad de algunos para usar la imaginación, ese racimo de uvas tan verdes.

Tenemos ejemplos de mujeres guerreras, la idea de que las mujeres en la antigüedad no iban a la guerra, ¿es una mirada actual sobre el pasado más que una realidad histórica?

Yo las realidades históricas (con todo lo que se podría matizar esa expresión) se las dejo a los historiadores. Lo mío son las realidades que pueden alcanzarse a través de la ficción, la verdad literaria. A eso puede llegarse escribiendo Sinhué el Egipcio, El cuento de la criada o el señor de los anillos. Es decir: a mí no me sirve de nada que una lectora, por ejemplo, se entere de que hubo una mujer hace 2500 años que gobernaba su ciudad y unas cuantas islas, y que comandó su propia flotilla en una guerra en la que todos los demás luchadores eran hombres. Lo que a mí me sirve es que esa lectora empatice con mi protagonista, reconozca sus problemas, busque las soluciones, reflexione sobre sus debilidades y sus errores, se haga mil preguntas. A esa lectora le va a servir de poco saber cómo se pilota un trirreme fenicio en una escaramuza en el Egeo, pero sí que puede plantearse si está en su mano luchar contra el destino o dejarse llevar por él.

¿Cómo elegiste los fragmentos de canciones con que inicias los capítulos?

Hubo una larga selección, porque ni su contenido ni su situación en la novela son casuales o gratuitos. Se trata siempre de temas que me gustan, claro. Su misión era precisamente asentar que existen realidades atemporales, y que pueden mostrarse con un relato contextualizado hace 25 siglos o con una canción de 1986. También sirven para marcar la evolución de Artemisia. Son fases de su propio viaje heroico.

¿Sobre qué personaje histórico te ha costado más escribir?

La verdad es que en Némesis ha ido todo sobre ruedas. Podría hablarte de otra novela, Enemigos de Esparta, en la que aparece un tal Platón. Es un personaje al que respeto mucho, y del que tengo un concepto muy propio, muy formado. Tuve que arreglármelas para adecuar su papel dramático con dicho concepto, porque el primero que tenía que creérselo era yo.

Durante el confinamiento, ¿eres de los que se ha bloqueado o de los que ha escrito más que nunca?

El confinamiento no me influyó en absoluto. Desempeño una función esencial, así que mi trabajo no se vio afectado (salvo en que me movía por calles desiertas y viajaba en vagones de metro casi vacíos). Al principio resultaba un poco triste pero, como nos han demostrado estos últimos meses, a todo se acostumbra uno.

¿Estás trabajando en algún proyecto nuevo?´

Así es. Una novela histórica con matices algo oscuros y con otro protagonista inadaptado. Y como sé que es algo que interesa a algunos, diré que he vuelto a la Edad Media. Principios del siglo XIII.