La visita de hoy es Mónica Rouanet que viene a presentarnos su última novela titulada No oigo a los niños jugar, publicada por Roca Editorial.
Como miembro de la Generación Kindle, ¿qué le dirías a los autores que empiezan?
Que no se rindan nunca y que, si se deciden a publicar sus novelas en autoedición, revisen mucho los textos antes de lanzarlos. En la autoedición no existe la figura del editor y, a veces, novelas maravillosas no llegan a despuntar por pequeños (o grandes) errores simples. Es mejor esperar y volver a releer que publicar la novela sin estar completamente seguro de ella.
¿Cómo se vive el lanzamiento de una nueva novela cuando la anterior, Despiértame cuando llegue septiembre, ha sido un éxito tan grande?
Con algunos nervios, la verdad. Espero que No oigo a los niños jugar guste tanto o más que Despiértame cuando acabe septiembre. Con cada novela que escribo voy aprendiendo (todavía me queda mucho por aprender), y creo de verdad que mi técnica literaria va mejorando con cada libro. Además, esta nueva novela es muy especial para mí por el tema que trata. Se trata un thriller social donde se mezclan dos historias que plasman el rechazo de la sociedad hacia quienes son diferentes.
En No oigo a los niños jugar te has centrado en el mundo de los adolescentes con problemas. Es una época de la vida que da mucho juego.
La palabra «adolescencia» viene de «adolecer»; creo que eso lo dice todo. Es una época por la que todos pasamos y en la que, sin saber muy bien cómo, nos vemos obligados a determinar quiénes vamos a ser el resto de nuestra vida. Ya de por sí, los adolescentes están llenos de miedos y dudas, y los que presentan algún tipo de patología como las que se describen en la novela tienen aún más dificultades durante esta etapa.
¿En qué consideras que ha evolucionado esta novela respecto a las otras?
Espero que en todo. Me gusta experimentar, y en cada novela intento usar técnicas diferentes. En No oigo a los niños jugar he utilizado por primera vez una voz narrativa en segunda persona combinada con el tiempo verbal en presente, y estoy muy contenta con el resultado. Siempre me ha gustado esa voz, pero nunca había logrado que pareciera coherente en mis escritos. Creo también que he conseguido unos personajes bastante completos sin caer en la trampa de los estereotipos relacionados con sus patologías.
¿Cuál es el secreto para mantener al lector enganchado (si es que lo hay)?
¡Ojalá lo hubiera! No lo sé, de verdad. Yo intento escribir lo que me gusta leer y me decanto por el uso de capítulos cortos que se cierren presentando intriga. Eso hace que el lector dé la oportunidad a un nuevo capítulo, y después a otro y a otro más. Y así hasta que acaba la novela.
¿Crees que el thriller vive su mejor momento?
No sé si este es su mejor momento, pero sí uno de los buenos. Los lectores se inclinan por la intriga y el suspense y, también, por experimentar un poquito de miedo. Llevamos más de un año atemorizados por un virus, tal vez tengamos ganas de sentir temor por otra cosa. Está claro que la realidad supera a la ficción, ¿por qué no jugar con ello?
Eres de las que ha seguido trabajando durante el confinamiento pues estuviste escribiendo una serie de relatos, ¿cómo se te ocurrió «retransmitir» así lo que ocurría?
Todo empezó con el primer relato, La prima Aurorita, en el que contaba una historia relacionada con algo tan común como bajar la basura en una calle solitaria. Después fui imaginando diferentes situaciones cotidianas de pandemia y las transformaba en pequeñas historias. La gente las esperaba cada día, incluso Carmen Ramírez, de Cadena Dial, comenzó a ponerles voz. La verdad es que fue divertido; también agotador. Creo que gustaron tanto porque eran una manera de frivolizar sobre todo lo que nos estaba ocurriendo, una forma de minimizar la tensión.
¿Cuál de tus novelas aconsejarías llevarse a una isla desierta?
A esto sí que no puedo responderte, les tengo demasiado cariño como para decantarme solo por una. Creo que dependería de quién es la persona que acaba en esa isla, aunque espero que cualquiera de mis historias le hiciese pasar buenos ratos. Ahora mismo, por supuesto, le regalaría un ejemplar de No oigo a los niños jugar y le desearía mucha suerte.
Háblanos de tu trabajo con chicos en riesgo de exclusión.
Durante más de veinte años he trabajado con menores en riesgo de exclusión social. Es un trabajo que me encanta. Cada chico o chica es diferente, tienen sus propias complejidades y el trabajo con ellos y ellas se aborda desde prismas distintos. Es como hacer un traje a medida, algo que se adapte a las necesidades propias de cada persona. Es muy enriquecedor. Como dice una de mis compañeras, «al final te das cuenta de que aprendes tú más de ellos que ellos de ti».
¿Tienes algún nuevo proyecto entre manos?
Por supuesto. Siempre hay que tener nuevos proyectos. Ahora mismo estoy inmersa en la promoción de No oigo a los niños jugar mientras voy dando pinceladas a una nueva historia de la que, de momento (lo siento), no puedo contarte nada.