Andrés Hernández: «Lo esencial son las relaciones humanas»

Andrés Hernández Rabal

Nos acompaña hoy Andrés Hernández Rabal que viene a presentar su nuevo libro de relatos, 88 Teclas.

¿Como han evolucionado tus relatos?

Creo que lo más significativo podría ser el hecho de tratar los temas con mayor sutileza que en mis primeras obras; ser menos explícito y dejar que el lector encuentre la intención aunque no esté escrita.

Que las pasiones humanas son la base de literatura parece un hecho obvio.

PortadaLo es. Siempre sostengo que la literatura nos habla de la vida, y lo esencial de la vida son las relaciones humanas, con sus miserias y también con sus grandezas. En este libro, lo que tienen en común los dos relatos que lo conforman son la envidia, la deslealtad y la traición. Con esos ingredientes el resultado no puede ser sino el drama (o la tragedia). Pero aunque la base argumental sea esa, también sobrevuelan sentimientos nobles como el amor o el arrepentimiento sincero, aunque sea de forma más implícita. Además, se trata de temas universales y atemporales, por lo que han sido tratados en la literatura desde sus inicios hasta la actualidad, y seguro que se seguirá haciendo en el futuro. No soy amigo de la novela de género, por lo que en cuanto me siento a escribir siempre lo hago en esa dirección, la del conflicto en la interacción entre personas, aunque ni siquiera me lo plantee.

No es la primera vez que usas la música como hilo conductor.

La música es una de mis grandes pasiones, y con frecuencia encuentra un hueco para introducirse en mis textos; en ocasiones de forma intencionada (como en el caso de 88 Teclas) y en otras de forma más espontánea. Decía antes que la literatura nos habla de la vida, y la música siempre está presente en nuestras vidas incluso aunque no la busquemos. ¿Podemos imaginar como sería un mundo sin ella?

¿Por qué el piano y no otro instrumento?

Las dos características que hacen del piano un instrumento único son, a mi modo de ver, su extensión (la posibilidad de abarcar desde registros muy graves hasta muy agudos), y su polifonía (se pueden hacer sonar de forma simultánea varias notas, incluso manteniendo el sonido de las que ya han sido ejecutadas con anterioridad). Esas características las han sabido aprovechar al máximo los grandes compositores de todas las épocas, en especial a partir de Beethoven (entre otras razones porque hasta entonces los pianos eran un tanto rudimentarios), pero los fabricantes los han ido mejorando y perfeccionando hasta llegar a los excepcionales pianos de cola modernos, tan brillantes como poco asequibles por su no menos excepcional precio.

Y también, ¿por qué Beethoven otra vez? Ya apareció en un relato.

Si elaborara una lista de compositores que me gustan mucho, muchísimo incluso, el primero sería Beethoven. Su dominio de la técnica, su imaginación desbordante, y por encima de todo ello la pasión, siempre presente en cada una de sus frases… Muchos otros han conseguido emocionarme, pero ninguno ha logrado hacerlo con tanta frecuencia como el genial sordo de Bonn.

En este caso son dos relatos situados en épocas diferentes. ¿Por qué?

Para el primero de los relatos, Concierto para piano y orquesta, me apetecía utilizar un lenguaje muy formal y, en la medida de mis posibilidades, elegante. Entonces se me ocurrió situarlo en Rusia durante las postrimerías del Imperio como homenaje a los grandes escritores rusos del siglo XIX por quienes siento una especial debilidad. Para el segundo, Hammerklavier, el lenguaje es más actual y más serio o desenfadado según lo requiera la propia narración en cada momento. Este se sitúa en una ciudad cualquiera de España (que no menciono). En realidad he adaptado las épocas al lenguaje, y no al revés como suele ser habitual y parece más lógico.

El libro contiene un prólogo firmado por Iván Cantero…

Sí. Conozco a Iván Cantero a través de las redes sociales. Colabora en varias revistas: Dosis Kafkiana, Rincón Bravío y Frontera Digital, en las que publica artículos sobre diversos temas, además de crítica literaria. La colaboración llegó de forma un tanto casual: a partir de un tuit que puse medio en broma se ofreció a escribir el prólogo, algo que le agradezco enormemente. Y el resultado es una síntesis en la que expone con gran precisión mi intención última a la hora de escribir estos relatos, lo implícito por encima de lo explícito, fruto de una lectura atenta que rasca la superficie hasta penetrar en las capas más profundas.