Abdulrazak Gurnah: «Hay que pensar en términos flexibles sobre las palabras»

Fotografía © Mark Pringle

El pasado 24 de marzo el sello Salamandra publicó A orillas del mar, una de las obras más emblemáticas del Premio Nobel de Literatura 2021, Abdulrazak Gurnah. La edición en catalán de esta novela salió a la venta el mismo día con el título A la vora de la mar, editada por La Magrana.

Abdulrazak Gurnah nació en 1948 en Zanzíbar que en esa época era un protectorado británico. Abandonó el país a los 18 años para refugiarse en Reino Unido. Escapaba de la Revolución de Zanzíbar y la violencia que estalló inmediatamente después de la independencia. En Inglaterra ha enseñado inglés y literatura poscolonial en la Universidad de Kent.

El autor ha ofrecido una rueda de prensa a los medios de habla hispana con motivo de la publicación de esta novela, A orillas del mar, en la que ha abordado diversos temas, como la situación de la población de origen africano en América: «Estas gentes no escogieron ir allí. Fueron secuestrados y muchos han contribuido a hacer de esos lugares lo que son hoy. No imagino el Caribe, que es la zona que más conozco, sin esas personas de origen africano. Pertenecen allí como cualquier otro ciudadano».

A la cuestión de por qué cree que se ha tardado en tener un premio Nobel de literatura de color, Gurnah ha señalado que: «Más que persona emigrada o persona de color, sería el primer africano, pero ¿cuántos indios han ganado? ¿Cuantos autores chinos o japoneses o de otros lugares han ganado el premio Nobel de literatura? Porque siempre han sido europeos o personas de origen europeo. Creo que la respuesta es obvia pues expresa la estrechez de los valores que se otorga a las producciones literarias no europeas, a las que se les da un valor muy pequeñito. Eso es así y no podemos volver atrás en la historia y hacer que la academia sueca hubiera leído más escritores de otras procedencias. Miremos hacia adelante y pensemos que autores de otros lugares del mundo y con otros orígenes pueden recibir más reconocimiento. Creo que eso ya está ocurriendo, pero en cualquier caso es un expresión del provincianismo de la academia sueca, aunque no quisiera ser tampoco demasiado crítico».

En sus libros se tratan temas como el colonialismo y sus consecuencias o el destino de los refigiados, así como la esclavitud: «Uno imagina la esclavitud como el fenómeno de las plantaciones a las que se llevaban a los africanos a trabajar en los campos, pero hay otros tipos, como la esclavitud por servidumbre. No es una persona que pertenezca a otra, no es un esclavo en el mismo  sentido en que se compraban y vendían los esclavos siglos atrás. Hay que entender el contexto. ¿Sería adecuado utilizar esta palabra o esta otra en esas circunstancias?  La sociedad antiesclavitud sigue investigando actualmente casos en todas partes del mundo de personas que están mantenidas en esclavitud. Pero no es una plantación, claro, hay que pensar en términos flexibles sobre las palabras y hay que entender qué significado tienen en cada contexto. Eso es lo que quise decir sobre el uso de esos términos en Paraíso. Es para que el personaje se pueda referir a su experiencia y también para decir que hay distintas formas de esclavitud».

unnamed (4)A la pregunta de por qué escogió un niño para protagonizar Paraíso y en cambio eligió a un anciano como personaje principal de su novela A orillas del mar, el autor explica que: «cuando volví a Zanzíbar después de muchos años de ausencia mi padre estaba ya bastante mayor. Le miraba cuando salía de casa y cruzaba de calle para ir a la mezquita y pensaba: «¡qué viejo, qué aspecto tan viejo y débil!». Estamos hablando de los años ochenta. Se me ocurrió pensar: “si nació en 1904 o 1905 seguramente estuvo ahí en la época de la colonización de Zanzíbar”. En el período en el que aún no se había acabado de establecer la colonización él era niño. Y me pregunté: “¿cómo sería para un niño vivir esa transformación?”. Creo que fue el primer paso, ver a mi padre y preguntarme cómo había visto él la llegada de esa forma de conquista. Además describí a un niño hermoso que también fomenta un cierto tipo de violencia. Y por otra parte, ¿por qué en A orillas del mar escogí a un hombre mayor? Durante el primer período de la guerra de Afganistán, cuando los soviéticos aún estaban allí, un avión que iba de Kabul a Herat -es decir, se trataba de un vuelo interno- fue secuestrado. Los secuestradores obligaron al piloto a volar hacia Londres. De hecho tuvo que parar en Roma para cargar combustible. Llegaron a Inglaterra y en televisión se mostraron las imágenes de las fuerzas de seguridad que convencieron al secuestrador para que se rindiera y pudieran salir los pasajeros. Éstos eran afganos e iban vestidos a la manera tradicional, no para ir a Londres, a Europa. En ese grupo de personas que bajaban por la escalerilla del avión había de todo: familias, madres con sus hijos, personas mayores… Entre esas personas mayores apareció este hombre con una barba gris poblada casi hasta el ombligo, como esas barbas que tienen los afganos. Los secuestradores pidieron asilo, obviamente, para eso habían secuestrado el avión. Al día siguiente todos los pasajeros del avión pidieron también asilo. En ese momento pensé: “¿y ese hombre de la barba qué tiene en mente?». Abandona su país, su vida, lo bueno y lo malo que tenga. Pide que le admitan en Gran Bretaña como solicitante de asilo, pero ¿este señor entiende lo que significa a su edad? Entonces reflexioné: “No sabemos nada de este hombre. Quizás tenga razones para detestar su vida y ahora se le abre una oportunidad de tener una vida nueva”. Y ahí es donde nació el personaje. ¿Qué hace a una persona de sesenta y cinco años dejar toda su vida y empezar una vida nueva? O es una señal de resignación. Todas esas ideas empezaron a rondarme por la cabeza. Así nacieron estos personajes: ver a un anciano e imaginar cómo sería de joven y ver a una persona mayor y pensar qué le haría desear cambiar de vida».

Miremos hacia adelante y pensemos que autores de otros lugares del mundo y con otros orígenes pueden recibir más reconocimiento.

También ha respondido a preguntas sobre la cuestión de la nueva crisis de refugiados en Europa: «He estado en Alemania hace una semana y allí vi muchos refugiados. Sobre todo mujeres y niños, ya que no se ha permitido a la mayoría de los hombres salir de Ucrania. Tenían el aspecto que uno esperaría: ansiosos, angustiados… Algunos de ellos no hablaban alemán y muchos alemanes no hablan ucraniano por lo que hay un problema de comunicación; pero debo decir que allí donde fui, siempre había carteles en la carretera, en las calles para informar a los ucranianos en su idioma sobre dónde podían ir para informarse o conseguir lo que necesitaran… Es impresionante ver con qué simpatía el pueblo alemán ha respondido a los ucranianos. Si no fuera por eso, las circunstancias aún serían más terroríficas de lo que son, pero ser un extranjero asustado y con necesidad debe ser una situación muy angustiosa».

Gurnah se ha mostrado así mismo positivo sobre el futuro de la industria del libro. «Ha sido bastante interesante ver que durante esta época de aislamiento forzoso debido a la pandemia y al covid -al menos en Gran Bretaña, no sé si ha ocurrido en otras partes del mundo- se han vendido muchos más libros que antes. No es porque la gente no puedan leer en Internet, sino porque prefieren tener un libro entre manos. Siempre pensé que había una ansiedad innecesaria respecto a los libros digitales, porque en última instancia son libros igualmente. Soy optimista respecto al futuro de los libros».

Para acabar ha respondido a la cuestión de cuál debe ser el papel de la literatura frente a los grandes problemas actuales, como la prolifereción de los autoritarismos que desembocan en guerras: «No puedes tirar un libro a un tanque para pararlo. La literatura no puede actuar así, usando la fuerza, pero puede aclararnos cosas para que después nosotros podamos luchar, si deseamos hacerlo. No creo que una persona autoritaria lea un libro y diga: “creo que llevo toda la vida equivocado. Ahora voy a cambiar y seré más amable con la gente”. No creo que eso pase, aunque ha habido transformaciones espectaculares en algunas personas que han tenido una revelación y se han dado cuenta de que estaban equivocados, pero no ha habido muchas. Lo que sí puede hacer la literatura es informarnos a nosotros -no a los tiranos, pero sí al resto- para que no permitamos que abusen de nosotros y nos presionen».