Subiendo al último tren

PortadaNos encontramos ante la ópera prima de Marc R. Bernabeu, El último tren, una novela negra en la que las pesquisas policiales para la captura del asesino y la psicología del criminal tienen pesos similares.

Escrita con un lenguaje sencillo pero eficaz, el autor dosifica la información de manera inteligente para ir creando expectativas en el lector. El ritmo es muy regular (algo que no siempre sucede con autores noveles), y solo se ve interrumpido por unos breves interludios que se intercalan hábilmente en los momentos adecuados para mostrarnos la narración desde otro punto de vista. Con esta técnica logra una arquitectura eficiente sin que la lectura resulte en absoluto más compleja.

La dosificación de la información es la correcta para mantener la intriga sin desvelar hechos que pudieran restar interés al lector, con algunas escenas que parecen no tener ninguna relevancia pero que van adquiriendo sentido a medida que avanza la narración.

La trama principal es realista, pero contiene una subtrama en la que lo onírico y lo sobrenatural se mezcla con aquélla, dotándola de una dosis de misterio adicional. Cuando la narración parece haberse agotado, Marc nos sorprende con un giro inesperado con el que ésta vuelve a adquirir vida, para conducirnos hacia un final distinto al que el lector había imaginado y en el que las segundas oportunidades adquieren una especial relevancia y son la razón de ser del título de la obra.

Su amplia experiencia como policía hace que Marc se mueva como pez en el agua en este género, tal vez con algún nivel de detalle un tanto superfluo pero sin llegar a recargar en exceso la narración. Quizás el mejor elogio que pueda hacer de esta novela es que la he disfrutado pese a pertenecer a un género por el que no siento un especial interés. También, pensar que siendo éste su debut literario, se abre un camino interesante a medida que el autor vaya adquiriendo oficio, ya que en ningún momento da la sensación de encontrarse ante la obra de un principiante.