Yuliana Ortiz Ruano: «Espero que cada vez existan más posibilidades para la escritura hecha por mujeres negras»

Fotografía de Dirk Skiba

Tras publicar tres libros de poesía con los que se dio a conocer, la ecuatoriana Yuliana Ortiz Ruano hace su primera incursión en la novela con Fiebre de carnaval, un libro rebosante de vida, un derroche de ritmos y sensaciones que, más allá de su exuberante colorido, nos permite apreciar a través de una mirada infantil la desgarradora coexistencia con la jerarquía (muchas veces perversa) de los adultos. Conversamos con ella para conocer más acerca de su obra.

Fiebre de carnaval es una novela narrada en primera persona por una niña llamada Ainhoa. A través de su punto de vista nos adentramos en su mundo, pero también somos testigos de la crudeza de la realidad de los adultos que la rodean. ¿Cómo ha sido el reto de reflejar el dolor y las miserias de los mayores a través del filtro de esa mirada infantil dotada de tanta curiosidad por los detalles más insospechados?

PortadaEscribir/encarnar la voz de Ainhoa fue liberador. Ir tanteando lo real de ese mundo a través de los ojos de ella, de su valentía y de su capacidad para emparentarse con los árboles, me despojó de muchos miedos. Yo me considero una escritora miedosa, pero encontrar esa voz me permitió acontecer con una escritura del goce, donde lo trágico no deja de existir, entendiendo que los seres siempre encuentran su forma de supervivir a lo nefando. Quiero dejar en claro que Fiebre de carnaval no quiso ser un reflejo de una realidad, ya que es un espacio ficcional desdibujado por la mirada de una infante abusada. Quise encarnar este territorio para idear una lengua o una forma superviviente de un lenguaje que aparece en las crisis del cuerpo infantil colonizado por otro cuerpo.

En esa institución que es la familia —de hecho, un núcleo familiar numeroso en esta historia— se advierte una división jerárquica y de roles muy marcada, se podría decir que insalvable, entre las mujeres y los hombres. ¿Consideras que es un rasgo propio de la sociedad ecuatoriana de hace unos años, o en la actualidad eso está cambiando?

Considero que es un rasgo marcado de muchas sociedades patriarcales en las que nos movemos. La historia está ubicada en Esmeraldas, Ecuador, pero muchas de las situaciones ahí escritas, sobre todo el tema del control obsesivo de los padres hacia sus hijas, me lo han contando amigas de distintas nacionalidades. Creo que la concepción colonial del tiempo futuro como fantasía de desarrollo, puede hacernos pensar que son cosas del pasado, pero basta con ver las cifras de femicidios en la región en la que vivo, para entender que el patriarcado colonial está vigente y sigue arrasando con la naturaleza y nuestros cuerpos.

Hay un momento de la novela en el que el personaje de mami Checho advierte a Ainhoa que debe poner los pies en la tierra para ser «una muchacha normal», pero a ella le gusta lo contrario: subirse a los árboles y estar a su altura porque es así como se siente feliz y en su mundo. Podríamos interpretarlo como el final de la infancia, pero qué sería la vida, al menos determinadas etapas de la vida si tuviésemos todo el tiempo los pies en el suelo, ¿no es así?

No lo veo como el fin de la infancia, es más bien una posibilidad de existir después del trauma, pero no sé si yo deba responder esas preguntas, creo que es mucho más interesante que esas escenas sean percibidas por la gente que lee el libro como mejor le parezcan.

Hasta la publicación de este libro eras conocida como autora de textos poéticos y, aunque Fiebre de carnaval no es otra cosa sino una novela, en ella está muy presente lo rítmico (como las letras de canciones, la musicalidad), así como también otras vertientes de lo sensorial (los colores, el tacto, los sabores, las emociones…). ¿Son formas de expresión inherentes a tu naturaleza de poetisa?

Son formas de expresión inherentes –si es que lo inherente es posible– a mi naturaleza de melómana.

¿Te ves a ti misma en los próximos años explorando más terrenos dentro de la prosa o volviendo a centrarte primordialmente en la poesía?

Fiebre de carnaval es una novela llena de poesía, creo que no hubiese podido escribirla sin haber pasado primero por la escritura poética. De todas formas, lo que me interesa es escribir la música, los poemas y la novela, son intentos de llevar al libro las potencias físicas que propicia la música en mi cuerpo. Me encantaría seguir jugando con la prosa, espero que así sea.

Según declaraste en alguna ocasión, tanto tu abuela como tu bisabuela fueron aficionadas a la escritura y a la lectura, pero sin poder ni soñar con publicar un libro. ¿Qué supone para ti haber logrado cumplir ese sueño de tus antepasadas?

Me parece injusto, no hay nada que celebrar en las excepciones. Yo espero que cada vez existan más posibilidades para la escritura hecha por mujeres negras y que se socialice más las escrituras que ya existen, porque las hay. Creo que la ausencia de mujeres negras en los sílabos universitarios y demás espacios literarios no se debe tanto a la ausencia de escritoras, sino a la omisión y poco interés de las personas por leer a la comunidad negra desde otro lugar que no sea el dado por la mirada de la blanquitud. La descolonización, no es una metáfora de uso para estar en boga en los espacios que habitamos, es importante ir a la acción, hacer esos esfuerzos investigativos y leer lo que por siglos ha sido invisibilidad.

Naciste en el norte de Ecuador, pero desde hace unos años resides en Guayaquil, la mayor urbe del país. ¿Cómo valoras los movimientos culturales que se están desarrollando actualmente en la ciudad, ya no solo en cuanto a literatura, sino también por lo que respecta a música y otras formas de expresión artística dentro de tu generación?

Se me hace difícil valorar u opinar sobre los movimientos artísticos en una ciudad ultrarracista como Guayaquil. Sin embargo, hay muchas autoras y artistas que resisten contra esos sistemas y tejen otras redes. No puedo decir que esos esfuerzos sean suficientes, ahora mismo siento que mi ciclo en Guayaquil acabó, aunque sigo aquí, algo así como una especie de insilio. No tengo nada más que decir. Me gusta mucho lo que se está haciendo en el Pacífico colombiano, y en Esmeraldas a pesar de la violencia narcotraficante.

Recientemente has visitado el viejo continente para participar en diversos actos culturales y también para presentar Fiebre de carnaval en España. ¿Qué ha supuesto para ti esta experiencia?

¿Viejo con respecto a qué?, me queda esa duda. Fue interesante ir a presentar mi obra, sin embargo, el racismo que se vive en España es palpable en los espacios, más allá de que a mí me haya ido muy bien. Sigue siendo una sorpresa para mí estar publicada allá. Me gusta mucho la resistencia de las escritoras migrantes en España y las alianzas que se tejen entre comunidades negras de distintas partes del mundo para soñar un futuro en un territorio complicado. Me gusta mucho la apuesta que hacen algunas editoriales independientes para publicar autoras latinoamericanas, eso es todo lo que puedo decir.