Hoy nos visita Albert Bertran Bas, periodista y guionista de cine, para hablarnos de su primera novela, La memoria eres tú.
Has trabajado en comunicación, eres periodista, guionista… ¿como fue la aventura de lanzarte a escribir una novela como La memoria eres tú.
Fue un salto al vacío. Un alivio al saber que estaba haciendo lo que siempre había soñado y al mismo tiempo una angustia tremenda por si fracasaba en el intento. Pero cuando te lanzas no hay otra que seguir y seguir. Pasé por épocas más difíciles en las que te lo replanteas todo. En ese aspecto ser insensato y tozudo me ha venido bastante bien. Porque si lo pienso fríamente, fue una locura dejarlo todo para lanzarme a escribir. Aún no sé si fui valiente o inconsciente.
¿Qué te ofrece el lenguaje literario de una novela que no te de el guión de cine, por ejemplo?
Libertad. Sobretodo eso. Libertad para escribir lo que quieras sin restricciones. Sin preocuparte por la cantidad de personajes, de exteriores e interiores, explosiones o escenas caras de rodar, duración… Creo que cualquiera puede escribir un libro. Luego puede salirle bien o mal, pero cualquiera puede intentarlo. Sin embargo, para escribir un guión necesitas una técnica, debes aprender el lenguaje visual y no visual, trucos, herramientas… Ser guionista y todo lo que me ha enseñado la profesión me ha ayudado muchísimo a escribir este libro.
¿Qué has aprendido escribiendo la novela?
¿Qué no he aprendido? Es que es imposible no aprender algo cuando escribes. Incluso cuando éramos niños y no existían los móviles y nos escribíamos esas cartas a doble cara llenas de corazones, o esas notas que volaban por la clase. Ahí también aprendías a conquistar y a perdonar. Y a pedir perdón y a ser perdonado. Y a amar… Esta historia ha estado conmigo más de seis años así que imagina todo lo que he ido aprendiendo por el camino. Y es solo mi primera novela pero algo me dice que esto de escribir es un ejercicio continuo del que nunca dejas de aprender. Desde las tripas hasta la cabeza pasando por el corazón.
La memoria eres tú combina la ficción y la realidad, pues te basas en vivencias de tu abuelo. ¿Cómo ha sido ese paseo por sus recuerdos?
Muy bonito. Mi abuelo tardó en empezar a hablar. Tampoco creo que fuera a propósito. No era un trauma ni nada por el estilo. Simplemente, no solía contar muchas cosas. Pero un día empezó a hacerlo sin darle mucha importancia. Y luego, cuando decidí escribir la historia yo también empecé a preguntar y allí aún descubrí mucho más. A veces a los recuerdos hay que provocarlos para que salgan. Da la sensación que algunos viven muy acomodados en algún rinconcito de la cabeza y tienes que motivarlos a salir a base de preguntas. Creo que él se lo ha pasado bien y desde luego yo también.
¿Has descubierto algo de tu familia que no supieras?
Sí. Muchas cosas. Sobretodo de mi bisabuelo. Me habría encantado poder hablar con él de todo esto. A diferencia de mi abuelo, que era solo un niño de 11 años cuando empezó la guerra, él lo vivió como un adulto, y como padre. Lo que más me enorgullece fue saber lo buena persona que fue. Y como ayudó a unos y otros independientemente del lado en el que estuvieran. Las personas siempre son lo primero. A veces le doy vueltas al hecho de saber que si hoy existo es, en parte, porque muchas personas se cruzaron en su camino y les ayudaron. Pues seguro que en otro lado hay otras generaciones que existen y sobrevivieron gracias a la ayuda que mi bisabuelo les prestó. Fue un hombre muy querido.
Has elegido un nombre para el protagonista, Homero, que ya lo marca desde el principio…
Sí, y en realidad nace de la manera más tonta y pierde todo su romanticismo. No me creerías si te dijera que en un principio se llamaba así por otra razón. Porque antes que un libro esta novela fue un guión y antes que un guión fue un boceto sobre otra historia donde un anciano desahuciado se instalaba con unos jóvenes universitarios. Yo solo quería llamarle Homero porque me hacía gracia que los chicos le llamaran «Homer» (Simpson) a modo de cachondeo. Y al final mira que vueltas da todo.
Los libros son muy importantes en la novela, ¿cómo los has elegido? ¿Son los libros y los autores que te gustan a ti?
Son los libros que he ido viendo por casa desde que soy un niño. Tenemos una buena colección. Y para un niño que desea vivir aventuras, ¿qué mejor que leer a Verne? Igual me pasó con la poesía donde tuve una época en la que me gustaba leer y escribir poemas. Leí algunos hace poco de cuando iba al colegio. ¡Qué vergüenza! Espero que nunca vean la luz. Si algún día salen, adiós a mi corta carrera como escritor.
Barcelona y su historia me han parecido casi un personaje más de la novela, ¿ha sido intencionado?
La verdad es que no. Bueno, entiendo que haya ocurrido así porque soy un enamorado de mi ciudad, me gusta la historia y las anécdotas que se esconden en cada rincón y cada calle. Al final, cuando escribes sobre algo que no dominas como puede ser la Guerra Civil agradeces tener elementos que sí conoces y explotarlos al máximo. Hace unos años edité una revista sobre las calles de Barcelona con un buen amigo y él se encargaba de la parte más comercial y yo de la parte más histórica y de anécdotas. Así fue como descubrí lo de Buffalo Bill entre otras muchas cosas.
Hay una serie de personajes históricos que desfilan por la novela, ¿cuál te hubiera gustado conocer?
Hombre, la verdad es que Hemingway fue todo un personaje con el que me habría encantado charlar y beber. Más allá de la resaca del día después. Pero habría sido una de esas experiencias únicas. Aunque a veces, más que los personajes me atraen mucho los momentos concretos.
¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto?
Estoy cerrando un guión que ya llevo unos años desarrollando con Filmax y tengo algunas ideas que estoy barajando para futuras novelas. Pero si te soy sincero me está costando mucho empezar y centrarme. Ahora mismo estoy disfrutando de toda la resaca de La memoria eres tú. Pero pronto me pondré de nuevo. El cuerpo ya me lo pide.